En La Plata crece el número de ancianos, pero faltan geriatras. Con apenas 29 profesionales -el 0,005% del total de la región- es la especialidad menos abordada y pocos nuevos médicos se muestran interesados en seguirla. Además, no hay servicios de geriatría en los hospitales ni en los centros de salud. Faltan acompañantes terapéuticos y hasta una materia en la facultad que forme en el tema a los nuevos médicos. El problema es mundial y ya desvela a países como España, donde el envejecimiento de la población no fue acompañado por un incremento del número de especialistas y se considera que en el 60% de los centros asistenciales no hay profesionales para atender a la vejez. Pero en torno a la cuestión también existe un debate, ya que se trata de una especialidad discutida por aquellos profesionales que creen que la tarea de los geriatras puede ser cubierta sin problemas por los médicos clínicos.
El Día
23.03.2008
Se estima que el 13% de la población de La Plata tiene más de 60 años y la tendencia indica que esa proporción va a crecer en los próximos años. No obstante, el número de geriatras en la ciudad hoy suma apenas 29, no existe ningún servicio hospitalario de geriatría y gerontología y ni siquiera hay materias en la Facultad de Medicina dedicadas a los adultos mayores. La especialidad tienta poco a los nuevos profesionales y sumada a la falta de acompañantes terapéuticos, trazan un paisaje poco alentador en esa área de la salud que, paralelamente, tiene una demanda que crece.
Así lo indican especialistas en el tema consultados en el Colegio de Médicos, la Sociedad Platense de Geriatría y Gerontología, la Facultad de Medicina y distintas instituciones dedicadas al tema, donde se considera que el déficit en la materia alcanza por igual al sistema de salud y a la actual formación de los profesionales.
Mientra tanto, los números son contundentes. Según indica el libro Vejez y Pobreza en la Argentina, de la especialista platense Silvia Gascón, la proporción de adultos mayores en la Argentina se duplicó entre 1950 y 2000 y se espera que para el año 2050 uno de cada cuatro habitantes del país será de la tercera edad mientras disminuye el peso de los jóvenes. Así, en esa fecha habrá 9 adultos mayores por cada chico de entre 0 y 14 años.
Los datos del último censo arrojan que la población de adultos mayores en la Argenitna asciende a 4.871.957. Se estima que 3 de cada 10 tienen entre 60 y 64 años, un poco más de cuatro de cada diez tienen entre 65 y 74 años y 3 de cada 10 75 años o más. Juntos representan el 13,4% de la población total del país. Un porcentaje similar al platense.
APENAS 29 ESPECIALISTAS
En ese contexto, la geriatría hace el camino inverso y es una de las especialidades que suma menos profesionales en la ciudad. Apenas 29 de los 5.700 médicos que ejercen en el distrito.
"El 0,005%, cuando el ideal sería el 5%. Tenemos 1 cienmilésima parte de los que deberíamos tener", dice el secretario del Colegio de Médicos Distrito I (que comprende a La Plata), Carlos Pis Diez.
Osvaldo Tirante es fundador de la Sociedad Platense de Geriatría y Gerontología y considera un problema la falta de geriatras, que no sólo es local, sino que alcanza a sociedades cada vez más envejecidas del país y del mundo: se estima que apenas el 10% de los adultos mayores son atendidos por geriatras en la Argentina. Los demás son tratados por médicos clínicos.
"Desde la entidad hicimos convocatoria a nuevos profesionales para formarlos en geriatría, pero no tuvimos buenos resultados", dice y asegura que "vemos con mucho asombro la falta de interés en esta disciplina".
La razón es, entiende, fundamentalmente económica.
"Se trata de una disciplina muy sacrificada y mal paga", dice Tirante, "atender ancianos requiere tiempo y mucha paciencia. Mientras la consulta en un clínico se extiende por alrededor de 20 minutos, la de un anciano puede durar 45".
Pero el mismo dirigente admite que la misma especialidad todavía es discutida en algunos ámbitos médicos, donde se cree que la atención de un clínico es suficiente para asistir a los ancianos.
Jorge Martínez, decano de la Facultad de Medicina de la UNLP es de los que creen que un buen médico internista está "absolutamente preparado para atender gran parte de la problemática de la población mayor".
Aunque también admite que hay áreas en la que, aún así, es necesaria la intervención de geriatras, tales como en cuestiones vinculadas a la adaptación del anciano a su vivienda y los cuidados especiales para el adulto mayor con sus capacidades disminuídas.
