Son activos física, mental y emocionalmente. Aman, trabajan fuerte, practican deportes, tienen proyectos, se animan otra vez a la paternidad... A los 60, lejos del ocaso, los hombres de hoy todavía están en carrera.
La Nación
Domingo 30 de marzo de 2008
Jugar a las bochas. Sentarse en un banco de plaza a darles de comer a las palomas. Leer el diario de punta a punta para luego ir a escuchar el noticiero en la radio. Hacer colas y colas y más colas para cualquier trámite. Ir de hospital en hospital. Hasta no hace mucho tiempo, quizás en esto consistía la vida de un hombre luego de los 60 años. Un jubilado, un abuelo, un hombre retirado o uno de la tercera edad. Bueno, ya no más.
Aunque el fenómeno de cambio comenzó su progresión a partir de la década de los 80, fue a fines de los 90 y principios del nuevo milenio que estalló, hasta encontrarnos hoy con un nuevo modelo de hombre sexagenario: un varón activo física y emocionalmente, lúcido y ávido de incorporar nuevo conocimiento, un hombre a la moda que cuida tanto su dieta como su look y que, a los ojos de muchos, aún es una persona con un fuerte sex appeal.
¿Qué fue lo que produjo este cambio tan radical? Las razones son varias y provienen de diferentes ámbitos de la cultura social y técnica. Por un lado, los avances científicos extendieron la expectativa de vida a casi dos décadas más. Diferentes técnicas cardiovasculares, medicina preventiva, cánceres que antes eran mortales a los que ahora se sobrevive, problemas de próstata que se superan y arterias que se destapan con un stent. Y la gran revolución que llegó hace menos de una década en un formato pequeño y de color azul: el Viagra o, como muchos han llegado a llamarlo, la pastillita milagrosa.
Cambios sexuales y sexo de cambio
Cuando el hombre llega a los 60 años, su química corporal comienza a cambiar de tal forma que la respuesta sexual se altera.
Adrián Sapetti, presidente de la Asociación Argentina de Sexualidad Humana, explica que a esta edad, y debido a la disminución de la testosterona en sangre, las reacciones físicas frente al sexo se aletargan: “Se tarda más en lograr una erección y en eyacular, y esto, aunque sea un eyaculador precoz; eyacula menos cantidad; a veces no logra la erección plena; disminuye la frecuencia de erecciones nocturnas y matinales; desciende la libido y necesita de un mayor estímulo. A veces, directamente en la zona genital”. Según el especialista, estos cambios no son malos ni tienen por qué significar una disminución en la calidad de las relaciones sexuales. El problema aparece cuando el hombre no logra asimilarlos y se mantiene añorando al semental que fue a los 30 sin lograr convertirse en un semental de 60. “Es importante que el hombre entienda que su respuesta sexual no será la misma y que no será mejor o peor, sino diferente”, explica el Sapetti y agrega: “La verdad es que al varón lo salvó de la jubilación la pastillita mágica porque modificó la actitud de cualquier hombre que ya estaba fuera de carrera porque no tenía erecciones”.
De esta manera, volver a tener relaciones sexuales o mantenerlas sin que decaigan puede funcionar como una gran fuente de juventud así como un estímulo vital que provoca un efecto dominó dentro del funcionamiento de la psiquis masculina. Poder concretar el deseo sexual le permitirá animarse a desear otro cúmulo de cosas y buscar entonces su concreción.
Otro tema que para Sapetti ha sido uno de los agentes de cambio más importantes es el rol de la mujer en la sociedad. “Las mujeres fueron las que dieron el puntapié inicial en el cambio de actitud dentro de esta franja etaria. Antes no hacían yoga, no iban a gimnasia ni hacían pilates. No se compraban ropa de moda y se vestían como «señoras». Hoy, la mujer es mucho más activa que hace 20 o 30 años. Es económicamente independiente, activa físicamente y mucho más abierta en cuanto a deseos y necesidades sexuales. Todo esto provocó que el hombre ya no se descuide tanto; para ella es importante que no esté dejado, mal vestido, barbudo.”
