Un muerto o todos los muertos: desde la agonía de Terry Schiavo, la mujer que se encontraba en estado vegetativo y era disputada judicialmente entre sus padres y su marido para prolongar o mantener su vida, a la tragedia en el sudeste asiático, reducida a una cifra inmensa de todos los muertos que se llevó el tsunami.
Norma Morandini.
nmorandini@clarin.com
Sábado | 02.04.2005
¿Porqué resulta emocionalmente mas fácil identificarse con esos sufrimientos lejanos cuando, a veces, no se registra la vida de los que tenemos al lado? ¿Porqué cuesta menos compadecerse con aquel al que se conoce por la pantalla y luego ser indiferente al que sufre en la puerta de nuestra casa? No porque dude del sentimiento de muchas personas que sinceramente se compadecen del drama familiar en torno a la vida de la mujer de Florida. Tal vez, porque sabemos que ninguno de nosotros está protegido de semejante decisión, si es que se puede hablar de decidir.
En cambio, cuesta imaginar la dimensión real de lo que sucedió en el sudeste asiático, una catástrofe reducida a sus números, como si la cuantificación deshumanizara las tragedias personales. ¿Será porque las cifras se utilizan sobre todo para los precios y el dinero? Si hasta escribimos la palabra "saldo" cuando se informa sobre las catástrofes: "una bomba dejó un saldo de 4 muertos", en lugar de "una bomba mató a 4 personas".
Como en la TV la historia de una persona cuenta lo que le pasó a un millón, la agonía de Terry Schiavo conmueve en la aldea planetaria, y como un juego de sombras proyecta la independencia del Poder Judicial de los Estados Unidos, y la hipocresía de los políticos que apoyan las muertes en masa y luego se rasgan las vestiduras por una vida en agonía.
No se trata aquí de defender la "eutanasia", esa "muerte buena", porque honestamente no sabría qué argumentar. Y si tuviera una posición tomada tampoco la expondría porque sí creo que pertenece a esa intimidad que es nuestra relación con lo que no podemos controlar ni modificar. En cambio, vale preguntarse si el debate en torno a la eutanasia no es importado, una preocupación de los llamados países desarrollados que todo lo cuantifican y debaten sobre el buen morir, cuando entre nosotros de lo que se trata es del derecho al buen vivir.