Tenía 82 años y vivía solo en un chalé. Los ladrones lo esperaron cuando volvía de su caminata diaria y se metieron con él. Revolvieron todo, pero se llevaron unos pocos pesos destinados a compras diarias.
Leonardo De Corso.
ldecorso@clarin.com
Jueves | 14.07.2005
El cuerpo apareció en la cocina acostado en el piso, boca arriba, con las manos y los pies atados con cinta de embalar y amordazado. Tenía un golpe en la cara pero murió asfixiado. El hombre, nacido en Italia y de 82 años, fue encontrado por la Policía después que ladrones entraron a robar a su casa.
Los investigadores contaron, que los asaltantes entraron a la casa con el dato de que la víctima cobraba dos jubilaciones que venían desde Europa, más otra que tenía en el país. Y sabían que el anciano vivía solo. Los ladrones no alcanzaron a descubrir una caja fuerte que estaba camuflada como una tapa de enchufes en una pared.
El hecho ocurrió el martes a la noche en un chalé de dos pisos con techo de tejas, que está en la esquina de la calle 110 y 21, en Berazategui. La casa, donde vivía solo Juan Testana, tiene dos entradas: una sobre una calle de asfalto y la otra de tierra.
"Un vecino nos avisó que la puerta de la casa del hombre estaba abierta. Enseguida fuimos al lugar y entramos. Revisamos el chalé y vimos que estaba todo revuelto. Hasta que en la cocina encontramos el cuerpo de Testana", le dijo a Clarín el jefe de la comisaría 1ª, Julio Fedrici.
Según las fuentes, desde que su esposa (Magdalena) murió de un infarto en 2001, Testana vivía solo, en su chalé. Tenía dos hijos: Carlos (vive en el partido de Avellaneda) y Antonieta, que está residiendo en Italia desde hace más de 10 años.
"Era un hombre que estaba muy bien de salud y le gustaba caminar mucho. Todas las tardes salía de su casa a esos de las seis y volvía a las dos horas. Venía a invitar a mi marido para que lo acompañara pero, de noche, nosotros no andamos por la calle y cuando Testana volvía, ya había oscurecido", le dijo a Clarín, Marcelina, una jubilada que vive enfrente de la casa de la víctima.
Los investigadores del caso, dijeron que la cerradura de la puerta de la casa de Testana no fue forzada. La principal hipótesis de la Policía, es que los ladrones esperaron que el anciano llegara de hacer su caminata diaria y lo agarraron cuando estaba entrando a su chalé.
"Testana cada vez que entraba y salía de su casa cerraba la reja y la puerta. Pero no tenía miedo de andar caminando de noche. Yo siempre le decía que saliera a caminar de día pero fue inútil porque nunca me hizo caso", recordó Marcelina.
El crimen del anciano fue descubierto a las once y media de la noche. Un vecino sacó a pasear a su perro y descubrió que las puertas del chalé estaban abiertas y que las luces estaban prendidas. Enseguida llegó la Policía que le avisó al hijo de la víctima.
"Los ladrones fueron directamente a buscar dinero, porque estaban todas la habitaciones revueltas y hasta llegaron a cortar los sillones y dar vueltas los cuadros. Pero, según pudo constatar el hijo del jubilado con la Policía, no faltaban elementos de valor. Sólo se llevaron algo de dinero que Testano dejaba en un mueble para hacer las compras diarias", contó un investigador.
A la Policía le resulta llamativo que los ladrones no se llevaron un televisor, un equipo de música y un reloj que estaban en el living de la casa.
"El anciano guardaba todos sus ahorros en una caja fuerte que estaba camuflada detrás de la puerta de la cocina como una tapa de enchufes eléctricos, pero no fue descubierta por los asaltantes", contó una fuente.
Entre la madrugada del martes y ayer, los investigadores estuvieron tomando declaraciones a los vecinos y descubrieron que Testana estuvo acompañado por su empleada doméstica hasta las cinco de la tarde y que cuando la mujer se retiró salió a caminar por el barrio.
Según el resultado de la autopsia, el jubilado recibió un golpe fuerte en la cara pero su muerte se produjo por asfixia, alrededor de las siete de la tarde.
Hasta anoche los investigadores no tenían datos sobre los ladrones, pero creen que en el hecho participaron al menos dos personas.
Pesadilla para una pareja de jubilados en Mar del Plata
La mujer les abrió la puerta, confiada. Dos jóvenes habían preguntado por su hijo, llamándolo por su nombre. Pero eran ladrones. Amenazándola con armas, entraron a la casa y se desató la pesadilla: a ella, de 77 años, y a su esposo (de 81), los ataron a sillas con cinta de embalaje y con el cable arrancado de un velador amenazaron con picanearlos para que les entregaron dinero: en un cofre los ladrones hallaron 40 mil dólares y huyeron.
Ocurrió ayer, minutos después de las 8, un día después que el gobernador Felipe Solá y el ministro de Seguridad, León Arslanián, relevaran a la cúpula policial de la ciudad y lanzaran un nuevo plan de seguridad a raíz de la crisis de inseguridad que hay en Mar del Plata.
Luisa Dimeglio, italiana, abrió la puerta de su casa, en Azopardo al 5200, en el barrio El Progreso, a dos jóvenes que preguntaron por su hijo. "Alfonso no está", alcanzó a decir. Los ladrones la golpearon en la cara y entraron. "Los dos estaban armados", dijo la Policía.
Su esposo salió de la habitación alertado por los gritos de la mujer. Con cinta los sujetaron a sillas y amenazaron con pasarles corriente eléctrica. "No sabemos si habían ido a buscar esa plata", dijo el capitán Roberto Bibbó, de la comisaría 3ª.
Lo cierto es que en un cofre, que estaba en un mueble de la habitación del matrimonio, los delincuentes hallaron 40 mil dólares que habían rescatado del corralito hace dos años.
Según dijo la pareja a la Policía, los ladrones estuvieron en la casa casi dos horas. "No dejaron lugar sin revisar, la casa estaba completamente desordenada cuando llegamos", dijo Bibbó. Fue Dimeglio quien denunció por teléfono el asalto una vez que pudo soltarse.
El caso quedó en manos del fiscal Aldo Carnevale, quien lo calificó como "robo calificado y privación ilegal de la libertad".
Los ladrones no picanearon al matrimonio. La herida que recibió la mujer en la cara fue leve, pero tuvieron que asistirlos: quedaron shockeados.
MAR DEL PLATA. CORRESPONSAL
Futuro
Ricardo Fevrier
rfevrier@clarin.com
Cuesta imaginar una escena más horrorosa que la de alguien muriendo asfixiado mientras vanamente intenta desatar sus manos para poder quitarse la mordaza que lo ahoga. Y otra vez fue un jubilado la víctima de un crimen tan terrible.
Víctimas fáciles de un sistema jubilatorio que se quedó con su dinero para años después devolverles migajas, las personas mayores también lo son de quienes no muestran el menor escrúpulo en explotar su vulnerabilidad para robarles. Obligados, deben soportar abuso sobre abuso hasta llegar, como en este caso, a que les roben los últimos años de su vida, esos que debieron transitar tranquilos. No debería estar lejano el día en que la sociedad asumiera el problema seriamente. Sería, de última, un gesto de autodefensa. Conviene no olvidar que, más lejos o más cerca, todos tenemos un anciano que nos está aguardando en el futuro.