El sistema privado de pensiones acumula US$ 70.000 millones en 24 años. Pero hoy hay plata para repartir sólo entre la mitad de sus siete millones de afiliados.
Marcelo Cantelmi
12.12.2005 | Clarín.com
La cifra puede producir mareos: 68.931 millones de dólares. Ese es el total acumulado desde hace 24 años por el ya célebre sistema privado de jubilaciones que instauró Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet y que Argentina imitó durante la década que gobernó Carlos Menem.
Pero hoy, cuando comienzan a retirarse los primeros afiliados de las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP chilenas) que ingresaron al sistema en 1981, lo cierto es que hay plata pero sólo para la mitad de sus siete millones de afiliados.
Este es uno de los barriles de pólvora que el próximo gobierno de Chile deberá desactivar aunque no es muy claro de qué modo podrá resolverse un problema tan complejo y que involucra a una porción significativa de ciudadanos. El modelo, creado y puesto en marcha por José Piñera —hermano del candidato centroderechista Sebastián— cuando era ministro de Trabajo de Pinochet, nació con tal promoción que fue imitado rápidamente por un puñado de países.
En América latina, además de Argentina también lo aplicó Colombia y Perú. Pero además fue citado en reiteradas oportunidades como ejemplo de éxito por el presidente de Estados Unidos George W. Bush, como un camino a seguir en sus planes de reformar la seguridad social de su país.
Investigaciones periodísticas en Chile sostienen que el problema que acucia al sistema es que no puede asegurar una pensión mínima a la totalidad de los trabajadores, debido a que muchos de ellos debieron interrumpir los pagos de la cotizaciones mensuales como consecuencia de haber quedado desocupados o cambiar de empleo sin ser legalizados, o porque sus empleadores simplemente no hicieron los aportes.
El Instituto Nacional de Normalización Previsional explica que para optar a una jubilación mínima de 130 dólares se requiere de al menos 240 cotizaciones. Eso significa dos décadas de pagos mensuales ininterrumpidos. Según la agencia francesa AFP que investigó los datos, 60 por ciento de los afiliados cotiza con una densidad de menos de 4,2 meses por año.
La explicación para semejante irregularidad se encuentra en que la mitad de los trabajadores afiliados ahorra tal como está pactado en el sistema, con su aporte cada mes. Pero los otros 3,5 millones no lo hace o lo hizo irregularmente debido, entre otros motivos, al desempleo que si bien está en un 8 por ciento actualmente, sufrió alzas enormes en el pasado.
No se debe olvidar que Chile hace menos de seis años tenía el 40 por ciento de la población bajo la pobreza y aún hoy, después de la asistencia social adoptada por la Concertación, todavía queda 18 por ciento de la gente en esa condición.
Otro problema es que los altos costos que cobran las administradoras por el manejo de los fondos, que van entre un 10 y un 30 por ciento de los recursos que financian los trabajadores, merman el monto de las jubilaciones.
Parte de todo este entuerto puede entenderse a partir de cómo funciona el esquema. El modelo obliga a todos los trabajadores a pagar entre un 10 y 12 por ciento de sus rentas mensuales. Ese dinero va a un fondo individual que es el que administra las instituciones privadas.
Parte de esos fondos se invierte en acciones y bonos. El año pasado la renta lograda sobre esas inversiones fluctuó entre 5,9 y 12,11 por ciento frente a una inflación que está aproximadamente en el 4% anual.
Pero estas compañías, que son en total seis en Chile, han tenido una rentabilidad promedio medida en los últimos 12 años de 25,99 por ciento, lo que configura un negocio empresario sin dudas brillante.
http://www.clarin.com/diario/2005/12/12/elmundo/i-02615.htm