Existe una serie de prejuicios que recaen sobre los mayores y les
recorta la dimensión del deseo, se los piensa como ?asexuados? o ?viejos
verdes?. Mitos y realidades.
FUENTE:enplenitud.com
El imaginario social no asocia a los mayores con el sexo. Los limita en
la dimensión del deseo y deja al amor sin objeto. Todo lo que no se
conoce científicamente y sobre lo que no se puede hacer un juicio
adecuado, da lugar a un prejuicio.
Este desconocimiento lleva a la gente que envejece a enfrentarse con
preguntas tales como: ¿disminuye la sexualidad con el tiempo? ¿Los seres
humanos se vuelven menos activos o menos inquietos sexualmente?
Para responder a estas preguntas debemos considerar que en la vida hay
conductas donde la obtención del placer depende del funcionamiento de
los órganos genitales (genitalidad). Pero hay otra serie de excitaciones
enraizadas en la infancia como por ejemplo: tocar y ser tocado,
acariciar y ser acariciado, mirar y ser mirado, buscar y ser buscado,
intimidad y comprensión que producen un placer que no se reduce a la
satisfacción de una necesidad fisiológica primaria. Este erotismo puede
estar o no presente en la actividad genital.
La genitalidad es sólo una parte de la sexualidad, que no tiene límites
para su exteriorización y que estará con nosotros hasta la muerte. Podrá
saciarse, aumentar, disminuir, desplazarse, dando lugar a conductas que
pasarán desapercibidas para un observador no advertido.
Pero el deseo no se interrumpe nunca, ya sea porque se manifiesta en
busca de la descarga de tensión, en el placer con el otro, en una
afirmación de sí mismo, o todos estos fines juntos. Sólo la represión
interna o cultural la distorsiona ocasionando graves trastornos en los
mayores, privados del deseo de desear y sometidos a nuestras creencias
prejuiciosas sobre ellos.
Quienes soportan una disminución o desaparición de sus funciones
genitales no son por ello asexuados y deberán realizar su sexualidad a
pesar de las limitaciones. Este es el desafío. De acuerdo a
investigaciones actuales se pone en tela de juicio la frecuencia del
coito como medida de la actividad sexual debiendo ser reemplazada por
las actividades tendientes a la búsqueda del placer. La erección, el
coito y el orgasmo son hechos deseables pero no son los únicos
necesarios para alcanzar placer.
Algunos estudios recientes informan que los mayores pueden sentir placer
y llegar a la eyaculación sin tener erección, y otro estudio muestra que
el 25 por ciento de los hombres se masturba sin llegar a la erección.
Para la mayoría de estas personas, según los investigadores, las
caricias, los besos y otras formas de contacto corporal, resultan ser
placenteros y son aspectos mucho más valorables en sus relaciones íntimas.
Las experiencias muestran que muchos hombres prefieren el sexo oral al
coito, a pesar de que este es considerado más importante en lo que hace
a su masculinidad.
Las mujeres disfrutan más del pre y post juego que del coito per sé. Y
la práctica masturbatoria entre los mayores sin pareja se ha convertido
en una creciente y aceptable forma de sexualidad.
Los expertos acuerdan con que la masturbación es una actividad saludable
que puede reducir los sentimientos de frustración y soledad. A pesar de
que la culpa es considerable al realizarla, este factor fue decreciendo
con la popularización de la masturbación, a partir de las terapias
sexuales y del movimiento feminista.
Por lo tanto, es muy importante brindar educación sexual a través de
editoriales, mesas redondas, charlas en a cargo de profesionales,
entrenados y destinados a resolver los obstáculos que los mitos y
prejuicios de esta sociedad han generado, para poder desarrollar una
actividad fisiológica y espiritual que induzca a una mejor calidad de vida.
Desde movimientos feministas, terapias sexuales a cargo de psicólogos,
agrupaciones sociales que luchan por una igualdad de derechos y deberes
hasta la industria farmacéutica, que lleva al mercado productos para
hacer más seguro, y placentero el acto sexual; pasando por los
científicos, médicos, y bioquímicos, que siguen trabajando para
preservar la identidad sexual del individuo, concuerdan en la
importancia que para la vida tiene la integración del amor y el sexo más
allá de la edad.
Es deber de las autoridades sanitarias de un país en desarrollo ocuparse
de proveer los medios para que la sociedad destierre los falsos
prejuicios y, sobre todo, para que los que pasaron los sesenta años,
lleven una vida más completa.