La complejidad de nuestra sociedad viene caracterizada y agravada por la interdependencia, la globalización y la incertidumbre. Todo ello enmarca los riesgos a los que debemos hacer frente: el terrorismo, los económicos, los cibernéticos, los sanitarios y los Estados fallidos. Ante estos riesgos, las ingenierías, tanto la militar como la civil, colaborarán conjuntamente, en una convergencia imprescindible, en el diseño, desarrollo, implantación y uso de los medios necesarios para la reducción de dicha vulnerabilidad.
Ello exigirá, además, un nuevo marco referencial, un nuevo paradigma: el paradigma sistémico y prospectivo.
Por Ricardo Torrón Durán.
TENDENCIAS CIENTÍFICAS 2004
13/11/2004
La perspectiva sistémica y prospectiva puede ayudar a las ingenierías militar y civil a reducir los peligros actuales
Si tomamos como definición de sistema la suministrada por Bertalanffy que, a pesar de su sencillez, es siempre válida: «conjunto dinámico de elementos y de relaciones entre estos elementos», podemos decir que las Nuevas Tecnologías de la Información/Comunicación han establecido, modificado, reforzado o refinado las relaciones entre los elementos de los más diversos sistemas diseñados por el hombre, sean físicos o abstractos, así como de aquellos organizativos basados en la actividad humana.
Ello explica, de una manera sencilla, que hablar de Información y de sus Tecnologías es lo mismo que hablar de Sistemas y que, por tanto, podemos decir que la actual Sociedad de la Información aparece en la Era de los Sistemas, fruto de la Tercera Ola, en terminología de Toffler.
Añadamos además que el ingeniero, civil o militar, se responsabiliza en buena medida de la configuración de la nueva sociedad, por lo que debe utilizar adecuadamente las tecnologías citadas, en su doble vertiente económica y técnica, usando para ello, como veremos más adelante, útiles de decisión que, por su formación y mentalidad, tiene a su alcance, como son la concepción sistémica de los problemas que le proporciona el Análisis de Sistemas y la actitud creativa cara al futuro que le suministra la Prospectiva.
Era de los Sistemas
Es frecuente hablar hoy día de la “Revolución de lo Militar” y, en efecto, casi todo lo concerniente a la Defensa está experimentando un cambio que, en ocasiones, es radical.
Este cambio, unido a la interdependencia, la globalización, la complejidad y la incertidumbre, configura el contexto que enmarca, hoy día, toda decisión en el campo de la Defensa.
Ahora bien, la implantación de las Nuevas Tecnologías de la Información en el ámbito militar, igual que en la sociedad en general, es uno de los principales factores desencadenantes del acelerado cambio actual. Pero, también con estas nuevas tecnologías tenemos el instrumento que, adecuadamente usado, permite adaptarse, preverlo, dominarlo, provocarlo o adelantarse a él.
Además, a medida que la Sociedad de la Información se implanta, el número de puntos vitales crece exponencialmente y su vulnerabilidad total aumenta, ampliándose claramente el campo de la Defensa hacia el de la Defensa y Seguridad.
La complejidad de la vulnerabilidad social
La complejidad de nuestra sociedad viene caracterizada y agravada por la interdependencia, la globalización y la incertidumbre. Y esta complejidad creciente aparece entrelazada con el cambio, que se presenta, al mismo tiempo, como causa y efecto de ella en los más variados aspectos.
Por ejemplo, en el ámbito de la Defensa y Seguridad aparece en:
1. El nuevo contexto internacional, con intervenciones militares fuera de nuestras fronteras
2. Las nuevas amenazas, como son las armas de destrucción masiva, entendiéndose por ellas las nucleares, bacteriológicas, químicas y radioactivas
3. Los nuevos retos, como son la preservación del medio ambiente o el problema migratorio
4. Las nuevas legitimidades, entre las que están el efecto CNN, el derecho de injerencia, las acciones de anticipación o la guerra preventiva
5. Las nuevas capacidades exigidas a nuestras fuerzas armadas y a su material como son la interoperabilidad, la proyectabilidad, la sostenibilidad, etc., etc.
