Gerontologia - Universidad Maimónides

Octubre 29, 2005

La "crisis de los 40" ya es un mito: ahora hablan de etapa de cambios

SON MAS DE 455.000 LOS ARGENTINOS QUE ESTE AÑO LLEGARAN A ESTA EDAD

Los especialistas aseguran que no hay razones ni físicas ni psicológicas para vivir la mediana edad como un problema. Explican que se llega más relajado y en buen estado. Para muchos es tiempo de volver a empezar.

Clarín
Sábado | 29.10.2005

Espera a mitad de camino, entre la fantasía de la depresión y la de dar el salto hacia la vida que se quiere. Pero el fantasma de la crisis de los 40 años parece tener sus días contados: está siendo cuestionado por los especialistas y por los que, a esa edad, deciden reordenar prioridades y cuanto mucho cambiar o hacer una transición hacia lo que quieren ser.
"Lo primero que hay que señalar es que la edad como una variable independiente no sirve de nada. En gerontología, este criterio está siendo fuertemente cuestionado. Lo que hay que pensar es en los individuos y en algunos que atraviesan una situación crítica en la cual los años cumplidos son una variable más. No hay ninguna razón de índole biológica, física ni psicológica para que a los 40 se provoque una situación de esta magnitud", explica Leopoldo Salvarezza, médico especialista en psicogerontología.
Según el censo 2001, cuando termine este año habrán ingresado a la década de los 40 unos 455.040 argentinos y el grupo que ronda la edad media —los que están entre los 35 y 45 teniendo en cuenta que la esperanza de vida gira en los 72— son unos 4.500.000. Si existiera la crisis, el 12% de la población debería estar vacilando entre la angustia y la depresión y con un destino de diván.
Javier Díaz es un abogado, casado con 3 hijos, que se niega a hablar de crisis. "Llego a los 40 —los cumple el 5 de noviembre— sin las incertidumbres con respecto a mí. Sé lo que quiero: a mi familia, a mis amigos. Claro que no tengo las posibilidades que tenía a los 20 o los 30, pero me siento más seguro de saber por dónde pasa eso que parece ser cercano a mi felicidad".
La reflexión no es individual o, al menos, es parte de una embestida más general contra la crisis de la mediana edad. Desde la Universidad de Texas, el británico Samuel Gosling se ocupó de cuestionar el moho que antes se le pegaba automáticamente a las 40 velitas cuando salió a consultar a 120.000 cuarentones. En marzo presentó el resultado con la descripción de la generación de 30 y largos y 40 y pico. Es gente más relajada y con la que es más fácil compartir momentos. Rápidamente se acuñó el término "agradabilidad" para describir el fenómeno que viven.
Ana Gambaccini sabe de estos reinicios. Es periodista y lo vivió. "Fue real, pero ya fue", dice. "Generalmente, cuando cumplís con un cero final, algo te planteás. Te preguntás: qué hago yo en esta vida; para dónde voy, qué quiero hacer y qué estoy haciendo".
A Gambaccini le sucedió el día en que el plomero le dijo "señora" y que se dio cuenta que ya no se imaginaba a "puro futuro". En medio de sus crisis, exorcizó fantasmas escribiendo un libro. "Ahora me toca a mí: cumplir 40 un pasaporte para nosotras mismas", de la editorial Longseller. En sus páginas describe un aspecto que les toca a bastantes mujeres que dicen llegar a los 40 y a la crisis. "Sienten que han estado corriendo para cumplir con todos —padres, amigos, marido e hijos— y en la carrera por lo que debían hacer olvidaron pensar en lo que genuinamente deseaban".
La palabra clave es "transición". Actualmente, "se habla de crisis de los 40 —o de la mediana edad— cuando nos referimos a la persona que se replantea su manera de vivir e intenta recomenzar con un nuevo sentido su vida", explica Guillermo Julio Montero, psicoanalista y presidente de la Fundación Travesía, dedicada al estudio de la crisis de mediana edad (www.fundaciontravesia.org.ar). "En general, cuando se nota es porque más que una crisis la persona está viviendo lo que denomino transición de la mediana edad, es decir, un reordenamiento de prioridades, una revalorización de lo vivido y de lo que queda por vivir, una actualización de los ideales de juventud".
A Sofía Resnick le pesan todavía los 40 que cumplió hace un año. "Para mí siempre los 40 fueron un fantasma. Creía que en la mañana de mi cumpleaños me iba a esfumar. Pero no. Creo que sigo con mi crisis y que empezó después de los 35, cuando vi que ya no había tantas oportunidades para ser madre", cuenta mientras aclara que está separada. "El número es un estigma para algún círculo en el que me muevo", se lamenta.
La estigmatización es parte del problema. "Unir a los 40 una crisis es promovido por los medios —advierte Salvarezza—. A mucha gente le pasan cosas que no puede explicar y cuando aparece un rótulo rápidamente lo toma para evitar pensarse".
Entre estigmas e ideales, la juventud perdida también aparece como parte del prejuicio de los 40 en crisis: ya no se será por siempre joven. "La tendencia actual es llegar a esta edad en forma mucho más saludable, lo que no significa ser más joven. Muchos —sostiene Salvarezza— están tan preocupados de parecerlo en desmedro de lo que es la adultez y el envejecimiento. Es un mandato social imperativo. Todo esto es más fácil que revisarse a uno mismo" o cumplir 40 y seguir andando el camino.

Aún quedan energías para tomar riesgos


Hace tres años, cuando tenía 40 exactos, Reinhard Molter descubrió que —según recuerda— "no tenía claro qué era lo que deseaba para la segunda mitad de mi vida". Aunque ocupaba el cargo de vicepresidente para América latina de una multinacional de soluciones informáticas y tenía un muy buen salario, de golpe se dio cuenta que la única forma de descubrir qué era lo que quería era renunciar: "Sentía que necesitaba estar afuera de toda esa vorágine para poder pensar".
Se fue de la empresa y salió de vacaciones: "Quería tomarme todo el tiempo necesario y por suerte tenía la posibilidad económica de poder estar un año entero sin trabajar".
Poco después alumbró un nuevo proyecto. "Decidí hacer algo —dice— que mezclara el entretenimiento con los caballos. Era mi interés desde chico". Con su actual mujer —con la primera tuvo un hijo que hoy tiene 7 años— compraron un campo y abrieron "Las Artes", un sitio en el que se entrenan caballos y en el que se pueden hacer actividades ecuestres. "Probablemente a los 50 no hubiera tomado la misma decisión. Creo que a los 40 a uno aún le quedan energías y todavía está dispuesto a tomar riesgos".


La Carrá
Silvina Heguy
sheguy@clarin.com


Entre tanto mito y búsqueda de amables lugares comunes se miente en eso de que la vida comienza a los 40 y en que también hay que cantar "pelito al cielo" si se llegó a esa edad con algunas asignaturas pendientes. Esa misma falsa lógica dice que los 33 es la edad de morir para convertirse en leyenda y que los que pasamos esa barrera, como simples mortales, debemos reconocer que éstos son tiempos definitivos. Sí, ya dejamos de ser promesas. Pero también recordamos que hace 23 años veíamos a Raffaella Carrá y que bailábamos, como ahora.

Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Octubre 29, 2005 10:01 AM