En los últimos años la cantidad de Adultos Mayores se ha acrecentado en el mundo, y también en nuestro país. La vejez, la tercera edad o proceso de envejecimiento, es una etapa de la vida que posee características propias con posibilidades y limitaciones. Sin embargo, recién ahora se está tomando conciencia de la necesidad de formar profesionales que trabajen en la temática. En este sentido, la Universidad Maimónides cuenta desde hace siete años con una carrera dedicada a formar profesionales que se ocupen del apoyo y cuidado del mayor, así como de intentar erradicar en la sociedad los prejuicios que asocian vejez con enfermedad.
Sobre todas estas cuestiones habló el Doctor René Knopoff, director de la Escuela de Gerontología.
Publicado en en el mensuario La Cita del Banco Banex.
Nº34 mayo de 2007
¿Por qué crear una carrera que se ocupe de esta etapa de la vida?
A medida que pasa el tiempo, cada vez es mayor la cantidad de Adultos Mayores. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, prácticamente una de cada cuatro personas tiene más de 60 años. Entonces, en la medida que uno va conociendo las necesidades de una persona de la tercera edad se puede preparar adecuadamente para sí y para poder cuidar y desarrollar a los demás. Esta carrera implica, en primer lugar, el reconocimiento del proceso de envejecimiento. El objetivo es formar durante cuatro años a un profesional que pueda prevenir los problemas que se presentan y, en el caso de estar presentes, saber cómo enfrentarlos y adecuar la vida de la persona y del grupo familiar para una longevidad lo más saludable posible.
¿Qué se espera de un especialista en Tercera Edad?
Su acción tiene tres objetivos. El primero es brindar contenidos y conocimientos que al adulto le sirvan para manejarse mejor en la vida cotidiana. En segundo lugar tiene que ver con generar un ámbito que ofrezca afecto y contención porque, si bien en todas las etapas de la vida hay pérdidas, éste es un período más sensible a estas situaciones. Y, por último, que las actividades que se ofrezcan o se desarrollen brinden amplias posibilidades de participación. Nosotros estamos convencidos de que responsabilidad y derechos son dos caras de la misma moneda. Cuando alguien le dice a una persona mayor "no trabajes más que ya trabajaste mucho, o no hagas esto que te puede afectar", en realidad detrás de este "no te molestes" hay una quita también de derechos. Si uno le pregunta y el Adulto Mayor responde que no quiere hacer algo porque está cansado, es muy distinto a que una persona le diga que no lo haga porque se va a cansar. Esto en lugar de ayudar va disminuyendo al individuo. En cambio, la oferta de actividades y posibilidades permite al viejo tener un juicio razonado, saber qué es lo que quiere y sentir hasta dónde puede.
En este sentido, también está cumpliendo un rol social.....
Sí, porque se trata de desmitificar en la sociedad ciertos conceptos erróneos de lo que es el mayor. Hay mucha gente que asocia vejez con enfermedad. Nada más equivocado: el 80% de los mayores de 80 años son personas vitales con plenas posibilidades de desarrollarse. Muchas veces hay gente grande que no se desarrolla en función del contexto que lo anula. Si facilitamos estas posibilidades, vamos a lograr una longevidad saludable. Además, una sociedad en la que a los viejos se los considera enfermos y no cuenta con ellos se amputa y pierde posibilidades de desarrollo.
¿Los profesionales tienen que trabajar también con el entorno familiar?
Sobre todo, cuando hay alguna situación de deterioro, lo que produce una desorganización enorme. En esos casos hay que tratar de adecuar la vida a las posibilidades y pensar juntos qué están necesitando para poder seguir manteniendo al mayor en su casa. Porque muchas veces, ante la primera situación de deterioro, la familia no sabe qué hacer y opta por la internación. A veces la internación es necesaria cuando esa familia en lugar de transformarse en una prótesis que favorece se siente desequilibrada, sobrepasada y no puede ayudar. Pero en realidad debería ser el último paso.
¿Por qué?
Porque una persona que es internada cambia completamente toda su vida anterior, deja todo lo cotidiano y pasa a tener que adaptarse a una situación totalmente distinta que le significa un corte y un riesgo de perder su identidad, además de tener que someterse a una adaptación brusca, con todo lo que eso implica.
Una persona que vive esta etapa de vida se lo llama de distintas formas: viejo, adulto mayor, de la tercera edad.
¿Cuál cree que es la correcta?
Cuando hay demasiados nombres para designar algo es porque ninguno convence. Esto pasa porque el problema no está en el nombre, sino en la carga que cada uno le agrega a esa palabra. Nuestra función es, justamente, cambiar esa carga y pensar que el proceso de envejecimiento es una etapa más de la vida.
¿Cómo lo vive usted?
Yo creo que si de algo sirve el paso de los años es para poder tomar de este transcurrir los conocimientos que uno tiene y transformarlos en lo que pueda ser de utilidad para crecer como persona y volcarlo a la vida diaria.
Perfil
De los niños a los mayores.
René Knopoff es médico y, paradójicamente, su especialidad inicial había sido obstetricia. Con los años, las vueltas de la vida lo llevaron a la función pública desde donde comenzó a acercarse a los mayores. Su cercanía a geriátricos le hizo ver mucha falencias en la formación de las personas que trabajaban con los pacientes. Fue a partir de entonces que comenzó a interesarse por la problemática, que fue un trampolín, para estudiar el proceso de envejecimiento en su conjunto.
Hoy, a los 70 años, es el director de la Escuela de Gerontología de la Universidad Maimónides, pero, además, es un reflejo de que se puede vivir la Tercera Edad desarrollando al máximo las posibilidades.
La Prevención como eje.
"Nuestro país tiene las características demográficas de los países desarrollados, especialmente en las ciudades en cuanto a la cantidad de adultos mayores que hay", explica el doctor René Knopoff.
Con esta idea, se diagramó la carrera de Gerontología, porque "hay que adelantarse a los problemas, porque si esperamos que éstos se agudicen vamos a llegar tarde. Entonces como Universidad pensamos que no se podía esperar a tener un posgrado que hiciera frente a este fenómeno porque esto implica al menos 10 años de formación universitaria. La Escuela surgió, entonces, como una respuesta a la necesidad de formación de una masa crítica de profesionales con espíritu preventivo y con una mirada interdisciplinaria".