Gerontologia - Universidad Maimónides

Mayo 28, 2005

El mundo se enfrenta a una crisis de pensiones

El mundo se enfrenta a una crisis de pensiones, por lo que se imponen grandes reformas, indica un nuevo informe del Banco Mundial

En el informe se señala que los países desarrollados se han hecho ricos antes de envejecer, mientras que los países en desarrollo están envejeciendo antes de hacerse ricos, aunque todos encaran los mismos desafíos

CIUDAD DE WASHINGTON, 24 de mayo de 2005. Mientras las autoridades responsables de la política económica en los Estados Unidos, Europa y Asia lidian con la capacidad de pago, a largo plazo, de sus sistemas de pensiones, un nuevo informe del Banco Mundial revela que el crecimiento demográfico y las presiones económicas están obligando tanto a los países en desarrollo como a los desarrollados a acometer una reforma urgente de dichos sistemas. Según el informe, titulado Old-Age Income Support in the Twenty-First Century: An International Perspective on Pensions and Reform, la incorporación cada vez mayor de la mujer al trabajo en todo el mundo, el aumento de las tasas de divorcio, la aparición de nuevas modalidades de empleo en la economía mundial, la exacerbación de los déficit presupuestarios y el creciente número de personas de edad avanzada hacen ineludible la necesidad de reformar los sistemas de pensiones.

"Este informe muestra que, si bien en la mayoría de los países las reformas de los sistemas de pensiones vienen determinadas por problemas presupuestarios a corto plazo para mantener a flote el costoso sistema público, es igualmente importante incluir en el debate dificultades más importantes a largo plazo que se derivan del envejecimiento de la población y el cambio social en todo el mundo, junto con las modificaciones en nuestra economía mundial", señala Robert Holzmann, director de la Unidad de Protección Social del Banco Mundial, coautor del nuevo informe y uno de los principales especialistas internacionales en materia de reforma de sistemas de pensiones.

En el informe se propone un marco común para ayudar a los países a resolver sus problemas de pensiones, planteando la diversificación de los sistemas de pensiones en una combinación de elementos públicos para mantener los niveles de vida mínimos, así como elementos administrados y capitalizados a título privado. También se hace hincapié en la relación potencial entre la reforma de las pensiones y las condiciones que conducen al crecimiento y al desarrollo. Se indica que la mayoría de los planes públicos de pensiones no están diseñados para mantener los niveles de prestaciones actuales ante los importantes cambios demográficos y económicos de nuestro tiempo. Por consiguiente, para mantener a flote los sistemas vigentes será preciso recortar el gasto público en salud y educación o reducir radicalmente las pensiones de las generaciones futuras de personas mayores.

Según el informe, en muchos casos los gastos presupuestarios reales casi nunca se calculan de forma exhaustiva o transparente y, las más de las veces, los planes de pensiones discrepan de los principios 'actuariales' habituales en que se basan los sistemas de pensiones eficaces. El Banco, que ha participado en reformas de pensiones en más de 80 países y prestado ayuda financiera para las reformas a más de 60, señala que si no se resuelve este tipo de problemas, el resultado final podría ser la regresión del crecimiento económico y el aumento de la pobreza.

Holzmann sostiene que el hecho de mantener sistemas de pensiones inasequibles, con transferencias presupuestarias constantes, suele ser la causa principal de los déficit presupuestarios elevados y en aumento, los cuales a su vez pueden empeorar las perspectivas macroeconómicas de un país en período de crisis económica. El ejemplo reciente más drástico por el momento es el de Brasil en 1998, donde un déficit fiscal superior al 6% del PIB desencadenó una crisis justo después de las crisis financieras de Asia oriental y de Rusia. Dos tercios de ese déficit, aproximadamente el 4% del PIB, obedecían al gasto en pensiones.

Además, si las autoridades quieren minimizar el efecto desestabilizador de transferencias presupuestarias elevadas, deben recaudar más impuestos o efectuar recortes presupuestarios en otras partidas. Dada la dificultad para subir los impuestos, los gobiernos de muchos países en desarrollo prefieren reducir otros gastos sociales, por lo general los de salud y educación. Por ejemplo, el aumento de los costos de las pensiones de profesores jubilados redunda en una disminución del número de nuevos efectivos que se contratan con un presupuesto de educación ya escaso de por sí. En otros casos, los maestros tienen que permanecer en nómina tras la edad de jubilación porque no hay suficientes recursos en los fondos para pagar sus pensiones, con lo cual no se puede contratar a nuevo personal docente.

