“Síndrome del cuidador”: cuando atender enfermos, enferma
Es un trastorno común que presenta una sintomatología múltiple. Repercute en la vida de la persona de tal forma que puede llevarla a una situación en la que tendrá que dejar de ejercer su ayuda.
Mariana Nisebe De la Redacción de Clarín.com
26.01.2005
Cuando hablamos de enfermedad, lo primero que se piensa es en las “personas enfermas”. Sin embargo, los especialistas aconsejan no olvidar a todos aquellos que dedican una parte muy importante de su tiempo a cuidarlas.
Ellos son los encargados de las necesidades básicas y psicosociales del enfermo y pueden sufrir, según un estudio del Hospital Ramos Mejía, “una serie de problemas físicos, mentales, socioeconómicos y la alteración de su capacidad para atender a su asistido a causa de esta labor, definiendo la sobrecarga” o síndrome del cuidador.
Esta pérdida de salud en el “cuidador” presenta una sintomatología múltiple. Entre las áreas más afectadas están: el físico, ya que sufren cansancio, cefaleas y dolores articulares. En lo psíquico: depresión, trastornos del sueño, ansiedad e irritabilidad. En el área social: disminución o pérdida del tiempo libre, soledad y aislamiento. Y en el área laboral: absentismo y desinterés por el trabajo, entre otros. Todas estas alteraciones repercuten en la vida de la persona de tal forma que pueden llevarla a una situación en la que tendrá que dejar de ejercer su papel de cuidador.
Un estudio español sobre el perfil del cuidador afirma que “responde en su mayoría al de una mujer, principalmente hija de la persona atendida, con una edad media de 52 años. Sólo uno de cada diez hijos que se hacen cargo de sus progenitores es varón, una cifra muy inferior a la de los EE.UU. donde uno de cada cuatro hijos dedicados al cuidado de su familiar pertenece al sexo masculino”. Otro dato del informe es que un alto promedio de estas personas dedica más de 40 horas semanales al enfermo. Información más que importante a la hora de evaluar el síndrome, ya que como concluye el informe del Ramos Mejía, “el aumento de la cantidad de horas semanales incrementa el valor de la sobrecarga”.
Este particular fenómeno, básicamente estudiado en cuidadores de pacientes psiquiátricos, es un hecho frecuentemente ignorado por el equipo terapéutico, obviando de esta manera los efectos de esta influencia negativa en el desarrollo del tratamiento, afirma el estudio del Hospital Ramos Mejía. La detección precoz de la sobrecarga, destaca, permite la intervención del equipo de salud en la preservación de la salud del cuidador, identificando sus necesidades concretas. Y de esta manera preservar la salud del enfermo e incluso optimizar la labor del equipo que lo atiende.
Lo ideal, aconsejan los expertos es planificar, desde un primer momento, el futuro de la persona dependiente y/o enferma y el de la propia familia o entorno, pues si bien parece lógico que haya un “cuidador principal”, no debería permitirse la sobrecarga de éste. Para ello, las tareas y responsabilidades deberían estar repartidas. Pero si esto, por la circunstancia que fuera, no se hiciera desde un principio, es muy importante detectar en los cuidadores síntomas que nos hagan sospechar que esta persona puede estar empezando a presentar sobrecarga o que ya la tiene instaurada, e intervenir rápidamente para solucionar el problema.
Entre los principales indicios que presentan los cuidadores con sobrecarga se encuentran la agresividad constante contra los demás, tensión contra los cuidadores auxiliares porque no atienden al enfermo correctamente, impaciencia con el paciente, negación de su estado real, aislamiento progresivo, depresión, cansancio, ansiedad y sentimientos de culpabilidad.
Ante esta situación, el cuidador debería, en primer lugar, hacer una reflexión y darse cuenta de que tiene derecho a llevar una vida propia. Es importante que haga valer sus derechos como persona, aceptar la ayuda de los demás y delegar funciones.
Además, es fundamental que comunique al resto de la familia sus sentimientos y sus temores para hacerles partícipes del problema, y evitar sentirse culpable cuando se dedique tiempo a sí mismo. En este caso, lo mejor es hablarlo con especialistas para que le proporcionen apoyo emocional y también es una buena opción ponerse en contacto con otras personas que se encuentran en la misma situación para intercambiar impresiones. Los expertos aseguran por otra parte, que es fundamental que el cuidador mantenga sus relaciones sociales.
En la actualidad, existen asociaciones que prestan asistencia a los cuidadores poniendo a su alcance cursos de formación para cuidar correctamente al enfermo y asistencia psicológica para enseñarles a sobrellevar el problema. Este tipo de agrupaciones ofrecen al cuidador la posibilidad de compartir experiencias y comunicarse con otras personas que presentan la misma problemática, y le ayudan también en la mejora de su propio autocuidado, dos aspectos fundamentales para prevenir las consecuencias del síndrome del cuidador.
Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Enero 26, 2005 08:18 AM