Ese es el paso que dice haber dado de niño, tras la muerte de su padre. A punto de cumplir 89 años, asegura que con el piano sabe seducir y promete un libro autobiográfico para 2008.
Marina Zucchi
10.02.2007 | Clarin.com
Ni defensor, ni centrojás ni wing. A fines de la década del 20 el pequeño Mariano Martínez —tal como lo bautizaron— era arquero. Un discreto guardavallas sin demasiada cultura de potrero. Un purrete tan dócil ante su padre que ni siquiera se permitía sueños de Primera. "No tenía pasiones. Jugaba al fútbol con mis hermanos y vecinos, pero a decir verdad, papá no me dejaba. El era muy exigente y estricto. Tuve una educación maravillosa, pero pocos amigos. No tenía una barra. Y cuando podía jugar a escondidas de él, era arquero, porque era admirador de Angel Bossio", repasa emocionado por su propio relato.
Fútbol. Familia. Fidelidad. Amigos. Huellas. Esta vez Mariano Mores no ancla exclusivamente en la música. Sin reparar en el grabador, va cediendo a la charla como ante un psicólogo, pero sin diván de por medio. Su propio living lo lleva a desempolvar memorias, tristezas, conquistas, casi como un anticipo de lo que —según cuenta como "primicia"— pronto plasmará en papel en forma de "autobiografía".
"Perdón porque hoy no me perfumé. Lo hago cada vez que viene una mujer, pero lo olvidé", se justifica aristocrático el hombre que segundos atrás abrió la puerta de su piso en Barrio Norte y ahora, sin darse cuenta, abre gradualmente un arcón de confesiones y 89 años de recuerdos. "Cumplo 89 el 18 de febrero. Y lo voy a festejar en familia, pero tranquilo. En cambio, los 90 sí que los voy a celebrar con todo. Hasta voy a invitar al público. Pero no le digo nada más. Quiero que sea todo sorpresa", anticipa con el optimismo de quien cumpliera los 18. Y adiciona: "Cumplo, también, 64 de casado, creo. Pasé hasta las bodas de platino".
Casi siete décadas junto a Mirna. ¿Cuál podría considerarse su receta?
No todos justifican y aceptan tantos años en pareja. Yo creo que es lo que necesita el ser humano moralmente para ser feliz. El tema es que tuve la fortuna de conocerla muy jovencita, como alumna. Me enamoré de una niña. Recuerdo el día en que me decidí y hablé con la hermana primero. No me animaba. Pero la hermana dijo, decile, a ver qué le parece. Y la respuesta de mi mujer fue: lo voy a pensar.
¿Lo pensó mucho?
¡No! Tenía que contestarme rápido, si no yo cambiaba. Porque en ese momento yo tenía oportunidad de elegir muchas novias si quería. Gozaba de prestigio. Pero ella fue mi primera novia. No tuve amores anteriores. Yo era muy seductor. Tenía alumnas y me daba cuenta de que ellas sentían atracción cuando me veían tocar el piano. Pero tuve la fortuna de casarme con ella, de los hijos y los nietos, que son todo.
Mores conserva una memoria maravillosa. Dice que el primer recuerdo patente de su niñez fue el momento en que la música lo zamarreó: "Yo tenía 3 años y medio —rememora— y mis padres me llevaron a un baile, porque no tenía con quien quedarme. Me dejaron a un lado de la orquesta toda la noche. Cuando me vinieron a buscar al final para llevarme me puse a llorar como loco. Ese era mi lugar". A los ocho años, cuando incursionó en el tema, extrañamente a lo que uno imagina, no era el niño prodigio y aplicado amante del rubro. "El primer maestro que tuve mandó a llamar a la familia y le dijo: Soy un docente al que no le gusta robar dinero ni tiempo. Al chico realmente no le veo condiciones. No le gusta. Posiblemente yo daba esa sensación. No me gustaba estudiar y sí jugar. Pero a los 9 y medio cambió todo. En 3 años hice 10 de música. Tenía condiciones y me enamoré cuando me puse a estudiar de verdad. Cuando quise demostrarle al maestro lo contrario como revancha".
¿A qué hubiera apuntado de no enamorarse así de la música?
Quizás me hubiera gustado ser periodista. Porque dentro del periodismo está la creación también, ¿no es cierto?
Tiene un solo vicio: ver a su nieta Mariana Fabbiani cuantas veces pueda por semana. Aunque últimamente sólo lo logre una vez cada siete días. "Me siento su admirador número 1. Necesito verla, pero es difícil porque ella está muy ocupada. Solemos juntarnos a comer al mediodía o a la noche y tenemos largas charlas. Nos besamos mucho. Ella no puede estar sin llamarnos o pasar. Siempre fue así, maravillosa", se infla de orgullo. Y pasa revista a las épocas en que la hoy conductora era niña y se sentaba a escuchar música con él. "Aunque no se sepa, ella tiene escondida esa parte musical que heredaron los demás, sólo que no es su profesión".
Cultor del "buen gusto por las cosas", Mores confiesa que manda a confeccionarse los zapatos y los trajes a medida y él mismo selecciona los géneros. Y explica que el refinamiento lo trae de chico: "La situación económica en casa era buena. Pero cuando murió papá fue otra cosa. Y esos sacrificios me enseñaron conducta. Me volví el padre espiritual de mi familia. Pasé de chico bien a laburante. Y la falta de mi padre es una desgracia que hasta hoy siento", dice con el tono más abajo, antes de admitir que otra de sus grandes carencias es "la amistad de (Aníbal) Troilo". "Fue mi mejor amigo. Con él compartimos mucha música y consejos. Pero todo estará en un libro de memorias que saldría el año que viene. Sé que la gente lo espera. Tengo cosas lindas para decir".
http://www.clarin.com/diario/2007/02/10/espectaculos/c-01360819.htm