Cambios en las sociedades y en las modalidades de empleo

Además del impulso económico para la reforma, se necesitan cambios profundos en las sociedades y el modo en que la población trabaja en la actualidad.

Más mujeres en la fuerza laboral. La incorporación de la mujer al mercado de trabajo en el mundo ha aumentado considerablemente en los últimos decenios, pero los sistemas de pensiones no se han ajustado a ese cambio. La mayoría de ellos están diseñados para trabajadores con dedicación plena y sin interrupciones en su carrera, lo cual no refleja la experiencia de la mayoría de las mujeres, que a veces dejan el trabajo para ocuparse de los hijos, cobran salarios más bajos y suelen vivir más que sus esposos. En numerosos países, los matrimonios de por vida se están convirtiendo también en la excepción, en lugar de la norma. Por ejemplo, se cree que en muchos países de la OCDE las tasas de divorcio son tan elevadas que sólo perdurará el 50% de los matrimonios, de lo que se deriva un gran número de personas mayores que viven solas. Todas estas tendencias aumentan el riego de que la mujer se vea expuesta a la pobreza en la vejez, a menos que se adapten los sistemas de pensiones para atender sus necesidades.

Cambios en las modalidades de trabajo. Este cambio más reciente se refiere a la reducción del número de empleos a tiempo completo retribuidos y al aumento del trabajo a tiempo parcial, el trabajo por cuenta propia y el empleo temporal. Esta tendencia puede atribuirse a la mundialización y sus presiones competitivas. Sea como fuere, esos trabajadores resultan desfavorecidos en muchos de los planes de pensiones actuales, que se basan en un modelo de empleo a tiempo completo. Será necesario ampliar los sistemas de pensiones para dar acceso y transferabilidad a las prestaciones de estos trabajadores del siglo XXI, o muchos se enfrentarán a la amenaza de una gran pobreza en su vejez.

Falta de cobertura de pensiones. Para las personas pobres y los trabajadores que entran y salen del sistema laboral estructurado, la cobertura de las pensiones en la mayoría de los países en desarrollo sigue siendo muy baja. Para mejorar la cobertura es necesario reformar un sistema que resulta oneroso e insostenible; pensar en la introducción de pensiones sociales si los pobres de mayor edad son más vulnerables que otros grupos 'en riesgo' de la población, como los niños y las personas discapacitadas, y si su financiamiento puede garantizarse, e introducir o mejorar sistemas voluntarios y de capitalización que pueden resultar más idóneos para los trabajadores del sector no estructurado.

Aumento de la población de edad avanzada. La población de edad avanzada está aumentando rápidamente en el mundo como consecuencia de la mayor esperanza de vida y la disminución de la tasa de fertilidad. Ello dará lugar a un crecimiento constante de la media de edad de la población mundial, un aumento del número de personas mayores (65 años o más) y un incremento más acentuado aún del número de personas de edad muy avanzada (85 o más), así como a una relación creciente entre el número de personas mayores (65 años o más) y la población en edad de trabajar (15 a 64 años). Esta tendencia es más pronunciada en Europa y Japón, y menos pronunciada en África y Oriente Medio, pero es una realidad en casi todos los países y se está produciendo a un ritmo mucho mayor en los países en desarrollo que en los desarrollados. Mientras que casi el 60% de las personas de edad vive en los países en desarrollo, se calcula que ese porcentaje aumentará a 80% para 2050. Los países desarrollados se hicieron ricos antes de envejecer, pero los países en desarrollo están envejeciendo antes de hacerse ricos, aunque todos encaran desafíos profundos como consecuencia del envejecimiento de la población.