Todo ello enmarca los riesgos a los que debemos hacer frente y cómo debemos hacerlo.
Muchos de estos riesgos se pusieron de manifiesto finalizada la Guerra Fría, a partir de 1989/90, como si estuvieran retenidos por el equilibrio bipolar existente hasta entonces.
Ellos son la manifestación más palpable de la vulnerabilidad de la sociedad actual. Los más importantes riesgos son el terrorismo, los económicos, los cibernéticos, los sanitarios y los Estados fallidos.
El terrorismo
Este riesgo no fue percibido plenamente en los países occidentales desarrollados hasta el 11 de septiembre de 2001, y, sin embargo, se trata del más importante riesgo actual de la sociedad, como empieza a reconocerse tras el brutal atentado del 11 de marzo pasado en Madrid.
Ligado frecuentemente a la delincuencia internacional, el narcotráfico y el mercado ilegal de armas, está hoy día agravado por la posible utilización, por parte de los terroristas, de las armas de destrucción masiva, antes mencionadas.
La vulnerabilidad de la sociedad se pone así de manifiesto de la manera más descarnada, pues es fácil imaginar las consecuencias catastróficas de la destrucción terrorista o del sabotaje de un sistema crítico para la supervivencia, o de una red informática de telecomunicaciones, o de energía, vitales para la existencia de una Nación.
Un reciente artículo editorial de ABC titulaba al terrorismo como «la peste del siglo XXI», usando la expresión ya empleada por importantes hombres de Estado. Se ha dicho incluso que nos encontramos a las puertas de una nueva Guerra Mundial.
En su lucha no existe aún una política de actuación internacional común, pero sí existe, prácticamente, coincidencia en una serie de puntos de acción a nivel nacional (caso de España), como es el hecho de no aceptar jamás su justificación, de desplegar para combatirlo toda suerte de medios legales y de no caer nunca en la trampa de su negociación.
Los riesgos económicos
Principalmente los motivados por la desigualdad económica internacional entre países ricos y países pobres. Esta desigualdad, en lugar de reducirse, aumenta de año en año hasta hacer imposible la inversión de capital de los países desarrollados en los, cada vez más pobres, países subdesarrollados, que también están, cada vez, más habitados, y son, cada vez, más inestables (como ya se había anticipado, entre otros documentos, en el tercer informe al Club de Roma «Reshaping the International Order» , de Timbergen, en 1977).
Este riesgo es, en ocasiones, la causa de una economía ilegal basada en la delincuencia internacional y en el mercado de armas y drogas y también la motivación, en muchos casos, del problema migratorio.
Por otra parte, con los riesgos económicos, está relacionado el problema del medio ambiente pues, pese a los múltiples foros (Club de Roma, Cumbre de Río, Compromiso de Kyoto, Conferencia de Johannesburgo, etc.), la esquilmación de los recursos naturales, tanto energéticos como de materias primas o biológicos, afecta diariamente a la economía internacional y a su estabilidad.
Los riesgos cibernéticos y sanitarios
Estos riesgos han motivado el acuñamiento del término, ya empleado por muchos autores, de la «guerra de la información», en la cual se contempla la posibilidad de paralizar o anular a una organización, a una ciudad o a una región entera, a través del bloqueo de imprescindibles servicios, militares o civiles, por la vía de la agresión cibernética.
Se engloban en estos riesgos los que pueden provocar el uso de las armas de destrucción masiva o las grandes catástrofes industriales (provocadas o no) de carácter químico o nuclear, así como las enfermedades, algunas de ellas nuevas, que generarán las grandes hambrunas y el deterioro medioambiental.
Al mismo tiempo, los grandes desplazamientos migratorios, como el originado por el fenómeno de «litoralización» del África subsahariana (que no ha hecho más que iniciarse), motivarán epidemias de enfermedades poco conocidas.
