Un grupo de científicos ha reportado que un prolongado estrés psicológico afecta directamente a moléculas relacionadas en el envejecimiento celular y en el desarrollo de enfermedades.
Por: Andrea Gentil (DIVULCAT) (Fecha publicación:12/12/2004)
El estrés puede, a nivel celular, llevarse años de nuestras vidas. Esto es lo que demostraría una investigación llevada a cabo en los Estados Unidos sobre mujeres de entre 20 y 50 años. Años y años de situaciones estresantes crónicas, y el verse a sí mismo como una persona estresada, acorta el tamaño de ciertos elementos que influyen en la cantidad de tiempo que puede vivir una célula. El propósito de esto es poder medir estos componentes tal como se hace actualmente con el colesterol, y hallar fármacos que ayuden a protegerlos de los efectos devastadores del estrés.
Quienes estamos en periodismo científico y de salud sabemos que el tema del estrés y de cómo afecta al organismo no es exactamente nuevo. También lo saben los lectores, que tantas veces se encuentran con el mismo tipo de reporte reescrito una y decenas de veces en diferentes medios de comunicación, buscando ávidos información nueva y sin hallarla.
A esa falta de novedades y de eterno retorno de lo que se dice se suma el hecho de que cada vez aparecen nuevos diagnósticos y nuevas etiquetas para males no del todo flamantes, pero que responderían a factores típicos de la vida moderna. Así, año tras años, en esta última década, tanto del lado médico como del lado de los comunes y mortales que nada tienen que ver son las profesiones vinculadas a la salud, se ven acosados por términos novedosos, con sintomatologías que se parecen mucho unas a otras y que, siempre, aclaran, 'no es estrés'.
Hasta que llega un punto en el que uno se pregunta, legítimamente, ¿y qué era el estrés? En este artículo no intentaré describir por enésima vez cuáles son sus síntomas y señales, sino comentar un estudio que se acaba de publicar y que agrega una pizca de frescura al tema. Un grupo de científicos reporta que un prolongado estrés psicológico afecta directamente a moléculas que jugarían un rol especialmente importante en el envejecimiento celular y en el desarrollo de las enfermedades.
A lo largo del estudio, publicado el 30 de noviembre en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, el grupo de expertos de la Universidad de California-San Francisco determinó que el estrés crónico, y la percepción de tener una vida estresante impactan sobre tres factores biológicos específicos: el largo de los telómeros, la actividad de la telomerasa y los niveles de estrés oxidante en las células del sistema inmune, conocidas como mononucleocitos periféricos de la sangre. Todo esto, en mujeres premenopáusicas perfectamente sanas.
Pero vayamos por partes, a comprender qué papel juega cada miembro de este trío. Los telómeros son proteínas complejas que tapan el fin de los cromosomas y cuya función es dar establilidad genética. Cada vez que una célula se divide, una porción de AND telomérico se consume, de manera que después de muchas rondas de división celular los telómeros se han achicado bastante.
Es por esto que los telómeros juegan un rol fundamental en aquello de determinar cuántas veces una célula se divide, en su salida, y como resultado, en cuán largo será su ciclo de vida. Todo esto, en un nivel más general, termina afectando a los tejidos que forman las células. Por otro lado, la telomerasa es una enzima que llena una porción de los telómeros y los protege, en cada ciclo de división celular. El estrés oxidante, que provoca daños en el ADN, acorta el tamaño de los telómeros.
En el estudio, que se hizo sobre 58 mujeres de entre 20 y 50 años, se vio que aquellas que tenían hijos con enfermedades crónicas y mostraron estar mucho más estresadas que las otras mujeres del grupo de control (el grupo que hace de testigo del experimento) se demostró que entre más años de cuidado y preocupación por el hijo enfermo se habían pasado, más acortados estaban los telómeros, más baja era la actividad protectora de la telomerasa y mayor el estrés oxidante.
Pero además de esto, el hecho de percibirse, de verse y de reconocerse como una persona estresada también influye. Los telómeros de las mujeres que tienen una alta percepción de estar estresadas tenían el equivalente a 10 años más que las que no se admitían y/o sentían estresadas.
'Hasta ahora han sido numerosos los estudios que demuestran el vínculo existente entre el estrés psicológico crónico y los índices de salud pobre, sobre todo en el caso de males cardiovasculares e inmunes', relata Elissa Epel (en la imagen), doctora y profesora de Psiquiatría en la Universidad de California-San Francisco. 'Nuestros hallazgos sugieren que hay un mecanismo celular por el cual el estrés crónico puede provocar envejecimiento prematuro y enfermedades. A nivel celular, el estrés se puede llevar años de nuestras vidas.'
Luego de estos resultados, los investigadores van por saber si las consecuencias del estrés también son tan evidentes y afectan los telómeros de otro tipos de células (aquí se trata de células del sistema inmune), tales como las del sistema cardiovascular.
Pero también hay planes para analizar detenidamente cuál es el impacto sobre cómo el organismo se defiende de las enfermedades y cómo el sistema inmunológico actúa cuando todo el organismo está estresado. Porque cuando el sistema inmune precisa frenar a un atacante, produce más células defensivas, las que a su vez requieren mayores niveles de telomerasa para mantener el largo de los telómeros y así permitir ciclos adicionales de división celular.
Los investigadores quieren saber, además, si al ser el ciclo de vida estresante algo que se da a través de los años, la intervención clínica puede frenar sus efectos adversos. Es así como están llevando a cabo un estudio de largo plazo para investigar si la meditación, el yoga o la terapia cognitiva puede aumentar el largo de los telómeros y la fuerza y la cantidad de telomerasa producida por el cuerpo.
Aun cuando poder intervenir directamente sobre esta vida celular tan específica llevaría años, los expertos esperan que en no tanto tiempo el tamaño de los telómeros pueda ser medido y convertirse en un análisis de rutina e indicador del estado de salud, como lo son hoy la medición de los niveles de colesterol. De ahí a diseñar drogas o fármacos que interfieran en el proceso, habría un paso.
Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Diciembre 12, 2004 05:00 PM