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Jugar con la memoria cuando el alzheimer todavía no está en sus fases más avanzadas puede ayudar a los ancianos que padecen esta enfermedad a luchar contra su desarrollo, y a escapar del olvido progresivo en el que se sume su cerebro. De nuevo, un estudio alerta sobre la necesidad de diagnosticar a tiempo la enfermedad para comenzar a trabajar con sencillos ejercicios antes de que el paciente pierda definitivamente todas sus capacidades. Se trata de algo tan sencillo como poner nombres a las caras.
Cientificos londinenses acaban de publicar sus conclusiones en el último número de “Neuropsychology”, donde señalan que los pacientes más conscientes de su enfermedad son más capaces de recordar nombres y, en general, de trabajar con su memoria.
Después de conocer varias historias de expertos en rehabilitación sorprendidos por el éxito de ejercicios de memoria anecdóticos con enfermos de alzheimer, el equipo de la doctora Linda Clare se puso a trabajar con 12 pacientes para descubrir la validez de este tipo de entrenamiento una vez estandarizado y evaluar la duración de los posibles beneficios de la terapia.
Todos los participantes tenían un diagnostico reciente de alzheimer y aún tenian capacidades de aprendizaje. Cada uno de ellos respondió a varios test neuropsicológicos con el objetivo de medir sus capacidades de memoria, habilidades, percepción visual, su capacidad de poner nombre a las cosas, de prestar atención etc.
En todos los casos se registraron alteraciones y errores en las pruebas de memoria, y los participantes mostraron déficits a la hora de llamar a las cosas, e incluso a las personas, por su nombre.
Con estos resultados en la mano, los investigadores animaron a los ancianos a recordar los nombres de 12 personas, tanto de su entorno familiar, como de famosos. Los que habían tenido dificultades para nombrar, se utilizó un mecanismo mnemónico para asociar fotografías y nombres. Los ancianos se ponian a prueba, evaluando lo que eran capaces de recordar pasado un intervalo de tiempo. Todos los ensayos trataron de minimizar las posibilidades de error, lo que, a juicio de los autores del trabajo, reducía el desánimo que provocaba en los ancianos equivocarse y aumentaba su confianza. Cada semana, los ancianos memorizaban una nueva pareja (nombre-foto), hasta que cada uno de ellos trabajó las 12 fotografías.
Al cabo de un mes, y posteriormente a los tres, seis y 12 meses, se llevaron a cabo pruebas de evalución que demostraron que los pacientes mantenían sus habilidades de memoria, incluso sin práctica posterior. El optimismo de los autores del trabajo responde a la sencillez de las pruebas y al hecho de que estos métodos pueden ser aplicados fácilmente por no profesionales, esto es, amigos familiares y voluntarios. A juicio de la doctora Clare, esta estrategia de rehabilitación está basada en el restablecimiento de enlaces entre las representaciones fofológicas (el nombre) y las semánticas (las personas especificas). Los autores especulan con la posibilidad de que otras áreas del cerebro pudan asumir las funciones de las zonas dañadas.
Tambien admiten que algunos de los participantes no mostraron ninguna mejoria, por lo que los autores inciden en la necesidad de personalizar las terapias, dado que no todas las pérdidas de memoria, ni la gravedad de los síntomas son idénticos en todos los pacientes.