Los Estados fallidos
Son aquellos Estados que, roto el equilibrio bipolar antes citado, no pueden responder debidamente a sus obligaciones y cometidos, tanto internos como externos, siendo el caldo de cultivo ideal para el terrorismo internacional, el narcotráfico, la existencia de «señores de la guerra», etc.
El origen de gran parte de los riesgos antes nombrados está, y sobre todo estará, en la existencia de este tipo de estados. El derecho de injerencia en los mismos de otros países o de organizaciones internacionales es hoy tema prioritario de discusión y reflexión en los más importantes foros.
Ante todos estos riesgos citados, donde la vulnerabilidad de nuestra sociedad es manifiesta, las ingenierías, tanto la militar como la civil, colaborarán conjuntamente, en una convergencia imprescindible, en el diseño, desarrollo, implantación y uso de los medios necesarios para la reducción de dicha vulnerabilidad.
Ello exigirá, además, un nuevo marco referencial, un nuevo paradigma, como ahora se dice, en que los ingenieros apoyarán sus decisiones. Se trata, como ya apuntábamos al hablar de la Sociedad de la Información, del paradigma sistémico.
El enfoque sistémico
El concepto base es, naturalmente, el concepto de Sistema en el que, como ya dijimos, aparecen al mismo nivel, las partes que constituyen un conjunto y las relaciones existentes entre ellas.
La manera de «aproximarse» a los problemas con criterio sistémico es lo que se acostumbra a llamar enfoque sistémico, y ello es el resultado de una actitud de aprehender el fenómeno o problema a estudiar en toda su amplitud y globalidad.
Esta actitud exige no considerar el todo como una simple suma de las partes y se diferencia claramente de la actitud basada en los principios reduccionista y causalista del Cartesianismo, que son sustituidos por el global o sistémico y el teleológico, propios de la Sistémica.
Este nuevo paradigma mental rompe con el encorsetamiento del racionalismo, asienta la noción de irreversibilidad del tiempo, no admite la linealidad causa-efecto y margina definitivamente el pensamiento determinista.
Podemos decir, además, que el enfoque sistémico es, debido a su amplitud de miras y globalidad, el método de aproximación adecuado a la complejidad actual que nos permite considerar todas las interrelaciones de una manera dinámica, las sinergias que se producen, la diversidad de disciplinas que resultan afectadas, el periodo de vida de los sistemas en toda su extensión, los diferentes puntos de vista implicados, la multiplicidad de criterios decisionales, etc.
Todo ello es fruto de un intenso proceso de investigación, donde se han ido concretando las principales características atribuibles a los sistemas y al proceso intelectual que los tiene en cuenta.
La actitud prospectiva
Por otra parte, una de las escuelas sistémicas que han ido surgiendo, el Análisis de Sistemas, tiene un origen histórico militar, vinculado a la Investigación Operativa. Aparece finalizada ya la Guerra Mundial, situándose su fecha de origen en 1948, coincidente con la creación de la Rand Corporation como empresa de asesoramiento sin afán de lucro y financiada inicialmente por la Fundación Ford.
La metodología del Análisis de Sistemas es, además, seguida actualmente por algunas técnicas de la Prospectiva utilizadas para la generación de escenarios posibles de futuro. La Prospectiva se encuadra claramente en la Sistémica y ubica en el futuro la exploración de alternativas.
Esta actitud activa frente al futuro, parte del principio de que el futuro no puede predecirse, pues no está predeterminado y que, básicamente, a lo que debemos aspirar es a configurarlo.
En resumen, la Prospectiva nace por el deseo de las sociedades contemporáneas de ser protagonistas de su futuro, pasando de una actitud pasiva o adaptativa, que generaba la Previsión clásica, a otra activa y creativa frente a su propio porvenir.
Naturalmente, los estudios de previsiones se han realizado desde hace mucho tiempo, pero es en la segunda mitad del siglo XX cuando, al hacerse el mundo tecno-económico más complejo, la necesidad de prever se convirtió en una componente muy importante de la fe en el futuro.
