Investigadores norteamericanos explican cómo operan los ritmos circadianos
Se sabe desde hace décadas que los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares ocurren mayormente en las horas de la mañana. Ahora, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania hallaron la primera prueba del papel que cumplen nuestros relojes internos en este fenómeno.
La Nación Ciencia/Salud
Martes 20 de Febrero de 2007
El aumento de los infartos parece ser consecuencia de una elevación de la presión sanguínea, que generalmente sube por la mañana. Este fenómeno se amplifica en personas que tienen hipertensión. Sin embargo, los científicos venían preguntándose si eso se debía a los relojes circadianos o era consecuencia del estrés de ese momento del día, producido por el despertar, y el apuro para vestirse y para ir a trabajar.
"El aumento en los ataques cardíacos (y las muertes por infarto de miocardio) en la mañana y hasta poco después del mediodía parece ser independiente de cuestiones meramente sociales, ya que ha sido validado en estudios hechos en muchos lugares del mundo, incluido uno en la Argentina -explica el doctor Diego Golombek, especialista en cronobiología de la Universidad de Quilmes e investigador del Conicet-. Hay estudios que afirman que la probabilidad de un ataque cardíaco es hasta tres veces mayor durante la mañana que durante la noche. También hay pruebas de que el factor desencadenante es, por un lado, el reloj biológico que marca el tiempo del cuerpo y, por otro, el horario de despertar. Ojo: también hay evidencias de influencias culturales, ambientales y sociales sobre este ritmo; hay un aumento de infarto agudo de miocardio en invierno con respecto al verano, y los lunes con respecto a los fines de semana."
Utilizando ratones en los que se había interrumpido la función de los genes de los relojes internos, los científicos de la Universidad de Pensilvania descubrieron que ciertas hormonas relacionadas con comportamientos de lucha y huida en animales -las catecolaminas, norepinefrina y epinefrina- se encuentran bajo el control de los relojes circadianos. Es decir, el aumento de las catecolaminas y la presión sanguínea por estrés era diferente de acuerdo con el momento del día en que se producía. La respuesta más fuerte ocurría en las que serían las horas de la mañana para los seres humanos.
"Conocemos bastante bien la base molecular del reloj biológico -dice Golombek-; son circuitos de genes que se regulan unos a otros y forman una red que oscila de a 24 horas. Para eso, estos genes deben actuar sobre otros genes que los reconocen porque tienen las secuencias (algo así como las «cerraduras») adecuadas. Lo interesante es que en el corazón se expresan genes que son controlados por el reloj biológico. Por ejemplo, el inhibidor del activador de plasminógeno 1 (PAI-1) que se expresa y activa en forma rítmica en el corazón (con máximos durante la mañana). El aumento de su actividad está asociado precisamente con un mayor riesgo de infarto de miocardio. En este nuevo trabajo se encontró la prueba que faltaba: la que relaciona el estrés con la falla cardíaca. Los investigadores hallaron que el efecto del estrés sobre un tipo de moléculas señalizadoras -las catecolaminas, esas hormonas que nos hacen sentir un burbujeo en la panza cuando tenemos una emoción fuerte- depende del momento del día en que se sufra. Efectivamente, el estrés aplicado durante la mañana (o lo que para los ratones, animales nocturnos, es la mañana) aumenta los niveles de catecolaminas más que durante la noche, lo que lleva a su vez a un incremento en la presión arterial que puede traer problemas cardíacos."
Según los científicos, las consecuencias de este nuevo avance son múltiples: una de ellas es que, conociendo este ritmo circadiano, se puede programar mejor la estrategia terapéutica. "Podemos saber cuándo conviene dar qué tipo de medicación (lo que se conoce como cronofarmacología), y esto realmente ayuda al tratamiento", concluye Golombek.
http://www.lanacion.com.ar/cienciasalud/nota.asp?nota_id=885069