De esta manera, y con la mujer ubicada en un lugar diferente, el varón se ve obligado a contrarrestar todos estos cambios que comienzan a sucederle con tratamientos, suplementos vitamínicos, visitas a diferentes especialistas, como el nutricionista, el sexólogo o el psiquiatra... Ahora sabe que aceptar la falta le permite recuperarla de alguna manera.
El fin de los tabúes
Aunque muchos mantienen una actividad o entrenamiento físico sistemático, lo cierto es que ya no puede jugar al fútbol o que en vez de jugar singles deberá jugar dobles. También es muy frecuente que se vuelva más irritable o que se convierta en el típico “viejo gruñón”, algo para lo que siempre hay algún remedio o suplemento que puede reemplazar aquellas hormonas que comenzaron a hacer mutis por el foro.
También tiene que estar preparado para sufrir cuadros depresivos, más aún si es un hombre solo, separado o viudo, ya que la presencia femenina en su vida suele tranquilizarlo. De todas maneras, las mujeres son las que aún sufren más depresiones que los hombres, en una proporción de 3 a 1. La diferencia es que la mujer siempre consultó más a los especialistas, siempre estuvo más dispuesta que el hombre a buscar y pedir ayuda. “La gran diferencia hoy es que el hombre comenzó a consultar. Antes se manejaba mucho con tabúes, como si viera mancillada su masculinidad por sufrir depresión o disfunciones sexuales. Hoy sabe que hay formas para resolverlo; entonces, saca turno y encuentra la ayuda que necesita. A este consultorio ahora llegan hombres de todas las edades. De hecho, vino un hombre de 93 años en muy buena forma para comenzar a tomar Viagra, ya que hacía dos años que no podía mantener relaciones con su mujer de 87. Y me pareció fantástico que a esa edad hiciera algo por concretar ese deseo que aún mantenía”, concluye Sapetti.
El endocrinólogo y andrólogo Pablo Knoblovits forma parte del Servicio de Endocrinología del Hospital Italiano y ha notado un cambio en las visitas a su consultorio. La disminución de la testosterona en sangre puede presentarse tanto con síntomas como sin ellos. La costumbre masculina siempre ha sido la de atacar el problema cuando se presenta. Hasta ahora. “Muchas de las consultas llegan en forma de control, como lo hacen las mujeres con el ginecólogo. Esto es muy novedoso y positivo, ya que muestra un cambio en el varón, que se ha volcado a cuidarse más. El hombre quiere verse mejor y parecer más joven. Son hombres que siguen trabajando más allá de los 70 y, para eso, necesitan estar enteros y activos”, opina el endocrinólogo.
Los tratamientos que Knoblovits y su equipo implementan apuntan a las disfunciones sexuales, la mengua del deseo y la eyaculación precoz, y consisten en el reemplazo hormonal cuando hay disminución de testosterona con manifestaciones sintomáticas. “Que haya opciones de tratamiento hace que el hombre se anime a consultar y venga”, concluye Knoblovits.
Un cambio de discurso
Pero no es sólo en los consultorios donde los cambios se han manifestado. También han llegado (o quizás hayan comenzado) al discurso social.
“Las enfermedades y los achaques de la vejez antes se decían con un soplo de voz y en forma de secreto”, explica el semiólogo, escritor y profesor universitario Oscar Steimberg. La pérdida del estatus de tabú que tenían los problemas de la vejez está relacionada para él con “el fin de los grandes relatos”. Por un lado, el encontrar la solución para ciertos problemas antes irremediables de los hombres provocó que, al encontrar la esperanza, pudieran aceptar que los padecían. “Nunca olvidaré cuando Julio Iglesias admitió que, con el Viagra, lo único que obtuvo fueron unos grandes dolores de cabeza. Ahí hubo una doble infracción porque, por un lado, confiesa que tenía problemas porque, si no, para qué iba a tomar Viagra. Por el otro, ¡el fracaso del Viagra mismo! Esto, hace unos años, pocos años, hubiera sido inaceptable.” Discursivamente, se rompió el tabú de la vejez. De esta manera, no sólo cambiaron los viejos, sino que cambió la vejez.