Previsión insuficiente
Pues bien, la crisis del petróleo iniciada en el 73/74, cogió de sorpresa a todas las autoridades responsables de la Economía occidental, lo que hizo bascular la expresión de «previsión necesaria» a «previsión insuficiente», poniendo de manifiesto la necesidad de complementar el uso de las técnicas de Previsión con las de la Prospectiva y su metodología.
En el campo de la política exterior tenemos el ejemplo, más reciente, de la reunificación de Alemania y la desaparición del bloque soviético en el 89/90, que sólo algunos prospectivistas, como Jacques Lesourne, tuvieron la agudeza de predecir.
¿Y qué decir del ataque terrorista al corazón mismo de Nueva York y al Pentágono norteamericano el 11 de septiembre del 2001? Hay que reconocer que sorprendió a todos los responsables de los Sistemas de Seguridad y Defensa del mundo occidental. Y lo mismo, por desgracia, podemos decir del terrible atentado del 11 de marzo pasado en Madrid, respecto a los causantes directos.
Digamos finalmente con respecto al enfoque sistémico y a la actitud prospectiva, que es difícil poner límites a las amenazas y riesgos a los que la sociedad se tiene que enfrentar hoy día, y que son mas que nunca imprevisibles en sus características, alcance, objeto, tipo, lugar de aparición duración, efectos, procedencia y diversidad.
Esta amplitud, junto con la complejidad de los sistemas de defensa y seguridad, impide que el sentido común pueda hacer valoraciones objetivas debido al gran número de variables que entran en competencia, a las que hay que añadir la fácil demagogia del pacifismo, el marketing abrumador de los fabricantes, las incertidumbres políticas y económicas, etc. La Sistémica viene a poner orden en tantas variables, buscando un equilibrio entre su eficacia, el coste y el tiempo de desarrollo de las medidas a adoptar.
Pues bien, el papel que el decisor técnico, el ingeniero, juega en esa ayuda a la decisión, tanto en el ámbito militar como en el civil, no ha hecho más que aumentar, haciéndose hoy día imprescindible su intervención.
En la tarea de seleccionar la adecuada tecnología, o su adecuada utilización, para satisfacer las necesidades de Defensa y Seguridad, se habrá de prever el alcance de sus efectos posibles, no sólo sobre las variables económicas e industriales, sino sobre las personas y su entorno local. Todo influye sobre todo. El enfoque sistémico se impone y sobre él se ha de contemplar el futuro como una consecuencia de las acciones tomadas en el presente, como nos enseña la Prospectiva.
La convergencia de las ingenierías militar y civil
Como consecuencia de este enfoque sistémico estamos asistiendo, en la actualidad, a una convergencia entre los mundos de la Ingeniería al servicio de la sociedad civil y la Ingeniería al servicio de la Defensa, convergencia que se observa cada vez más intensamente y que, con cierta imaginación, nos puede recordar la época en que la Ingeniería era una sola y de aplicación casi exclusiva a la Defensa.
Tiene sus precedentes en la Segunda Guerra Mundial, e incluso durante la Primera en que los científicos ingleses y franceses, representados respectivamente por las prestigiosas «Royal Society of London» y la «Academie des Sciences de París», ofrecen, sin limitaciones, su posible colaboración a la Defensa de sus países.
Pero es hoy día cuando el «cierre del abanico» ingenieril se hace patente de una manera nueva, al aparecer la información como un recurso tecnológico que, al igual que la materia y la energía, se obtiene, transporta, almacena y procesa. Y es que, como ya expusimos, la información como recurso tecnológico es el motivo primordial de la irrupción de la vulnerabilidad en nuestra sociedad.
La convergencia tecnológica se refleja ya en los propios Cuerpos Técnicos militares que tienden a unificarse, al tiempo que incorporan la especialidad cuya finalidad es la utilización de las Nuevas Tecnologías de la Información y las Telecomunicaciones a las dos especialidades clásicas del Armamento y la Construcción.
