Gerontología - Universidad MaimónidesGerontología - Universidad Maimónides
Octubre 31, 2004
No tan natural

La naturaleza, una sabia constantemente agredida, tiende a conservar la armonía y el equilibrio. La noche y el día, el sol y la lluvia, el frío y el calor, se alternan para que la tierra florezca, los animales se alimenten y el descanso del sueño reponga en nosotros las energías necesarias para afrontar trabajos y obligaciones. Todo es tan equilibrado que ese orden natural justifica la creencia en un ser superior –Dios o como se lo llame– que ha logrado una obra tan perfecta.

Por Enrique Pinti
La Nación Revista
Domingo 31 de Octubre de 2004

Cuando uno ve a los animales cuidando sus crías y al mismo tiempo dándoles independencia para que, una vez éstas crecidas, emprendan su vida y con el tiempo críen a sus hijos como las cuidaron a ellas, se da cuenta de que las "bestias", los supuestos irracionales, proceden con una razonabilidad asombrosa.

Pero la naturaleza, con su espectáculo de mutaciones y cambios, nos da además la pauta clara y rotunda de que la diversidad es necesaria y natural. Como el día y la noche, el invierno y el verano, los seres humanos somos diferentes, irrepetibles y particulares. Piezas únicas. Podemos, a lo sumo, tener gustos parecidos u opiniones compartidas; podemos, incluso, adoptar características que no son las propias para no molestar o irritar a los otros, y ponernos de acuerdo alrededor de ciertas reglas de conducta que nos permitan convivir en sociedad, pero somos diferentes.

Vemos la vida desde lugares diversos, y muchas veces reaccionamos ante el mismo hecho de manera opuesta. Hasta tomamos por loco a quien no ve las cosas como nosotros, descalificamos al que tiene gustos distintos y llegamos al fanatismo de proclamarnos dueños absolutos de la verdad. La poca o ninguna capacidad de comprender a los otros nos hace más ignorantes y pequeños, más mezquinos y desgraciados.

Todas las libertades democráticas y las reglas de la civilización y la cultura integradora de la tolerancia se estrellan contra el muro de nuestra torpeza. Comprender no es compartir, entender no es justificar y considerar al otro no es negarse a sí mismo. Es, en cambio, aceptar que uno no es el ombligo del mundo.

Pero no confundamos las cosas. La realidad y sus golpes nos ponen a prueba, y nuestra capacidad de asombro se ve desafiada muy a menudo por hechos, circunstancias y personas que hacen con naturalidad pasmosa lo que nosotros no podríamos concebir ni en nuestras más disparatadas y perversas fantasías.

Matanzas en escuelas perpetradas por alumnos aparentemente normales, horrorosos asesinatos, guerras y torturas de crueldad intolerable, suicidios colectivos inducidos, son parte del variado menú que nos ofrece el vertiginoso devenir de la historia. Y surge entonces nuestra necesidad de entender, de interpretar los hechos y poder digerirlos. Y no podemos. El que es capaz de matar es tan diferente que no encaja en nuestro sistema. Y es lógico.

Es tal el quebrantamiento de principios vitales, es tan grande la transgresión y tan terribles las consecuencias que hasta a la mente más abierta y comprensiva se le hace difícil entender qué puede llevar a seres aparentemente racionales a cometer semejantes actos.

Y es ahí donde la propia naturaleza, humana en este caso, nos vuelve a mover el piso de nuestra seguridad con la inquietante diferencia. No somos todos iguales. Podemos y debemos aceptar otras opiniones en política, economía, educación y conducta sexual. Podemos y debemos comprender sin compartir otras prácticas religiosas y podemos y debemos convivir con otras costumbres sociales. Pero lo que destruye, lo que mata, lo que asesina, lo que nos invade con su violencia no tiene por qué ser aceptado como una variante natural, y mucho menos incorporado como una costumbre de "estos tiempos que corren". Cualquier época es mala para la muerte, la destrucción y el horror. Nada es porque sí. Busquemos el porqué, que es imprescindible, pero no nos acostumbremos al horror.

http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/suplementos/revista/nota.asp?nota_id=649114

Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Octubre 31, 2004 02:56 PM