En la época de “los grandes relatos”, el poder de síntesis de las secuencias era suficiente como para poder referirse a una franja etaria con una simple expresión: tercera edad, hombre o mujer mayor, jubilado. “Ahora ya no lo es. Se le debe agregar un ¿cómo?” Hay tantas especializaciones, tantas diversificaciones, tanto lugar para la subjetividad y la individualidad que cada caso citado necesita de una especificación, de un gerundio que describa la situación en la que la persona citada se encuentra.
“Y es a partir de las descripciones en los discursos que los tabúes se han roto. Antes no se describían los síntomas de la vejez –continúa Steimberg–. Pero pueden ser descripciones hechas con humor y no desde un lugar trágico. Y tanto el de encarar esta edad con comicidad como el de embarcarse en actividades que en otro momento eran exclusivas de los jóvenes son, ambos, comportamientos de esta época.
Por Constanza Guariglia
revista@lanacion.com.ar
Fotos: Miriam Trigo, EFE, AP y AFP
Guillermo Dietrich
Empresario, fundador del Grupo Dietrich*, 63 años
40 años de casado. Cuatro hijos, de 39, 38, 34 y 25, y cinco nietos
“Los años y el cumplirlos, para mí, no son una carga, sino pura ganancia. Si bien se te caen más los brazos, hay muchas cosas a favor, como todo lo que generé a lo largo de mi vida. En mi caso es la empresa que fundé y que se refundó en el año 1995, cuando entró a trabajar la nueva generación, mis hijos, algo que me generó un gran orgullo. Es verdad que cuando me miro al espejo veo una realidad diferente, pero nunca me estiraría la cara ni nada por el estilo. De hecho, cuando me veo tanto en el espejo como en las fotos, la verdad es que no me veo nada mal. Creo que uno de los grandes secretos para sentirme siempre bien es el no pensar que nunca te vas a morir. Pensar en la muerte, no como un temor, sino como un hecho más de la vida, me lleva a no sentirme nunca viejo porque me permite disfrutar y vivir mucho más el ahora. Y, para mí, en eso consiste la felicidad: en una sumatoria de momentos que en algún momento fueron presente. Y si entonces no los disfrutaste al máximo… hay que trabajar mucho con uno mismo para poder mantener una paz interna. Cuidarse mucho y elaborar las malas experiencias para luego dejarlas a un lado del cerebro. Hago mucho deporte; el deporte me distrae, me entretiene, me lleva a juntarme con amigos y a tener aventuras maravillosas. Juego al golf, al tenis y ando en moto. Tengo una Honda Trans que no manejo en la ciudad, sino en lugares como la montaña. Y es un gran placer, un cable a tierra y una pasión. Cuando me preguntan si me siento sexy aún, la verdad es que es algo que a esta edad me hace sonreír. No sé si soy sexy, pero sí sé que soy seductor, aunque sin querer serlo. Sé que me miran las chicas por la calle, pero la seducción no sólo tiene que ver con el sexo. De hecho, soy seductor tanto con mujeres como con hombres. Pero porque apelo directamente a la persona, al cariño y a la caballerosidad. Tengo otra educación y nunca saludaría a una mujer estando yo sentado, o dejaría de abrirle la puerta. Son pequeños gestos que hacen una gran diferencia. Encuentro muchas ventajas en esta edad. Por ejemplo, la libertad de horarios: algo maravilloso. Y como contraste no veo ninguna. Quizá pensar el tener toda esta experiencia con 20 años menos, pero si así fuera mis hijos no tendrían la edad para estar en la empresa... y yo no tendría el tiempo para hacer esta nota.”