Y es que la aportación de las Nuevas Tecnologías de la Información es fundamental y revolucionaria en todo el extenso campo de la Ingeniería de Defensa.
Convergencia civil y militar
Por otra parte, la necesidad de la relación de las Fuerzas Armadas con los medios de comunicación, así como con el resto de la sociedad y de los organismos del Estado, unida a la profesionalización de nuestros ejércitos y a las misiones internacionales a ellos encomendadas, exigen una coordinación cívico-militar en la implantación de los Sistemas de Información y Telecomunicaciones, con implicaciones que llegan al más alto nivel de decisión.
Dichos sistemas son la base de los Sistemas de Mando y Control militares, con necesidades crecientes de interoperabilidad, flexibilidad y modularidad, como seguramente nunca han sido requeridas a ningún sistema creado por el hombre.
Pues bien, el necesario enfoque prospectivo y sistémico antes citado, exige también la consideración, bajo el punto de visa de la Defensa, no sólo de los Sistemas de Información y Telecomunicaciones de las unidades militares y de los organismos de la defensa, sino de toda la sociedad.
Es decir, en nuestra época, la imbricación entre la Tecnología y la Defensa, entre la Ingeniería civil y la Ingeniería militar, no está solamente en la concepción y el desarrollo de las tecnologías, como en épocas anteriores, sino en su posterior uso, tanto militar como civil.
Ingeniería española 2003
En los próximos años será relevante en el campo de la Ingeniería la convergencia de las tecnologías civil y militar, ya iniciada claramente en el área de la electrónica, de las telecomunicaciones y del espacio, donde es habitual hablar de tecnologías duales, productos COTS (Comercial off the shelf) satélites de uso privado y de Defensa, sistemas de navegación por satélite de utilización militar o civil, sistemas de seguridad para redes de uso indistinto, etc.
Esta convergencia tecnológica se extenderá a los demás campos de la Ingeniería, donde en el ámbito civil ya se ha iniciado. Y hacemos referencia a la denominada convergencia de las tecnologías nano, info y bio, recogida como la más destacable tendencia de futuro que, como estudio prospectivo, se recoge en el informe «Ingeniería española 2003» elaborado y editado por el Instituto de la Ingeniería de España.
A esta convergencia de las nanotecnologías, las infotecnologías (que aquí hemos denominado Nuevas Tecnologías de la Información) y las biotecnologías se une las de las ciencias cognitivas, hoy día en los albores de su desarrollo.
Agreguemos que la Academia de Ciencias de Estados Unidos, en su informe, de junio de 2002, «Converging Technologies for Improving Human Performance» dice expresamente que la convergencia citada trata de aumentar la capacidad de actuación humana, en especial, en el ámbito de la Defensa militar.
Creemos, finalmente que, al igual que en la Era Agrícola, los ejércitos se debían ocupar no sólo de combatir al enemigo, sino también de la protección de las personas, los cultivos y la ganadería; y, en la Era Industrial, las instalaciones fabriles pasan a ser objetivos prioritarios del enemigo y, como consecuencia, motivo de custodia y protección; análogamente, en esta Era de la Información, los variados sistemas que se generan, deberán ser también motivo de atención por los responsables de Defensa, con intervención activa de la Ingeniería militar que, con su actitud prospectiva y sistémica, habrá participado en su diseño, implantación estratégica y adecuada utilización, en íntima colaboración con la Ingeniería civil de la que, en la convergencia citada, estará empleando, en sus propios Sistemas Militares, muchos de los productos, sensores, redes, satélites, normas y protocolos civiles.
En este contexto innovador del planeamiento, la convergencia tecnológica de las Ingenierías militar y civil deberá dar sus frutos en el campo de la Seguridad y Defensa, al buscar conjuntamente la desaparición de la vulnerabilidad de la sociedad actual para la garantía del progreso sostenible, del bienestar social y de la Paz.
Ricardo Torrón Durán, General de División, es Miembro de la Real Academia de Ingeniería y Presidente del Comité de Tecnologías de la Defensa del Instituto de la Ingeniería de España.