ESPERANZA Y CALIDAD DE VIDA
La población es cada vez es más vieja. Mientras unos elogian la longevidad otros se preguntan: ¿la sociedad está preparada para el cambio?
Por Carla Barbuto.
Especial para Clarín.com
02.12.2004
En los años ochenta, los abuelos vitales de Cocoon fueron un clásico un poco bizarro pero bastante aclamado de la pantalla grande. Pasados los años, el aumento del número de personas de más de 65 años comienza a llamar la atención y los especialistas se preguntan ¿para qué envejece la sociedad? “Estas sociedades que se juegan al envejecimiento de su población, ¿por qué lo hacen? La sensación que me queda es que no siempre hay lugar para los más viejos. Entonces, ¿qué sentido tiene la vejez para estas sociedades que decidieron ser viejas?”, se preguntó la socióloga María Julieta Oddone, coordinadora del Proyecto Envejecimiento y Sociedad de FLACSO .
“En general el envejecimiento de la población es un triunfo de la humanidad porque la gente llega a vivir más años y muchos lo hacen en buenas condiciones de salud”, evaluó optimista Edith Pantelides, investigadora del CONICET en el Centro de Estudios de Población (Cenep) Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de envejecimiento? El INDEC lo define como "un proceso de cambio de la estructura por edad de la población, caracterizado por el aumento del porcentaje de personas en edades avanzadas (65 años y más)" y para la División Población de la ONU, una población está envejecida cuando más del 7 por ciento de los individuos tiene 60 años o más.
Teniendo en cuenta la tendencia mundial al envejecimiento –algo en lo que se destacan España e Italia-, parece haber triunfado en el inconsciente colectivo el planteo de Thomas Malthus, que no se cansaba de decir que el aumento de la población humana ponía en peligro el medio ambiente y los recursos naturales. Sin embargo, a la hora de explicar las consecuencias del fenómeno para un país como Argentina, con una población de poco más de 36 millones y con el 9,9 por ciento de su gente sobre los 65 años, son pocos los que toman partido por un análisis neo-malthusiano. “El debate basado en ese punto de vista ha perdido vigencia y ahora se lo puede situar en la lucha por los derechos reproductivos, que son aquellos derechos humanos que incluyen a la salud reproductiva”, explicó Elsa López, socióloga del Área Población del Instituto Gino Germani (IIGG).
Más allá de los apocalípticos pronósticos del economista británico y paranoias al margen, lo cierto es que el mundo envejece –debido a la baja en la tasa de natalidad y mortalidad-. El censo de 1950 ya mostraba que nuestro país no tardaría en unirse a la tendencia. “El envejecimiento es un hecho, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires, donde la población de 65 años o más alcanza al 16 por ciento”, aseguró López. Está claro que no se trata de algo “malo”, simplemente es un fenómeno nuevo para el cual la sociedad quizá no está del todo preparada. Por eso mismo, Oddone dice que “cuando una sociedad envejece y determinados procesos como la longevidad se acentúan, cambia la estructura política de la sociedad de modo radical. Entonces, se necesitan políticas concretas que no existen. Y esa carencia se mantiene aún en países desarrollados”.
En Argentina, por ejemplo, la esperanza de vida actualmente es de 72 años para los hombres y casi 80 años para las mujeres. Esos números podrían crecer mucho a lo largo del siglo XXI, lo que plantea un sinnúmero de cuestiones éticas y sociales. Para el doctor Claudio Chillik, director médico del Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción, expectativa de vida debe ir de la mano, necesariamente, de calidad de vida: “No se trata de prolongar una agonía”, concluye.