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Abril 02, 2004
Enfermos imaginarios

Hipocondriaco.JPG¿Quién no ha tenido pacientes así?

Hipocondríacos
Todos los médicos los reconocen.

Por Mary Duenwald
De The New York Times
Publicado Originalmente en La Nación
Viernes 2 de Abril de 2004

El hombre que descubre una contusión en su muslo y se convence de que es leucemia. La mujer que examina sus senos con tanta frecuencia que se vuelven sensibles y luego decide que la inflamación significa que tiene cáncer. El hombre que ha sufrido de acidez toda su vida, pero que luego de leer sobre cáncer de esófago no tiene dudas de que él lo sufre. Realizan visitas frecuentes a los médicos, solicitan tests innecesarios y pueden volver locos a sus amigos y familiares, ni que hablar a sus médicos, con una aparentemente interminable búsqueda de reaseguros. Según algunas estimaciones, podrían ser los responsables, hasta en un 20%, de los asombrosos costos anuales en salud.

Sin embargo, tratar la hipocondría, desorden que aflige a uno de cada veinte norteamericanos que visitan al médico, ha sido uno de los más duros rompecabezas de la medicina. Donde el paciente ve una enfermedad física el doctor ve un problema psicológico y la frustración reina en ambas partes, en el consultorio médico.

Recientemente, sin embargo, ha habido un quiebre en este tema. Nuevas estrategias de tratamiento están ofreciendo la primera esperanza desde que los antiguos griegos reconocieron la enfermedad como hipocondría, hace 24 siglos. La terapia cognitiva, informaron los investigadores la semana pasada, ayuda a los pacientes hipocondríacos a evaluar y cambiar sus pensamientos distorsionados sobre la enfermedad. Luego de seis sesiones de terapia de 90 minutos, el estudio encontró que el 55% de los 102 participantes estaba en mejores condiciones de realizar mandados, conducir e involucrarse en actividades sociales.

Los medicamentos antidepresivos, según otros estudios, también demuestran ser efectivos.

"Hay esperanzas de que con tratamientos efectivos un diagnóstico de hipocondría será más aceptable y no un tema que cause gracia o vergüenza", afirmó el doctor Arthur J. Barsky, director de investigación psiquiátrica de Brigham y del hospital de mujeres de Boston y principal autor del estudio de terapia cognitiva que apareció el 24 de marzo en un número de The Journal of the American Medical Association.

Casi todos tenemos síntomas físicos inexplicables de tanto en tanto, y mucha gente experimenta un momento de preocupación por alguna erupción rara, bultos o dolores que puedan ser signos de un problema real. Pero un diagnóstico oficial de hipocondría, según la Asociación Psiquiátrica norteamericana, está reservado para los pacientes cuyos temores de tener una enfermedad grave persisten por lo menos durante seis meses y continúan aun después de que los médicos les aseguran que están sanos.

En pacientes con hipocondría, afirman los expertos, los malestares comunes parecen registrarse más intensamente que en otras personas.

La obsesión por la salud

"El sistema nervioso de la persona es como una radio cuyo volumen está sintonizado tan alto que se vuelve intolerable", aseguró el doctor Barsky. Los investigadores han encontrado que la hipocondría, que afecta a hombres y mujeres por igual, parece desarrollarse en gente que tiene ciertos rasgos de personalidad. El neurótico, el autocrítico, el introvertido y el narcisista parecen particularmente inclinados a los temores hipocondríacos, según el doctor Michael Hollifield, profesor adjunto de psiquiatría de la Universidad de Nuevo México.

Dos tercios de los hipocondríacos también tienen otros desórdenes psiquiátricos. Hay estudios que sugieren que el 40 por ciento sufre de depresiones profundas, del 10 al 20 por ciento tiene desórdenes de pánico y entre el 5 y el 10% desórdenes obsesivo-compulsivos, y algunos también ansiedad.

El temor a la enfermedad puede tener varios grados de intensidad. La hipocondría puede ser leve, un débil ruido de fondo o tan intensa que ahoga todo otro pensamiento.

"Puede ser difícil dormir o pensar en cualquier otra cosa que no sean sus temores hipocondríacos", manifestó el doctor Brian Fallon, profesor adjunto de clínica psiquiátrica de Columbia.

En algunos casos, los pacientes se vuelven tan temerosos sobre sus enfermedades imaginarias que empeoran los síntomas.

"Un dolor de cabeza que se cree se debe a un tumor cerebral es mucho peor que otro que se debe a cansancio ocular", aseguró Barsky.

Para el hipocondríaco, una simple preocupación a menudo se convierte en pánico, que luego lleva a más síntomas.

