Gerontología - Universidad Maimónides

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Florentina Gómez Miranda cumple 95 años

Y ningún medio se acordó (sólo La Nación el lunes publicó estas tres líneas en los cumpleaños de la semana). La verdad es que merecía una nota.

Reconocida, entre otras luchas, por lograr para la mujer una mejor posición en la sociedad, dijo: "Prefiero un estadista a un líder. El estadista deja alumnos; el líder, no, porque ese atributo es natural de él, no lo adquirió".

Reproducimos un reportaje publicado en Abril de 2003 en la Revista Abogados
http://www.cpacf.org.ar/verde/vB_RevAbo/revistas/evista65-04.htm


MAESTRA POR VOCACION, ABOGADA POR ELECCION Y POLITICA POR PASION

Una mujer en la vida pública

Entrevista: Dras. Marta Paz y Ofelia Jany

Florentina Gómez Miranda se incorporó a la vida política de nuestro país en 1945, y desde entonces ha luchado por los derechos de la mujer. Durante sus años como diputada nacional impulsó la aprobación de las leyes de autoridad de los padres compartida y de divorcio.

Si en la actualidad aún resulta difícil la inserción de la mujer en el mundo laboral, ¿cómo era cuando usted se decidió a estudiar abogacía?
Cuando alguien me pide que me defina siempre digo que soy maestra por vocación, abogada por elección y política por pasión. Y de las tres actividades la que más me ha servido en la vida fue la de maestra, aun en mi profesión de abogada.
Yo siempre digo que no hay nadie que se parezca más al político que un maestro. El maestro se para enfrente de la clase y se expone, y el político también. Ahora bien, ustedes me preguntan cuáles son las armas del maestro, éstas son únicas: la palabra, el libro y la pluma. Y el político tiene las mismas armas. Ahora, cuando un político quiere conquistar votos, debe conquistar a la gente y el maestro tiene que conquistar a sus alumnos. El maestro tiene que ser un ejemplo, y el político también.
En 1929 me recibí de maestra y en 1944 de abogada. Me decidí a estudiar Derecho porque era la única carrera que podía cursar libre. Debido a que solamente me presentaba en la facultad los días de exámenes, nunca participé en la vida universitaria. Mi despertar en la política sucedió en 1945, y aunque soy de familia radical su participación en política era muy tranquila. Mi padre, aunque pagaba la cuota al partido radical, no podía afiliarse porque era vicedirector de escuela y a mis hermanos nunca les interesó.

Digamos que en aquella época no era muy común que una mujer desarrolle todas esas actividades.
Siempre les digo a las mujeres que todo se puede hacer si uno quiere. En todos lados siembro algo, no me van a encontrar en un renunciamiento. El único mérito que yo me reconozco es la coherencia. Lo que defiendo ahora es lo mismo que defendía a los 18 años, con la misma pasión y convencimiento. Hoy en día me admiten mucho más, y eso es gracias a mis 91 años. Mi partido, como el resto, es ciento por ciento machista.
Los mismos hombres que nos han gobernado son los responsables de todo el desastre, y ahora son también los mismos que lo quieren resolver. Ellos creen que las mujeres de política no sabemos nada, pero de lo que no sabemos es de ésta política.

Cuando se recibió de abogada, ¿ejerció la profesión?
Por supuesto, y mis primeros honorarios fueron una yunta de pollos. Por lo general me dediqué a familia, aunque también me dediqué a defender a los inquilinos durante la época de la Ley de Alquileres. Fui la primera mujer presidenta de la Cámara de Alquileres.

¿Cómo fue su paso por la Cámara de Diputados?
Durante mi mandato, 1983 a 1991, éramos sólo cinco mujeres. En aquella época obtuvimos derechos como nunca antes en la historia de la República. Por un lado, la autoridad de los padres compartida, ex patria potestad, y por el otro el divorcio. De este modo mujer y hombre obtuvieron los mismos derechos dentro del matrimonio.
Recuerdo que a todos lados que iba yo decía: “Ya no hay más jefes de hogar, sino que hay dos autoridades, porque el jefe manda y la autoridad educa”.
¿Cree que la Ley de Cupos ha tenido el éxito que se esperaba al impulsarla?
No creo que haya tenido el éxito que esperábamos. Nosotros pretendíamos que a las listas fueran las más trabajadoras, honestas y capaces, pero no siempre sucedió eso. Si miramos una lista probablemente las que llegaron son las que han tenido mayor posibilidad de que algún hombre les haga un lugar. Algunas se han hecho un lugar por ellas mismas, pero en la generalidad no sucede eso.
Yo siempre digo que las mujeres queremos el poder para hacer un mundo más igualitario, justo y bueno.

En las próximas elecciones, una mujer se presenta como candidata a presidenta, ¿qué opinión le merece que muchos hombres, pero también algunas mujeres, sostengan que nunca votarían a una mujer para el cargo de presidente de la Nación?
La mujer cree que todavía hay cargos, como los ejecutivos, para los cuales sólo los hombres están capacitados. Nadie piensa que hay diferencias entre un buen diputado y una buena diputada. Pero sí consideran que sólo los hombres tienen la autoridad para ocupar un cargo como el de presidente. Por eso sostengo que la revolución tiene que venir desde la educación. Si no hay cambio y éste no es profundo y claro, la sociedad no evoluciona.
Para triunfar simplemente hay que tener por bandera los ideales y por escudo la intransigencia. Si yo tengo una bandera llena de ideales y solamente la flameo, no me sirve. Si yo, en la primera cuestión que me hagan mi principio intransigente no me lo permite, entonces no tengo escudo. Esto me lo enseñaron los 91 años de vida. Apoyo todas las cuestiones referidas a la mujer, sin distinción de color, dentro de los límites de la legalidad.

¿Su vida política y laboral se desarrolló en todas las épocas dentro de un plano de igualdad?
Durante los gobiernos que no eran más que tiranías disfrazadas se sufría mucho. Fui maestra en la misma escuela desde 1945 a 1954. Enseñaba en sexto grado. Tenía chicas peronistas, pero nunca puse el retrato de Eva Perón. Nunca me puse luto cuando murió Eva Perón. Después de 23 años de servicios me dejaron cesante porque no reunía las condiciones necesarias para ser maestra. Yo me prometí a mí misma que iba a volver a mi escuela, a mi grado y a mi turno, y lo logré luego de la Revolución Libertadora.

En los años posteriores, ¿qué sucedió?
Ya después dejé mi profesión de maestra, porque la abogacía y la política me insumían mucho tiempo.

Yo la he escuchado reconocerle a Eva Perón el haber implementado el voto femenino, siendo ella de otro partido político.
Estando en la Cámara se me acercaron Jaroslavsky, jefe del bloque radical, y Pugliese, presidente de la Cámara de Diputados, para pedirme que preparara un homenaje por el cumpleaños de Eva Perón. Mientras leí frente al resto de la Cámara las palabras que había preparado, no volaba ni una mosca, y al finalizar el aplauso fue general. Los peronistas lloraban y uno a uno se levantaron todos a felicitarme, menos Alsogaray y su hija.

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