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La pintora que no se emociona fácilmente

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Sorprende que Ides Kihlen tenga 90 años. La pintora se presenta con gran vitalidad, siempre con ropa de colores vivos, los mismos que plasma en cada obra.

La Nación
Miércoles 5 de diciembre de 2007

Descendiente de padre sueco, la artista nació el 10 de julio de 1917, en la provincia de Santa Fe. Formada con maestros de la talla del catalán Vicente Puig, Pío Collivadino, Batlle Planas y André Lhote, en París, conoció su pasión por la música y la pintura desde muy chica. Y aquel que conoce sus dos profundas pasiones no sentirá sorpresa al encontrarla en un ambiente claro, rodeada por su piano y paredes blancas coloreadas con sus cuadros. Dedicó gran parte de su vida a la investigación del arte, pero en 2000 comenzó a mostrar su obra.

" Hay una cosa muy graciosa de mis inicios. Cuando vivíamos en Santa Fe, en el campo, había una capillita cerca a la que iban a rezar las mujeres que trabajaban en la casa. Yo siempre quería ir con ellas. Mi madre decía: Esta chica va a ser monja, quiere ir a la iglesia todo el tiempo . Lo que pasaba, me di cuenta después y no lo quería contar, es que estaba llena de papeles y flores de colores con las imágenes de las Vírgenes. Eso sería a mis 3 o 4 años, ¡me encantaban los colores!", cuenta.

-Es tan apasionada por la pintura como por la música, ¿qué es lo que las relaciona para usted?

-Mi madre tocaba el piano y, como cualquier chico hubiera hecho, yo corría a hacer cualquier cosa en él. Ahí empecé a estudiar, y seguí con el piano y la pintura al mismo tiempo. Cuando di el ingreso en la EscueLA NACIONal de Bellas Artes, también lo di en el Conservatorio Nacional de Música. Nunca dejé el piano. Bueno, mi madre me obligaba, vamos a decir la verdad. Cuando los maestros le decían que yo tenía una buena disposición para la música insistía y me perseguía. Así que seguí siempre con la música, hasta hoy. El otro día encontré un cuaderno de música en el que ya hacía dibujitos al lado. Y a veces incorporo los signos musicales en las composiciones.

-Empezó a mostrar sus cuadros en el año 2000, ¿cómo era su relación con el arte antes de eso?

-Lo académico me acompañó siempre, haciendo investigación sobre pintura. Nunca expuse, me pedían, pero no se me había ocurrido. Hasta que, en 2000, me invitaron y expuse en arteBA. De ahí en adelante seguí exponiendo en gran cantidad de galerías de acá y también de Estados Unidos.

-¿Cómo es la historia del número 5, recurrente en sus cuadros?

-A veces me salían tres o cuatro pinturas diferentes en el mismo día, empezaba a pintar con una cosa y terminaba con otra. Me aparecían las cosas, simplemente. Así se me presentó el número 5, que está entre mis primeros abstractos. Después seguí pintando y se me aparecía el 5. Tengo una serie de cuadros con el número 5. Siempre apareció mucho. Ahora no aparece tanto No sé qué será, es una cosa rarísima.

-¿Cuál es su relación con la emoción?

-No me emociono con facilidad. Eso me lo dijo un maestro de música: "No se emocione, hay que estar demasiado seguro para emocionarse".

Bárbara Schijman

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