"Debido a que los pacientes están ansiosos, su corazón comienza a latir rápidamente y terminan mareándose", dijo el doctor Jonathan S. Abramiwitz, psicólogo clínico de la Clínica Mayo de Rochester, Minnesotta, que trata pacientes con hipocondría.

Los nuevos síntomas causan más ansiedad, y así el ciclo continúa. En los casos más extremos, los pacientes pueden preocuparse hasta tal punto que tienen conductas equivocadas o quedan totalmente bloqueados por el miedo.

Sin embargo, la hipocondría habitualmente no lleva a pensamientos suicidas, afirmó el doctor R. Lipsitt, profesor de psiquiatría de Harvard, aunque más no sea porque la gente que teme la enfermedad también teme a la muerte. "Esta gente tiene la tendencia a vivir una vida muy sana", agregó. "Se cuidan, se contienen a sí mismos, en cierto sentido."

La hipocondría tiene una historia interesante. En el siglo XVIII, Boswell escribió una columna semanal en una revista en la que describía su obsesión con su salud personal. En el siglo XIX, Darwin se preocupaba por sus inexplicables palpitaciones, cansancio y temblor en sus dedos, que aparecían cuando discutía sobre su nueva teoría de la evolución. Proust cuidaba tanto su salud que se envolvía con muchas mantas y abrigos.

Los antiguos griegos utilizaron la palabra hipocondría para describir los síntomas de malestar digestivo combinados con melancolía que creían que provenían del bazo y otros órganos del hipocondrio, región situada bajo la caja torácica. Se pensaba que el desorden les ocurría sólo a los hombres. Los síntomas inexplicables en las mujeres se atribuían a la histeria, mala ubicación del útero.

Esta visión prevaleció durante 2000 años hasta que los médicos del siglo XVII advirtieron que probablemente los temores hipocondríacos podrían originarse en el cerebro y no en el cuerpo.

Sin embargo, los médicos podían ofrecer poco en cuanto al tratamiento, más allá de las tradicionales estrategias de sangrado, sudado e inducción al vómito.

Traducción: María Elena Rey
http://www.lanacion.com.ar/04/04/02/sl_588742.asp

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males_imaginarios.JPGLos tratamientos cognitivos demuestran ser efectivos
Nuevas terapias para males imaginarios

Estos abordajes psicoterapéuticos no ahuyentan los síntomas, pero permiten que los pacientes le presten menos atención

En su primera entrega, este artículo ofreció nuevas evidencias que muestran la utilidad de las terapias cognitivas para el tratamiento de la hipocondría. Un reciente estudio reveló que más de la mitad de los pacientes responden a estas terapias.

En el siglo XX, Freud reconoció que la enfermedad -la hipocondría- era tanto psicológica como física. Pero como no era importante para sus teorías, no tuvo interés en ella. Otros médicos sostenían que "todo debe estar en sus cabezas".

Pero hoy muchos expertos afirman que no tener en cuenta los síntomas que los pacientes manifiestan, empeora las cosas. "Cuando uno lo piensa, es demasiado orgullo por parte del médico proclamar que los síntomas del paciente no son reales -afirmó el doctor Brian Fallon, profesor adjunto de clínica psiquiátrica de Columbia-. Si una persona está experimentando algo, es real, ya sea que se pueda explicar psicológicamente o no."

Es más, hay una psiquiatría que ofrece a los pacientes mucha esperanza en lograr el control de su ansiedad. Esto a menudo lleva a los clínicos a un juego delicado, cuando intentan encontrar la forma de sugerir a los pacientes la visita a un psiquiatra, sin que se ofendan.

El sólo nombrar la palabra hipocondría a un paciente puede causar problemas. Como resultado de ello algunos expertos han sugerido utilizar la palabra ansiedad que tiene menos connotaciones negativas.

Si un nombre puede permitir que los pacientes acepten su problema, la lógica indica que quizá más de la mitad de ellos buscarán ayuda. La terapia cognitiva, como lo demostró el doctor Arthur Barsky, director de investigación psiquiátrica de Brigham, ha probado ser sorprendentemente efectiva para ayudar a pacientes que ven en cada dolor un potencial desastre.

Reinterpretar los síntomas

En un estudio conducido por Barsky, los pacientes, cuya fijación en enfermedades han interferido con sus vidas cotidianas, no vieron desaparecer sus síntomas, pero aprendieron a prestarles mucha menos atención. La terapia les enseñó a reexaminar su interpretación de los síntomas.

"Hablamos con ellos sobre otras posibles explicaciones para sus dolores de cabeza, sus tensiones o su insomnio", afirmó Barsky.

