EMPIEZA EN ATENAS EL CONGRESO EUROPEO SOBRE LA ENFERMEDAD
Doce mil médicos debatirán sobre el mal que afecta al 7% de la población del planeta.
Gabriel Giubellino. ATENAS ENVIADO ESPECIAL
ggiubellino@clarin.com
Lunes | 12.09.2005
En el origen, fue el griego Arateus de Cappadocia el primero en hablar de diabetes, con una palabra de origen griego, diavaino, para describir a la enfermedad con la idea de la dilución de los músculos a través de la orina. Ahora, con las ruinas remozadas de la Antigua Grecia enmarcando la atmósfera de la ciudad, 12.000 médicos de todo el mundo y unos 200 periodistas se reúnen en el 41º encuentro anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD), que comienza hoy.
En la presentación de ayer y en el libro de 456 hojas donde se publican los resúmenes de los trabajos, se advierte una tendencia: se presentan nuevas drogas, innovadores tratamientos, pero los médicos tienen claro que el eje es el paciente. La ciencia avanza, la industria apuesta, pero sin el convencimiento del paciente el control de cualquier enfermedad no es posible.
En una sesión previa, Alberto de Leiva, profesor de Medicina en la Universidad Autónoma de Barcelona, hablaba de las barreras que tienen los tratamientos hoy. Mostraba una estadística: en el mundo, el 52,6% está de acuerdo con el tratamiento. Por distintos motivos, otra enorme cantidad de gente no quiere saber nada. Porque, como dice el doctor Jose Daniel Braver, del Hospital de Clínicas, uno de los argentinos presentes en Atenas, "la diabetes no duele". Pero tiene complicaciones muy severas. Sintetizando: cardiovasculares, la diabetes de tipo 2; de la vista e insensibilidad en los pies, los diabéticos tipo 1. Entre otras cosas, agrega Braver, coordinador del equipo Pie Diabético de la Fundación Fleni, "se sigue insistiendo en que el mayor método para prevenir las complicaciones crónicas de la diabetes es realizar un control estricto de la glucemia, y en la importancia de la dieta y el ejercicio".
Por otra parte, el lado bueno de lo que se empezará a mostrar en esta ciudad verde y soleada es que quienes padecen esta enfermedad crónica —que afecta al 7% de la población y la mitad no lo sabe— pueden llevar hoy una buena calidad de vida. "Lo que se viene a futuro es muy interesante", dice la doctora Sonia Hermida, y no sólo hay que escucharla porque sea jefa de la Unidad de Diabetes del Hospital Municipal de Hurlingham sino porque ella misma es diabética. "Es interesante porque tiene que ver con una mejor calidad de vida y sin complicaciones. No tenemos que pensar que el paciente se va a morir porque un día tenga la glucemia alta o le haya bajado. Mata porque aumentan los riesgos para tener otras enfermedades." Es particularmente importante ver cómo aparecen estudios planteados desde el lado del paciente. Por ejemplo, expertos de la Universidad de Bialystok, Polonia, se dedicaron a estudiar el desarrollo psicológico y el nivel de ansiedad en un grupo de chicos y adolescentes con diabetes tipo 1 en relación al control metabólico y el uso de tratamientos con insulina. Observaron a 34 pacientes, en un rango de 7,4 a 19,3 años, y se preguntaron si a distintas terapias (convencional, intensiva) hay distintas respuestas. Más allá del método utilizado, todos registraron altos niveles de ansiedad.
Otro trabajo llega para pelear a las recomendaciones que da el gobierno del Reino Unido con respecto a la actividad física que deberían hacer los niños obesos. Investigadores de la escuela médica Península, de Plymouth, siguieron la actividad de 109 chicos de 7 años. Concluyeron lo que en un jardín de infantes se sabe: que las chicas tienen sistemáticamente menos actividad física que los pibes, pero aportaron un dato polémico: la actividad fisíca a esa edad no tendría relación con la salud metabólica, afirman. "Las recomendaciones sobre la actividad que los chicos deberían tener son arbitrarias."
Por otro lado, bajo el mismo ala de estudios sobre el impacto de la actividad física, aparece un curioso estudio sobre el uso de un juego interactivo, ése en el que los chicos saltan al compás de la música siguiendo una coreografía indicada en la pantalla. En una época se los podía ver en la estación de Once. Por la velocidad con la que mueven sus pies, la sincronía, la concentración, los más diestros son admirables. Bien, el Sansum Diabetes Research Institute de Santa Barbara, EE.UU., viene a darle legitimidad clínica a esa actividad. Pusieron a 20 adolescentes de 13 a 17 en un programa de 3 días por semana, 3 horas por día a saltar en ese juego infernal. Con ese mix de tecnología, música y movimiento se supera el escollo principal para que los chicos pierdan peso: la motivación. El hecho de jugar con amigos lo hace más aceptable aún. Se podría deducir que mejor que mandar al pibe a correr es promover el uso de esos juegos. De estas cosas se empezará a hablar hoy, con presencia argentina: entre los expositores estará la doctora Carmen Mazza, presidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes.