Mucho estudio, larga vida: es lo que dice un estudio demográfico realizado en la provincia de Córdoba, que relaciona longevidad con instrucción. Sobre todo en las mujeres que han pasado la universidad. De modo que una mujer instruida puede vivir 28 años más que un varón escasamente ilustrado. ¡Y pensar que tan sólo un siglo atrás, las mujeres morían antes de llegar a la menopausia!
Norma Morandini
Clarín
12.03.2005
Pobres de nosotras ahora, si cada vez que reivindicamos nuestros derechos, algún varón con indisimulado rencor nos recuerda: "¡Pero si ustedes viven siete años más que los hombres..." O sea: siete por biología, más 28 por estudios. En total: 35 años más. ¿Y qué haremos nosotras con tanta supervivencia, viejas pero solas?
Sucede que en estos tiempos en los que se cuantifica hasta el suspiro, no deja de sorprender que se aplique a la mujer lo que parece una verdad de Perogrullo: que la educación y la instrucción no sólo son saludables para las personas, sean hombres o mujeres, sino que la riqueza y la estabilidad de las grandes naciones se explican y apoyan, precisamente, en el grado de instrucción y educación de sus habitantes.
Debe haber otras razones que expliquen esta sobrevida femenina. ¿Por qué hoy un joven de 25 años que no ha terminado la escuela primaria no vivirá mas de 65, mientras que una mujer de la misma edad que ya completó la universidad probablemente llegue a los 93?
Además se suma el contrasentido de que el imperativo moderno es el cuidado obsesivo del cuerpo, cuando ahora sabemos que lo saludable es la universidad.
Sin embargo, como hay más médicas, pero pocas dueñas de clínicas, más abogadas pero pocas dueñas de grandes bufetes; más arquitectas pero pocas dirigiendo los grandes estudios; más economistas, pero pocas dueñas de bancos, tal vez debiera asociarse la longevidad a la felicidad.
La vida es mucho más de lo que estudiamos o ignoramos, y paradójicamente el atraso, por ahora, es una ventaja: por haber llegado tarde al estudio, es probable que la mayoría todavía trabaje más por realización que por obligación, a diferencia de los varones, obligados al trabajo y al sustento familiar. Una marca cultural a la que el desempleo hirió en la identidad. Y por eso, en la salud.
Ojalá la sobrevida de esas mujeres instruidas sirva para diseñar un mundo en el que hombres y mujeres vivamos más, pero mejor.
Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Marzo 12, 2005 10:23 PM