Los investigadores también enviaron cartas a los médicos clínicos para aconsejarlos sobre distintas formas de ayudarlos. Se les dijo que atendieran a sus pacientes sólo con turnos y no en emergencias cuando sus síntomas afloraran, también que fueran conservadores en sus tratamientos y en el ordenar tests y que los ayudaran más bien a dominar los síntomas que a eliminarlos.

"Hay que trabajar también con sus médicos porque la hipocondría también los afecta a ellos", dijo Barsky. Los pacientes que recibieron terapia cognitiva continuaron con su mejoría durante 12 meses después del tratamiento, según lo demostró el estudio.

De los 80 pacientes del grupo de control, que vieron a sus médicos como habitualmente, el 29% también mejoró durante el año, aseguró Barsky y agregó que como se los controló durante un corto lapso algunos podrían haber tenido una hipocondría temporal. Otros expertos señalaron que los descubrimientos del estudio eran una señal que demostraba que la hipocondría no era intratable como se pensaba.

La medicación como forma de tratamiento también es prometedora. El doctor Fallon, por ejemplo, encontró que ciertos antidepresivos, pueden aliviar los temores hipocondríacos y las obsesiones en el 70 al 80% de los pacientes. Las drogas parecen ser más efectivas en pacientes que creen estar afectados por una enfermedad específica y es menos efectiva en aquéllos con síntomas como dolor de cabeza, de articulaciones o problemas de visión, pero que no saben cuál es la causa.

Es inevitable que algunos pacientes seguirán con sus convicciones hipocondríacas ante cualquier esfuerzo para deshacerse de ellas. "Siempre habrá alguien que diga: "Lo que verdaderamente necesito es alguien que me haga una biopsia de hígado"", finalizó el doctor Barsky.

Por Mary Duenwald
De The New York Times
Traducción: María Elena Rey
http://www.lanacion.com.ar/04/04/03/sl_589027.asp

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El trastorno afecta a los estudiantes de medicina

Estos se "curan" una vez graduados

NUEVA YORK (The New York Times).- A juzgar por los estereotipos, una de las mejores formas de volverse hipocondríaco es estudiar medicina, y una de las mejores formas de recuperarse es graduarse.

Los estudiantes de medicina son notoriamente hipocondríacos. Es muy común que cuando comienzan a internarse en el mundo de la salud se autodiagnostiquen enfermedades terminales (usualmente aquellas que están estudiando), de modo que la frase "síndrome del estudiante de medicina" acuñada décadas atrás es muy adecuada para este comportamiento.

Una vez graduados, la hipocondría tiende a desaparecer. Los médicos evitan a toda costa la tensión médica, incluso cuando están claramente enfermos. Sin embargo, nadie ha estudiado sistemáticamente cómo la vivencia de los médicos ante su propia vulnerabilidad a las enfermedades ha evolucionado con los años.

Incluso los pocos investigadores que han tratado de determinar el alcance del síndrome del estudiante de medicina han obtenido resultados contradictorios. Dos pequeños estudios realizados en la década del sesenta hallaron que entre el 70 y el 80% de los estudiantes de medicina presentaba temores infundados relacionados con enfermedades en algún momento de la carrera.

Otros dos estudios, por el contrario, sólo verificaron la presencia de verdadera hipocondría en sólo una pequeña fracción de los estudiantes.

Algunos investigadores interpretan que los episodios de hipocondría entre los estudiantes de medicina tienen una vida demasiado corta, debido a que los jóvenes se ven bombardeados por información sobre enfermedades y síntomas descontextualizada. Inmersos en los arcanos detalles de una severa enfermedad, con demasiada poca frecuencia escuchan mucho sobre salud. La mayoría son jóvenes y saludables, pero confrontan lo enorme y azaroso de las enfermedades, lo que los deja llenos de temor.

Entonces, se gradúan. El sentido común supone que los médicos están demasiado ocupados y muy experimentados con los problemas del cuerpo humano como para volverse hipocondríacos. En su lugar, aunque no existen estudios que confirmen esta impresión, usualmente ignoran sus propios padeceres.

El cuidado médico que reciben tiende a ser menor al óptimo, y no pasa de una conversación casual con algún colega. Su adherencia a los tratamientos es miserable, y la medicación tiende a conformarse de cualquier tipo de muestra gratis que esté disponible en su escritorio.

Quizá los médicos sean tan hipocondríacos como los estudiantes de medicina, pero una vez que el temor a la enfermedad se junta con el temor a lo que implica su tratamiento, la única opción resulta ser preocuparse y esperar en silencio.

http://www.lanacion.com.ar/04/04/03/sl_589028.asp

Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Abril 2, 2004 09:07 PM
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