* Dietrich es uno de los principales grupos de la industria automotriz argentina
Rodolfo Prayón
Publicista, 65 años
Separado y vuelto a casar. Dos hijos, de 35 y de 33, con la primera mujer y dos, de 15 y de 13, con la segunda
“Físicamente me siento bárbaro. Voy al gimnasio todos los días y me entreno hasta con 100 kilos de pesas en las piernas. Quizá ya no soy tan fanático como para salir a correr 10 kilómetros todos los días, y me da fiaca tener que ir y volver, pero sí corro 40 minutos en cinta. Jugué al rugby y soy fanático de ese deporte, que me permitió tener otra forma de encarar una parte de mi vida. Me ayudó y me enseñó a caer y volver a levantarme, a que nadie en la vida te regala nada, a ganarme todo y a pelearla. Emocionalmente, la verdad es que cuando cumplí 60 no me sentí mal. Quizá tengo un gran oficio de «pérdida» porque mi padre murió muy joven, así como mis mejores amigos. La única certeza que tiene el hombre es que se va a morir; entonces, mejor vivir, disfrutar y pasarla bien. Cuando llegue el momento, llegará. Nadie muere en la víspera. Me pasaron muchísimas cosas, algunas muy desagradables, pero no me arrepiento de nada porque aprendí, y mucho. A estas alturas, la verdad es que puedo decir que sólo me molesta una cosa: la mentira. Pero no me puedo sentir un superado porque todos los días hay algo para aprender. Si no aprendiera nada, me sentiría un viejo. No me preocupa mucho el levante. Me siguen mirando las chicas, me doy cuenta aunque soy muy distraído. Quizás, entre mirar un edificio y el final de una espalda de una chica, miro el edificio. Aunque el coqueteo siempre es lindo. Para mí, el estado ideal del hombre o la mujer es de novio. Nunca más responsabilidades que ésa.”
Luis Gosetti
58 años, separado, una hija de 23, empresario y cantante de tango
Acaba de editar el CD Degeneraciones tangueras junto con el grupo Los Greco
“Creo que me pegaron mucho peor los 50 que la proximidad de los 60, porque me agarran mucho mejor plantado; aunque, te juro, estoy mucho más loco que a los 20. A esa edad era mucho más miedoso, más «durito», y mucho más preocupado por el «qué dirán». Ahora tengo unos permisos psíquicos que antes eran impensables. Y eso se lo debo agradecer a dos cosas que me cambiaron la vida: el rugby y el psicoanálisis. Hice psicodrama con Tato Pavlovsky, que tenía una frase maravillosa: el grupo cura. Y el rugby es la expresión máxima de la solidaridad grupal. Jugué 13 años en MI club, el Lomas Athletic, y me siento como un jugador de rugby en abstinencia. Creo que no puedo concebir un sábado sin ir a ver jugar a mi club.
“Tengo muchos proyectos, y uno de ellos es seguir cantando tango. Esto es una pasión que comenzó hace no muchos años y que, como todo lo que hago, me conecta mucho con el deseo. Comencé produciendo un disco para Esteban Morgado en 2001. Desde entonces se sucedieron diferentes presentaciones hasta que, cuando cumplí 52 años, en un momento muy difícil de mi vida porque fue mi primer cumpleaños luego de separarme, organicé el festejo en el bar Los 36 Billares y pocos días antes la señora Susana Rinaldi me pidió cantar en la celebración. Se me cayeron los calzones. Ese noche terminó convirtiéndose en un show de presentaciones espontáneas importantísimas y Esteban me hizo subir al escenario a cantar. Esa fue la primera vez que canté en público y al lado de Susana Rinaldi. Un lujo. Fue muy grosso. Me cuido yendo al gimnasio tres veces por semana y una vez al año, a veces dos, voy a un spa y centro médico adventista que hay en Entre Ríos. Allí me hago un chequeo completísimo porque me gusta comer bien. Salgo casi todas las noches y nada de pollito sin piel y agua mineral. Lo mío es buen vino, champán. Y ojo, porque en cualquier momento empiezo con las cremas estéticas.
