Los cambios físicos y psicológicos que produce el envejecimiento pueden determinar la aparición de determinadas patologías psíquicas, que se agravan con la edad. La salud mental de los mayores suele ser bastante aceptable hasta los 75 años, a partir de ahí, el deterioro comienza a ser más notable. En esta época se hace más evidente la disminución en el tamaño del cerebro, la pérdida de células nerviosas, la disminución del flujo cerebral sanguíneo, una menor metabolización de la glucosa y otros muchos cambios degenerativos.
FUENTE: LA VERDAD. 2004;:30-NOVIEMBRE.
Según un informe de la psiquiatra Inmaculada de la Serna, del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, con la edad se produce, además, un cambio en las funciones intelectuales. Así, la personalidad se hace más rígida, más insegura y egocéntrica. Los ancianos suelen desarrollar actitudes defensivas y se muestran negativos y hostiles ante todo lo nuevo.
Depresión
La depresión es el trastorno afectivo de mayor incidencia entre los ancianos. Se calcula que, en sus diferentes formas, la sufre alrededor de un 30% de los ancianos. Este porcentaje aumenta considerablemente cuando los mayores están internados en residencias y hospitales.
Existen factores que predisponen a la depresión y que se suelen dar en este colectivo de edades avanzadas, tales como: la pérdida de salud que acontece con la edad, la presencia de enfermedades crónicas, los cambios que produce la jubilación, un menor poder adquisitivo y la pérdida de familiares, por citar algunos de los más frecuentes.
Además, ciertas enfermedades propician que el anciano entre en estados depresivos. Entre las más frecuentes figuran: la diabetes, el parkinson, la esclerosis múltiple, la artritis, la hipertensión arterial, la insuficiencia renal y la gota. En el anciano, la depresión se manifiesta a través de una serie de síntomas físicos que son más acusados que en el resto de la población. Decaimiento físico, dolores de cabeza, palpitaciones, dificultad para respirar, dolor generalizado, mareos, poco o excesivo apetito, insomnio o, por el contrario, dormir más de lo habitual, fatiga y aletargamiento son algunos de los síntomas que alertan sobre la presencia de esta enfermedad mental.