Esto tiene dos consecuencias. En primer lugar, los sistemas de pensiones que recaudan impuestos a una generación para proporcionar prestaciones a la anterior tendrán que ajustarse para hacer frente a la realidad de que las personas mayores son hoy más longevas de lo que se esperaba cuando se diseñaron esos sistemas. En segundo lugar, los sistemas de pensiones habrán de ser más flexibles para incentivar a los trabajadores de más edad y hacer que retrasen su jubilación con miras a conservar una mano de obra suficiente para mantener el crecimiento. De ahí que resulte todavía más importante ofrecer un sistema eficaz de ingresos de jubilación a las personas mayores y evaluar cuidadosamente las interacciones, así como las sinergias, entre los recursos invertidos para alcanzar los objetivos de crecimiento (como el gasto en educación o en salud) y los fondos encauzados a aliviar la vulnerabilidad a la pobreza de grupos como los niños y las personas discapacitadas.

"La reforma de los sistemas de pensiones en muy diversos países, desde Europa central y oriental hasta América Latina y Asia, ha dado ya lugar a sistemas que proporcionarán cimientos sólidos para el crecimiento y la seguridad en el futuro. Los gobiernos de otras regiones han de aprender de esta experiencia para acometer reformas antes de que se vean abrumados por los costos fiscales y sociales de no haber actuado con la suficiente celeridad y exhaustividad", comenta Richard Hinz, coautor del nuevo informe sobre pensiones y asesor del Banco Mundial en políticas de pensiones.

{Para una descripción completa del modo en que diversos países y regiones hacen frente al desafío de la reforma de los sistemas de pensiones, véase el capítulo 7, "Regional Experiences: Developments and First Evaluation of Reform", página 141}

No existe una solución universal

Según el nuevo informe del Banco, el decenio pasado ha puesto de relieve la importancia de los sistemas de pensiones para la estabilidad económica de los países y la seguridad de sus poblaciones, que envejecen. La experiencia de las reformas en el último decenio ha demostrado también que no existe una solución universal, es decir, que los países pueden elegir distintas combinaciones de elementos para establecer un sistema de pensiones eficaz atendiendo a sus propias circunstancias nacionales. Otro hecho observado es la permanente importancia de los dos objetivos de los sistemas de pensiones: reducir la pobreza y eliminar el riesgo de una abrupta disminución del nivel de vida tras la jubilación, por un lado, y el objetivo más amplio de proteger a los ancianos vulnerables contra crisis económicas y sociales, por otro.

Habida cuenta de estos objetivos, el Banco considera que la mejor solución a la reforma de las pensiones es el modelo denominado "de pilares múltiples", ya que resulta mucho más flexible y permite afrontar mejor los distintos riesgos previstos en el diseño de los sistemas de pensiones. El financiamiento anticipado y las inversiones orientadas al mercado se consideran elementos clave de la mayoría de las reformas, pero los límites del financiamiento se ven también mucho más acentuados.

La estructura de pilares múltiples que se propone está constituida por una combinación de cinco elementos básicos: a) un "pilar cero" o no contributivo (en forma de renta básica o pensión social) que proporcione un nivel mínimo de protección; b) un sistema contributivo de "primer pilar" que esté vinculado a diversos niveles de ingresos y busque reemplazar parte de los mismos; c) un "segundo pilar" obligatorio que sería esencialmente una cuenta de ahorro individual, pero que podría establecerse de distintas maneras; d) un "tercer pilar" voluntario consistente en acuerdos que pueden adoptar muchas formas (individuales, patrocinados por el empleador, prestación concreta, cotización definida), pero que son básicamente flexibles y de carácter discrecional, y e) fuentes extraoficiales intrafamiliares o intergeneracionales de ayuda financiera y no financiera a las personas de edad, incluido el acceso a la asistencia sanitaria y a la vivienda.

Por diversas razones, un sistema que incorpore el máximo de elementos posible, dependiendo de las preferencias de cada país, así como del nivel y de la incidencia de los costos de transacción, puede, mediante la diversificación, generar rentas de jubilación con mayor eficacia y eficiencia. El desafío principal expresado en el informe reside en el modo de combinar estos diferentes elementos en un sistema global que satisfaga las necesidades de cada país y, a la vez, establezca una hoja de ruta para una reforma viable.

Para más información sobre el trabajo del Banco Mundial en el ámbito de las pensiones en: www.worldbank.org/pensions

Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Mayo 28, 2005 08:25 AM