LA CUESTION DE LA FORMACION
Para la especialista platense en adultos mayores Silvia Gascón, el problema es mucho más profundo y con la formación de nuevos especialistas no alcanza.
"Actualmente hay un gran déficit en esta materia, no sólo en el sistema de salud -que implica la atención de los ancianos- sino también en todo lo que tiene que ver con la formación de los profesionales", expresa Gascón, que dirige la Maestría en Gestión de Servicios de Gerontología del Instiuto Universitario Isalud.
Según Gascón, uno de los principales problemas en la formación tiene que ver con la ausencia de un módulo referido a la tercera edad en carreras como Medicina, Odontología, Trabajo Social y yendo más lejos, fuera del área de la salud, hasta Derecho o Arquitectura.
¿Cómo tendría que ser ese módulo? Para Gascón debería desarrollar conceptos sobre el proceso de envejecimiento normal (no patológico).
El tema de la formación de los profesionales en el área también se maneja por ahora como una idea en el ámbito de la facultad de Medicina de La Plata, según indica su decano, Jorge Martínez, quien agrega que se baraja la idea de incluir una materia optativa en la carrera de grado sobre geriatría.
Mientras tanto y según Tirante, los profesionales se especializan en la Universidad de Buenos Aires o bien son reconocidos como especialistas por el Colegio de Médicos a partir de la presentación de antecedentes de trabajo en el área.
El dirigente dice que la falta de reconocimiento de la especialidad por parte de las obras sociales motiva que se trate de una especialización "sacrificada y mal paga".
Esa falta de reconocimiento se enmarca en una polémica que divide aguas entre quienes creen que se necesitan especialistas para tratar a los ancianos y quienes entienden que basta con el aporte de un buen clínico.
Los defensores de la tarea específica del geriatra, en tanto, ponen el acento en su importancia para prevenir la dependencia evitando las secuelas de enfermedades crónicas que se caracterizan por provocar discapacidad.
Aunque se ocupa de los ancianos, la geriatría es la más nueva entre las especialidades médicas.
Su concepto fue introducido en 1909 en Estados Unidos por I.L. Nascher, quien publicó un artículo en el New York Medical Journal, en el que planteaba la necesidad de una medicina específica y distinta de la tradicional para el tratamiento de los ancianos.
Pero el nacimiento de la disciplina se remonta a 1935, de la mano de la doctora inglesa Marjory Warren, quien cuestiona la forma en que habían sido tratados los pacientes ancianos y con discapacidad hasta el momento y comenzó a tabajar en un cambio en "la actitud del cuidado y tratamiento de los enfermos crónicos".
Con todo, la definición usual de geriatría no se limita a la situación de enfermedad, sino que describe a la especialidad como dedicada a la salud de la persona mayor, que estudia los aspectos clínicos, terapéuticos, preventivos y sociales del anciano en situación de saud o enfermedad.
Del mismo modo, el concepto de paciente geriátrico no se relaciona con sólo con una cuestión de edad, sino también con la idea de trastorno funcional físico o psíquico, de pluripatología, de polifarmacia y de fragilidad social.
De hecho, estimaciones internacionales establecen que sólo el 15% de los mayores de 65 años que ingresan a un hospital público se encuentra incluído en esta definición.
Los geriatras hacen hincapié en que existen diferencias entre el adulto joven y el anciano derivadas del proceso de envejecer, que provoca cambios en las estructuras, la actividad funcional, la homeostasia, la nutrición y la respuesta inmunológica de los ancianos, que deben ser tenidos en cuenta a la hora de atenderlos y cuyas características conocen bien los geriatras.
Uno de los objetivos declarados de la geriatría es evitar que estas afecciones propias de la ancianidad, y que suelen aparecer juntas, deriven en invalidez y dependencia.
"Una consulta geriátrica suele requerir más paciencia y tiempo que una clínica", dice Tirante y agrega que "el objetivo es mejorar la calidad de vida del anciano y para eso lo que se hace es poner el problema que motiva la consulta en el marco de la historia de ese paciente y sus perspectivas".
Con todo, aún en el exterior, donde los servicios de salud específicos para ancianos crecieron de la mano de la llamada "revolución gris" (el proceso de envejecimiento de las poblaciones) se admite que la disciplina también es poco reconocida.
http://www.eldia.com.ar/noticia.aspx?secc=10&orden=40&f1=20080323&f2=20080324&link=http://www.eldia.com.ar/edis/20080323/informaciongeneral39.htm