La sucesión de agresiones a personas mayores de los últimos tiempos expone una de las caras más oscuras de la sociedad y la indefensión en que se encuentra un segmento de por sí vulnerable.
17.11.2005 | Clarín.com | Opinión
EDITORIAL
La falta de seguridad, que se instaló en el país como uno de los principales problemas sociales, va cambiando de forma al influjo de las medidas oficiales y de lo que parecen ser conductas de manada de los delincuentes. En años pasados llegó a tomar auge el robo de automóviles, que amainó con el combate a los desarmaderos clandestinos. Luego hubo una ola de secuestros que retrocedió cuando el Gobierno decidió —luego de una larga espera y como respuesta a una reacción social— encarar el tema con un endurecimiento de las medidas de seguridad.
A diferencia de otras olas delictivas, los robos a jubilados no es responsabilidad de grandes organizaciones. Salvo en algunos pocos casos, robar a un mayor no es especialmente lucrativo y todo indica que estos hechos son cometidos por delincuentes menores. La repetición de los casos parece obedecer a una conducta de imitación, un fenómeno que deberían explicar los expertos en criminología.
Ayer, la Policía de la provincia de Buenos Aires detuvo a varios delincuentes que estarían involucrados en los ataques a jubilados, lo cual sería un paso adelante en la materia. La mala noticia es que uno de los detenidos es un policía.
Más allá de las medidas policiales, una campaña de prevención con consejos sobre prácticas de seguridad para las personas mayores, realizada a través de los lugares que frecuentan o las instituciones a las que pertenecen, sería un aporte valorable.
Los delitos contra personas mayores de los últimos tiempos exponen la indefensión en que se encuentra un grupo vulnerable. Es de esperar que las autoridades avancen en las medidas de combate y prevención de esos delitos.
http://www.clarin.com/diario/2005/11/17/opinion/o-03001.htm
Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Noviembre 17, 2005 08:23 AM