Gerontologia - Universidad Maimónides

Junio 22, 2005

Secretos de alcoba

De G. H. Hardy, el matemático de Cambridge célebre por su colaboración de principios del siglo XX con Littlewood y Ramanujan, se cuenta que no soportaba el efecto que la edad tenía sobre sus habilidades creativas. Al parecer, había formulado instrucciones precisas de que se dieran vuelta todos los espejos cuando entraba en una pieza.

Nora Bär
Miércoles 22 de junio de 2005
La Nación

En su libro, A mathematician´s apology, él reflexiona sobre las dificultades que encuentra al final de su carrera e insiste en que la vejez no es una buena época para los matemáticos. Esta "no es una disciplina contemplativa, sino creativa -afirma-; nadie puede obtener mucho consuelo de ella cuando ha perdido el poder o el deseo de crear, y es probable que a un matemático eso le ocurra bastante pronto".
El problema de la "cronología productiva" de los científicos inspira discusiones encendidas: hay quienes sostienen que el cenit se alcanza en un instante dorado y fugaz ubicado en torno de los treinta años y que luego la creatividad se desploma como por un tobogán, mientras otros aseguran que los resultados más trascendentes y revolucionarios se logran entre los 36 y los 46.
En todo caso, últimamente se agregó otro dato por tener en cuenta: según el doctor Satoshi Kanazawa, psicólogo de la Escuela de Economía de Londres, la explicación de que ese patrón creativo se dé mayormente en la juventud se debe a que los hombres de cualquier profesión sienten el impulso de buscar riqueza y prestigio, atributos atractivos para el sexo femenino. Una vez saciada la urgencia de formar una familia y dejar descendencia, las raíces de la creatividad -tanto en la ciencia como en el arte... ¡y también en el crimen!- se marchitan, afirma Kanazawa.
Según el investigador, que publicó un trabajo en el Journal of Research in Personality, el matrimonio sería contraproducente para la ciencia y el arte. Es más, según Kanazawa, los científicos que no se casan alcanzan la cumbre creativa más tarde que los casados. El psicólogo opina que el talento sería una manifestación de la competitividad de los hombres en la lucha por ganar acceso a los recursos reproductivos de las mujeres.
(Para la psicología evolutiva los impulsos profundos del comportamiento humano pueden explicarse a partir de las ventajas reproductivas que ofrecen; es decir, las conductas que garantizan mayores posibilidades de perpetuar los propios genes en futuras generaciones serían las que prevalecen.)
En una escena de "Amadeus", el ya clásico film de Milos Forman, una codiciada cantante de ópera de la época deslumbrada por el genio alemán sorprende a su "competidor" en la corte, Salieri, diciéndole que sólo el talento subyuga a una mujer inteligente.
De la hipótesis de Kanazawa se desprende, entonces, que la inteligencia y la creatividad serían un exquisito producto de la selección sexual: los hombres más inteligentes tendrían más descendencia porque las mujeres los prefieren.
Por ahora, en este último punto, los científicos todavía no pueden decir "y viceversa".

Por Nora Bär
ciencia@lanacion.com.ar
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Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Junio 22, 2005 02:51 PM