La patología que afecta a 1% de la población mayor de 65 años, aunque puede aparecer a cualquier edad. Expertos del Hospital de Clínicas detallaron a Infobae.com de qué se trata
Por Andrea Sambuccetti Infobae.com
22/04/2007
Fue el médico británico James Parkinson, en 1817, el primero en describir la enfermedad que lleva hoy su apellido por la importante prevalencia detectada en casi dos siglos y que el público general identifica a un persistente temblor del pulso con el supuesto perjuicio a las actividades de la vida cotidiana que implicaría.
Se comprende que la actitud frente a la posibilidad de este padecimiento sea muchas veces de un profundo temor. En principio, porque además de producirse con importante prevalencia en la población mayor de 65 años, su tratamiento es paliativo, pero no curativo, como ocurre en tantas otras enfermedades. Y, cuando se confirma, en no pocos casos se acompaña de cuadros de depresión.
Pero el común de las creencias que circulan en el “boca a boca” o en el “imaginario”, no se corresponde indefectiblemente con todo lo real de la manifestación de esta patología. Para empezar, hay casos en los que se produce sin temblor y además, este último no es el único síntoma que caracteriza al “mal”; sino que puede presentarse con rigidez –incremento del tono muscular-, lentitud o bradicinesia, problemas para caminar, falta de expresividad, de estabilidad, entre otros.
Lamentablemente, no es posible adelantarse a esta patología, es decir: detectar precozmente cuándo una persona va a padecerla. “El diagnóstico del Parkinson es clínico, no hay exámenes de laboratorio ni radiológicos para certificarlo. Existen estudios para descartar el cuadro; hay un estudio que es la tomografía por emisión de positrones que se realiza en algunos países”, explicó el Dr. Federico Micheli, profesor titular de Neurología y director del programa de Parkinson y Movimientos Anormales del Hospital de Clínicas.
Este estudio puede mostrar una caída en la actividad dopaminérgica en los ganglios basales. No obstante, “el diagnóstico se confirma una vez que la enfermedad se presenta con los distintos síntomas como el temblor, la lentitud, bradicinesia, el trastorno de los reflejos posturales, de equilibrio y rigidez. Es en base a la combinación de estos signos, a la asimetría de los mismos y a la respuesta a la medicación –que es positiva- que se realiza el diagnóstico”, explicó Micheli.
Los factores hereditarios “influyen en una minoría de los casos, en alrededor de 10%. Lo que se piensa es que es probablemente más de un factor –multifactorial- lo que influye en la etiología de la enfermedad”, puntualizó.
Es por esta razón que a nivel etiológico (o causas) se tienen pocas certezas pero se efectúan muchas especulaciones. “Algunos no piensan que es una enfermedad sino un grupo de enfermedades con síntomas semejantes”, dijo. Micheli señaló que “esta no es una enfermedad puramente motora, puede haber una serie de síntomas no motores, cognitivos, de deterioro intelectual, autonómicos, como la falta de regulación de la presión, constipación, entre otros”.
Según puede extrapolarse de estadísticas de otros países, la prevalencia del Mal de Parkinson o bien, el número de casos es 1% en mayores de 65 años. “Por debajo de los 40 años: se dice que es un cuadro juvenil y presenta algunas diferencias con el de grupos etarios más avanzados”, dijo Micheli.
En cuanto al tratamiento, el mismo es “sustitutivo”: ya sea con precursores de la dopamina (levodopa) o con sustancias que actúan en forma similar (agonistas dopaminérgicos), y otras drogas que actúan en forma sinérgica.
En esta patología una serie de neuronas que producen dopamina sufren deterioro precoz y progresivo y en consecuencia dejan de producir la cantidad necesaria de dopamina (neurotransmisor, necesario para que estas neuronas se comuniquen entre sí).
Actualmente se estudia la posibilidad de neuroprotección para retrasar el curso de la enfermedad y hay evidencias preliminares que sugieren que esto tal vez sea posible.
También está la opción de la intervención quirúrgica aplicable a casos muy seleccionados. Micheli destacó además, la importancia del tratamiento psicológico ya que “40% de los pacientes en el inicio de la enfermedad presentan depresión y esto influye en su calidad de vida”.En tanto, la doctora en Psicología y socióloga Cristina Pecci, coordinadora de Calidad de Vida del Programa de Parkinson y Movimientos Anormales del Hospital, indicó que “todos los segundos martes de cada mes, hacemos una reunión a las 12, sobre el tema dirigido a la comunidad sobre la enfermedad y sobre la persona a nivel emocional o en la familia”.
“La enfermedad de Parkinson no se puede prevenir ni anticipar, no todas las personas evolucionan igual. La importancia de la consulta al especialista es perder el miedo. Por la mayor longevidad se conocen más casos y hay que ver cómo impacta en cada persona ya que a veces la gente se hace una película de lo peor”, dijo Pecci.
“Los familiares también tienen que conocer esto. El marido de una paciente, por ejemplo, no cree que su mujer tiene Parkinson, sino que no quiere hacer tareas de la casa. Otros tienen vergüenza de su síntoma, por ejemplo les duele la mirada del otro, cuando tiemblan o su lentitud o si quedan pegados al piso en el subte o en un cine: ya que la gente pierde la paciencia y no considera que pueden tener una enfermedad que los limita en su movimiento”, señaló.
Pecci advirtió que los interesados “pueden pedir un turno al 5950-9027/1 de 8 a 13 o concurrir a al servicio de Neurología de un hospital público. Es muy importante que la gente no se autodiagnostique ni automedique”.
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