Después de haberse apropiado, en una notable acción de comunicación, del concepto de “belleza real”, Dove ha ido por más. Si en un momento, la marca de Unilever, hizo suyo el concepto de belleza verdadero, dando por sentado que todas las demás apelaciones a la belleza eran irreales, por no decir falsas; con la nueva campaña “La belleza no tiene límite de edad”, sigue derribando, aunque solo sea publicitariamente, arraigados prejuicios.
Por Luis María Hermida
Si con la campaña “Por la belleza real”, Dove, “pateó el tablero” parándose en la vereda de enfrente de los estereotipos de belleza clásicos, con esta le entra de lleno a otro de los cucos del rubro prejuicios: la edad. Desairando, con la incorporación del concepto “pro age”, otra vez a la competencia que, de un plumazo, ha visto como su prédica “anti age” ha quedado cuanto menos desacomodada.
La movida comunicacional de Dove ha sido, a todas luces, de una astucia llamativa. Montada en la ola de sinceramiento que viene atravesando buena parte de la publicidad de unos años a esta parte, ha sabido sacar buen partido de un fuerte cinismo publicitario disfrazado de honestidad indiscutible.
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