“Creo que las minas me dan más bola de la que merezco y menos de la que me gustaría. La verdad es que soy un tipo agradable, caballero, al que las minas a veces miran. Igual, con el sexo opuesto siempre fui un laburador, aunque tuve mucha suerte con las mujeres que conocí y las que me han acompañado últimamente. El neurótico soy yo: no soy mujeriego, sino un novio serial. Pero no podría salir con una mujer sin hijos porque el ser padre es una experiencia intransferible y, para mí, es una condición sine qua non que la mujer tenga un poquito de celulitis.”
Rod Stewart
Siempre listo
Tiene la nariz torcida. Y, encima, es narigón. Y ese lunar… ya se lo tendría que haber sacado. Si le prestás atención… no es alto, ¡es más petiso que su mujer! ¿Se tiñe? Tiene 63 años, ¿cómo se va a vestir así, con zapatillas y remera de adolescente? Podemos seguir descuartizándolo para arribar a una respuesta, pero de todas maneras no saciará. Lógica no será, porque al tratarse de mitos lo absurdo suele ser consuelo. Dicen que Rod Stewart es sexy. Por la nariz, y a pesar de ella.
El combo Stewart se presentó hipersexual en los años 70, cuando con ajustadísimos pantalones animal print salía al ruedo inglés con The Jeff Beck Group primero y Faces después. En los 80 y los 90, la imagen del semental alocado “Rod the Mod” –su viejo mote del tiempo de noches de alcohol y mujeres– amainó y comenzó a surgir el meloso. Ese que, más que pensar en Hot legs, se preguntaba si le había dicho a su mujer que la amaba (Have I told you lately –that I love you–). Ese que ya iba por el segundo matrimonio, repitiendo fórmula: ella más joven-rubia-tienen hijos-lo dejan por infiel.
El patrón se repite hasta hoy. Stewart se casó el año pasado con Penny Lancaster –modelo y fotógrafa 27 años más joven–,con quien tuvo a Alastair, su hijo de casi dos años, que se suma a los cinco que le dieron las blondas de su vida.
El hombre abandonado que encontró siempre rápido cobijo en brazos de otra no brilló tanto por su capacidad creativa, sino por sus cualidades interpretativas y por saberse rodear. Los duetos y el rigor en la elección de los temas de su saga The great American songbook lo demuestran. El mismo que susurra For Sentimental Reasons y colecciona trenes de juguete cubre su cuota de testosterona social con su conocida afición por el fútbol. El rockero que alguna vez fue hoy viste de smoking. El metrosexual que cuida el detalle de sus joyas desliza chabacanerías en vivo. Y sonríe. Y ellas le sonríen. Como ocurrirá, otra vez, cuando actúe en Vélez el 10 y el 11 de abril próximo.
Tiene histeria y sex appeal. Algo de abandonado. Otro poco de niño. Fue exitoso, cayó en los 90 y se reinventó. Es rockero y crooner. Es abuelo, papá y amante. Tiene 63, la voz macerada y se viste como de 60, 40 o 20. ¿No es incoherente? Sí, claro. O no tanto: cubre todas las expectativas. Es un mito.
Por Emilse Pizarro
Joan Manuel Serrat
64 años
Ha tenido siempre fama de ganador con las mujeres. Hace poco sobrevivió a un cáncer de vejiga y el año pasado anduvo de gira por el mundo junto con Joaquín Sabina. En 1969 realizó su primera gira sudamericana, y desde entonces es un tipo muy querido, cada vez más.
Richard Gere
58 años
Ha sido considerado uno de los actores estadounidenses más seductores del cine. Desde que saltó a la fama con Gigoló americano no ha parado de filmar. Y, además, es un fiel seguidor del budismo tibetano y amigo del Dalai Lama. Bello y espiritual.
David Bowie
60 años
Está mucho más sexy que a los 20, cuando era un muchachito freak y delgaducho. Casado con la supermodelo Iman, alguna vez estuvo en el top ten de las mayores fortunas del mundo. Además, es uno de los grandes músicos que ha dado el rock.
Harrison Ford
65 años
Hijo de padre irlandés y de madre rusojudía, aún conserva en la barbilla una sexy cicatriz de su adolescencia. Se casó dos veces, tiene 4 hijos y actualmente está en pareja con Calista Flockhart, de 43 años.
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