Fue la compañera de El Cachafaz
Vive en un departamento que le dio Perón
El legendario bailarín murió en 1942, después de un espectáculo Juntos fueron uno de los símbolos del tango orillero Dice que Gardel también era un gran bailarín
La Nación
Jueves 10 de Febrero de 2005
"Todavía tengo ganas de bailar. Me enojo si nadie me saca en la milonga", asegura Carmencita Calderón. La legendaria compañera de El Cachafaz, que hoy cumple 100 años y bailará mañana, a las 23, en una milonga de Flores (Ramón L. Falcón 27), se siente lejos del retiro.
Este símbolo del tango orillero es sobreviviente de un estilo perdido en el tiempo que patentó junto al mítico bailarín. "Con don Benito Bianquet (El Cachafaz) poníamos el corazón cuando bailábamos. Inventábamos y adornábamos el baile de tango con corridas, sentadas y cortes", dice, para dejar en claro la fama ganada por la dupla a través de los años.
Carmencita tiene un semblante juvenil, mirada vivaz, un carácter difícil y una memoria que recuerda episodios de su vida con cuentagotas. "Conocí a Gardel y bailaba muy bien. Nadie le ganaba. Pero tenía un estilo distinto del de don Benito. Cada uno en lo suyo era muy bueno", cuenta.
La bailarina vive sola con su perro y algunos sueños de juventud en un departamento de Villa Lugano que le regaló Juan Domingo Perón en los setenta, junto a una pensión graciable que le permite vivir modestamente. El comedor está lleno de trofeos, diplomas y algunas fotos con el legendario bailarín. "Era una nena cuando comencé a bailar. Aprendí viendo a mis padres, que bailaban divinamente y creaban muchos pasos. Después mi tío Eduardo Riso me enseñó muchas cosas. Hasta que conocí a don Benito El Cachafaz, que me pidió que fuera su compañera. Yo me moría por bailar con él."
Por los años veinte la leyenda de El Cachafaz ya se había desparramado por todo el ambiente milonguero, por un entrevero con el Pardo Santillán en el mítico local Hansen. Se destacaba en una época de grandes milongueros.
"Fuimos pioneros. Debutamos bailando para Pedro Maffia en 1933 en un club de San Fernando. Después trabajamos en la compañía de Francisco Canaro y viajamos mucho. El hacía que yo me luciera, porque en el baile el hombre sin la mujer no es nada", rememora Carmencita, que había sido la cuarta y definitiva pareja de baile de El Cachafaz, que falleció después de bailar en un espectáculo el 7 de febrero de 1942.
Con Carmencita el bailarín formó una sociedad artística única. "Mucha gente pensaba que nosotros éramos pareja en la vida real, pero sólo había un cariño y un respeto muy grandes. Incluso muchas chicas me regalaban cosas como zapatos y ropa para que se lo presentara. Era una mantenida", dice, y se ríe de la ocurrencia.
-¿Cómo la descubrió El Cachafaz?
-Yo había ido a bailar con mis hermanas y mi tío. Primero bailé con El Tarila, que era muy conocido en esa época, y después él me preguntó si podía bailar unas piezas con El Cachafaz; a partir de ahí no nos separamos más.
-¿Cómo era el ambiente de la milonga en esa época?
-Había mucha camaradería. Pero también era un ambiente bravo; los milongueros eran bravos en la pista y fuera de ella. El que no sabía bailar más vale que ni entrara. A mí no me molestaban porque enseguida los mandaba a pasear. Tenía un carácter podrido. Igual que don Benito, que era muy serio, pero cuando se enojaba...
-¿Cuál era el secreto de su baile?
-No hay ningún secreto. Hacíamos el tango puro, que ya nadie hace.
Por Gabriel Plaza
De la Redacción de LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/informaciongeneral/nota.asp?nota_id=678344
Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Febrero 10, 2005 10:11 PM