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Febrero 24, 2005
Ser paciente en el siglo XXI: ¿qué se hizo del médico de familia?

De la buena salud del vínculo entre un médico y su paciente depende la efectividad de un tratamiento, incluso puede ser más eficaz que un medicamento. Sin embargo, cuando se deteriora, los efectos indeseados llegan hasta la justicia.

Clarín
24.02.2005

Diálogo, confianza, honestidad, respeto, disponibilidad, son palabras que hacen al desempeño médico tanto como estetoscopio, diagnóstico, remedio, cura o tratamiento. No solamente por cuestiones éticas, sino por razones terapéuticas, la interacción entre el médico y su paciente es fundamental. Esta relación pensada a lo largo de la historia ha soportado cambios variados, pero incluso hoy por hoy no es la misma en todos los consultorios. Se plantean teóricamente dos modelos, uno verticalista en los orígenes, con una figura médica paternalista, el doctor que decide lo que se hace y el enfermo que acepta y obedece; mientras que los nuevos tiempos trajeron consigo una democratización de la relación y con ella la noción de autonomía.

La relación entre médico y paciente en el siglo XX y en el XXI es toda una institución, y hasta tiene sus siglas: RMP. Para muchos especialistas en la actualidad esta relación atraviesa una situación crítica: el ingreso de tecnología al campo médico despersonalizó el trato y el tratamiento, mientras las empresas de salud con fines económicos profundizaron el deterioro de las condiciones en que se realiza la consulta, recortando sus tiempos. Así, en nuestros días, el viejo médico de familia aparece iluminado como una especie de divinidad, pero ¿se daba entonces una buena relación médico - paciente?. “Si se habla de confianza recíproca, sí, se daba, pero en cuanto a la conversación y la participación del paciente en la toma de decisiones, no tanto”, opina Patricia Sorokin, magister en salud pública y docente de la cátedra de bioética de la Facultad de Medicina de la UBA.

El avance científico y tecnológico profundizó y complejizó los conocimientos trayendo consigo una mayor especialización. El especialista, entonces, aparece como técnico capaz de curar la enfermedad de un órgano, pero sin prestar mayor atención al paciente como un todo. Además, en algunas consultas, el análisis reemplaza la revisación, reduciendo la relación con el paciente a mera formalidad.

“La entrevista es irremplazable, escuchar al paciente es necesario para un buen diagnóstico. La palabra del médico también es irremplazable y tiene un efecto terapéutico”, dice Ricardo Russo, pediatra y especialista en reumatología infantil del Hospital Garrahan. ”El gran problema de esta época es el tiempo, los diez minutos de consulta que no alcanzan. Eso de que la tecnología deshumaniza… a mí me parece que lo que más perjuicio ha traído a la relación entre médicos y pacientes es la mercantilización de la medicina”, opina.

De hecho, para los pacientes el profesional atento y disponible es un bien preciado, y escaso. De acuerdo a una investigación realizada por el sociólogo Mario Pecheny entre enfermos de HIV y Hepatitis C, “se valora mucho al médico que te escucha, que te trata como a una persona. El paciente quiere ser tenido en cuenta más allá de la enfermedad. Se da esto de prefiero morirme, pero que no me duela. Para el sistema médico el objetivo ante todo es curar, hace foco en la enfermedad.”

Confianza, sin dudas es una de las palabras clave de la RMP, “lubricante básico y muy eficiente”, para Sorokin, es recíproca cuando todo funciona bien, pero cuando gana terreno la desconfianza, también es recíproca. El paciente se sentirá inseguro, abandonará el tratamiento, o preferirá consultar a otro profesional. Por el lado del médico, la desconfianza se funda en la posibilidad de recibir demandas por mala praxis.

“Entre uno y dos médicos cada cinco han recibido algún tipo de juicio o denuncia”, precisa Hernán Gutiérrez Zaldívar, asesor legal de la Asociación Médica Argentina. “Las estadísticas también dicen que únicamente entre el 6 y el 10% de los juicios por mala praxis llegan a un resultado condenatorio del médico. Pero, aún cuando el juicio se resuelva a su favor, el 50% de los gastos periciales quedan a cargo del médico, y esto implica para muchos una parte muy importante de su patrimonio, o directamente la quiebra”.

Este riesgo da lugar a lo que se conoce como “medicina defensiva”: para protegerse, el profesional pide exámenes innecesarios en términos de la salud de su paciente, “porque es la única herramienta que tiene para decirle al juez ‘hice todo’”, explica Gutiérrez Zaldívar.

De acuerdo a la experiencia en medicina legal de Nora Iraola, presidente del Tribunal de Etica para la Salud y coordinadora del Comité de Peritos de la AMA “El 80% de los juicios de mala praxis en los que me tocó intervenir, fueron por una inadecuada relación entre el médico y el paciente, una falta de comprensión de un lado o del otro”. Sugestivamente, la proliferación de juicios coincide con el deterioro de la relación entre médicos y pacientes. Tal parece que cuando existe la confianza y el conocimiento mutuos, no hay demandas y más aún: los enfermos tienden a mejorarse.

Enviado por Prensa el: Febrero 24, 2005 12:40 PM