El cineasta continúa en plena actividad
El realizador, que hoy cumple años, habla de "The Company", su más reciente film "Todos quisiéramos ser bailarines", dice el infatigable director de 35 películas
La Nación
Domingo 20 de Febrero de 2005
En un cuartito de la memoria se aloja un par de deslumbramientos que llegaron desde la pantalla, hace tiempo. Son dos films de los Estados Unidos que, a comienzos de los 70, se estrenaron casi juntos: uno, que impuso una estética singular, fue "M.A.S.H." (sangre, con el desparpajo y el humor de Elliot Gould y Donald Sutherland, entre los bombardeos de la guerra de Corea, que obtuvo la Palma de Oro en Cannes); el otro, más "intimista", fue una experiencia bastante independiente que se estrenó en una salita alternativa de calle Corrientes con el título de "El volar es para los pájaros", en la que el adolescente que originalmente daba título al film (Brewster McCloud), sueña con volar, aunque con más astucia que Icaro. El autor de ambos, Robert Altman, se convirtió en cineasta de culto para los espectadores porteños.
Hoy, cuando este incansable rebelde del cine convencional de Hollywood acumula una filmografía considerable, llega su cumpleaños número 80. En esta luminosa madurez, Altman mantiene los desafíos de su mirada irónica y sigue filmando: en 2004 hizo una miniserie en TV, ahora está rodando "Paint" y tiene en preproducción su proyecto para 2006, "A Prairie Home Companion". En pocos días subirá a las pantallas locales "The Company", el último de sus films concluidos, que lo revela en un campo de exploración nuevo para él: la danza. "Me dije: he aquí una experiencia inédita que, incluso en lo visual, me abrirá nuevos horizontes -estimó el realizador-. En tiempos de excesivas palabras, comprendí que quería hacer hablar a los cuerpos, a las imágenes."
Robert Altman proviene de una región más identificada con lo agrario que con el arte, Kansas, donde nació el 20 de febrero de 1925. Los jesuitas le dieron una formación rigurosa, tal como quería su familia católica. Pasó por la academia militar de Lexington y finalmente egresó de la universidad de Missouri como ingeniero. Durante la guerra fue copiloto en la fuerza aérea de EE.UU., después se instaló en Hollywood, donde hizo de todo, hasta que en 1948 logró vender dos guiones que filmó Richard Fleischer. Regresó a Kansas City para trabajar como chofer en la Calvin Co., una sociedad de films industriales, para la que realizó cortos institucionales. Hacia 1955 filmó su primer largo, "The Delinquents", y gracias a su exitoso documental sobre James Dean lo llamaron para dirigir capítulos de series televisivas como "Bonanza" y -sobre todo- "Alfred Hitchcock presenta".
Desde entonces no ha parado de filmar. Títulos más cercanos en el tiempo son "Prêt-à-porter", "La fortuna de Cookie" (1999) y su irónico retrato de la sociedad inglesa, "Gosford Park" (2001). Y hay otros que ya son clásicos, como "La boda" (1978), "Popeye" (1980), "Vincent y Theo" (1990) y la celebrada "La regla del juego" (1992). En 1993 emprendió uno de sus grandes desafíos: la adaptación, coproducción y dirección de un entramado de relatos de Raymond Carver, "Ciudad de ángeles" ("Short Cuts"), más de tres horas para un fresco de compleja elaboración con elenco multiestelar.
"Bellos y vulnerables"
Dejemos que el propio Altman presente "The Company" y a su protagonista: "Esta chica encantadora, la bailarina Neve Campbell, que también es coproductora del film, un día vino a verme y me contó la historia del Joffrey Ballet, una compañía que, desde 1956, cuando la fundaron Robert Joffrey y Gerald Arpino uniendo danza clásica con experimentación, está instalada en Chicago, el corazón antiguo de los Estados Unidos". El año pasado "The Company" inició su recorrido: por su temática despierta el interés del público de la danza y, sobre todo, el de los bailarines. No es un documental, pero se resuelve en lo que suele denominarse un "plotness", por la sutil ficción que propone el guión.
Vemos ensayar a dos coreógrafos reales, el prestigioso Lar Lubovitch y el joven canadiense Robert Desvoisier, y también a otro, de ficción, que es el director artístico de la compañía, personificado por el legendario protagonista de "La naranja mecánica", Malcolm McDowell. Este es Mister A, acaso una irónica alusión a quien llamaban "Mr. B", el célebre Georges Balanchine.
Altman filma a Lubovitch ensayando un dúo suyo, de tesitura romántica y sutil, sobre la partitura de "My Funny Valentine" en piano y cello, del que más tarde se asiste al estreno con público. "Esa es la escena que más amo -dice Altman-, la presentación de ese dúo, cuando estalla una tormenta, pero la danza continúa y nadie, en esa platea al aire libre con lámparas de papel que se vuelan, atina a moverse. Danza y vida están entrelazadas aquí, al igual que el film que más amo «Las zapatillas rojas», de Powell y Pressburger, junto con «All That Jazz», de Bob Fosse."
"Todos quisiéramos ser bailarines: me fascinan porque son bellos, vulnerables, expresivos, parecen mariposas y tienen pies nudosos, que a menudo dicen más que muchos discursos." A esta faceta a la que alude Altman se contrapone la otra, la cotidiana (de la que se ocupó la guionista Barbara Turner), en la que se desarrolla la vida en común de esta compañía de Chicago, una existencia que va de las puntas etéreas al erotismo de encuentros en alcobas.
Este Altman joven de corazón, por su parte, que se enorgullece de no haber ganado nunca un Oscar a pesar de sus 6 nominaciones, quiere seguir contando sus rebeldías y su experiencia de años: tiene sólo ochenta.
Néstor Tirri
http://www.lanacion.com.ar/entretenimientos/nota.asp?nota_id=681091
Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Febrero 20, 2005 12:53 PM