Perla Gallardo es el corazón de una organización que mantiene viva la obra del sacerdote recordado por su don para curar y su vocación de ayudar
La Nación
Sábado 19 de abril de 2008
Cuando cumplió 6 años, su papá le regaló un tapado y la llevó a un barrio humilde cerca de su casa. Allí le mostró la miseria que existía y le dijo: "¿Ves?, vos hoy recibiste este abrigo, pero hay mucha gente que no tiene esa oportunidad. No importa cuál sea tu situación en el futuro, nunca te tenés que olvidar de esta gente".
Sin saberlo, ese mandato paternal marcaría a fuego la vida de Perla Gallardo, la mujer que acompañó durante más de veinte años al padre Mario Pantaleo, conocido por tener un poder sanador, y continuó con su obra.
Cuesta creer que esta señora de 81 años que hoy nos recibe en su casa de Recoleta sea el corazón de una organización que nutre con educación, salud y alimentación al pueblo de González Catán y sus alrededores, en la provincia de Buenos Aires, y además recibe a cerca de 250.000 fieles que buscan alivio y curación en el santuario del padre Mario Pantaleo.
-¿Cómo conoció al padre Mario?
-Yo tenía un tumor ginecológico que me producía muchos sangrados y me daban sólo 3 meses de vida. Incluso había ido a recorrer toda Europa para encontrar una solución, pero los médicos decían lo mismo. Mi marido me comentó sobre un cura en Buenos Aires que era sanador y fui sólo porque me lo pidió uno de mis hijos. Yo no creía en esas cosas. El atendía en Carlos Pellegrini y Santa Fe. Cuando entré, él estaba arrodillado curando a una monjita. Sin conocerme ni saber nada de mi dolencia, me puso la mano en el vientre y de repente sentí que dejaba de correr esa hemorragia que tenía desde hacía años. ¿Usted me va a curar, padre?, le pregunté. Y todavía hoy recuerdo su respuesta: "No, arriba está el que la va a curar. El es el guitarrero, yo soy sólo la guitarra", me contestó.
- ¿Qué tipo de relación tenían?
-Era una relación de madre-hijo, porque yo lo cuidaba mucho. Cuando se enfermó, le daba los remedios y me ocupaba de su ropa. El siempre estuvo rodeado de mujeres, pero conmigo tenía una relación especial y dependiente. Me llamaba Doña y no iba a ningún lado si yo no lo acompañaba.
Desde el momento en que se conocieron, los destinos de Perla y el padre Mario se unieron para siempre. El la siguió atendiendo durante seis meses hasta curarla del tumor y ella empezó a ayudarlo con toda la acción social y sanadora que realizaba. En ese entonces, el cura vivía en una casita muy humilde en González Catán, donde quiso empezar a edificar una iglesia. "Le robaban todo el tiempo en esa zona; entonces me empecé a ocupar de organizar todo el tema de los materiales que recibíamos como donaciones. Fue una obra hecha por el amor de los demás hacia el padre Mario", contó esta señora coqueta, que usa anteojos "sólo para que no se me noten las bolsas debajo de los ojos".
Oriunda de Goya, Corrientes, se casó a los 18 años con el médico Eduardo Garabeli, que siempre la acompañó en su labor solidaria. Hoy tiene 4 hijos y 10 nietos, y le dedica casi la totalidad de su tiempo a la obra, a la que define de forma contundente: "La fundación es parte de mi vida", resumió esta emprendedora incansable conocida por todos como Perla Gallardo, pero que en realidad se llama Araceli y a quien de chiquita la llamaron Perlita por unos aros de perlas que usaba desde siempre. Y de allí el apodo.
- ¿Cómo nació la obra?
-A la construcción de la iglesia, en 1972, le siguieron un sinfín de espacios destinados a la comunidad. Cuando empezó a construir la obra, en quien primero pensó el padre fue en las madres del barrio que trabajaban fuera de sus casas y que no tenían dónde dejar a sus pequeños hijos. Entonces fundó el Centro Materno Infantil, que en ese momento se llamaba Guardería del Niñito Jesús. Después llegaron el comedor comunitario El Retoño, el jardín de infantes, las escuelas, el centro médico, el centro para chicos con discapacidad y el centro para personas de la tercera edad.
Luego de que el padre Mario falleció en 1992, producto de una infección hospitalaria, Perla quedó como encargada de la obra. Viaja permanentemente a González Catán.
- ¿Cómo funciona hoy la obra?
-Hoy cubrimos todas las instancias educativas, desde el jardín maternal hasta las carreras universitarias. Tenemos centros de alimentación, salud y actividades deportivas. Son cerca de 420 las personas que trabajan en la obra, entre voluntarios y gente rentada.
- ¿Cómo se financian?
-Recibimos numerosas donaciones particulares y empresarias. Julio Cruz, jugador del Inter, todos los meses nos manda 100.000 pesos para alimentar a la gente de la zona. Cuando viene, todos los años, también trae un camión lleno de zapatillas. El junto con otros jugadores argentinos en Italia hicieron una cena a beneficio en la que recaudaron 100.000 euros para destinar al edificio universitario.
Se le comenta sobre la gran cantidad de gente que busca sanación y va a visitar el santuario del padre Mario.
"Es impresionante la cantidad de fieles que tiene. Cuando me ve, la gente me toquetea toda a mí en el mausoleo como si yo tuviera el don. Pero no entienden que no era una gripe contagiosa."
- Le están por otorgar unos premios...
-Ya tengo 42 premios, pero todos tienen que ver con el padre. Son suyos, no míos. Ahora la Fundación River Plate me va a otorgar uno por el Año Internacional de la Mujer, aunque yo soy de Boca. También la Municipalidad de La Matanza me va a dar otro.
- ¿Cuándo comenzará el proceso de beatificación del padre Mario?
-Tenemos 2500 testimonios de personas curadas en la tumba, con informes médicos y todo. Fui a verlo al papa Juan Pablo II para empezar el proceso de beatificación, pero me dijo que él no podía iniciarlo, que había que hacerlo en la Argentina. Entonces fui a ver al obispo José Horacio Suárez, de La Matanza, a quien le presenté todos los papeles. Ahora hay que esperar que el trámite siga adelante.
- ¿Qué tipo de necesidades tiene hoy por hoy la fundación para satisfacer las demandas que tiene?
-Nos falta plata para el mantenimiento de toda la obra y para las becas de los chicos que están en la escuela.
Por Micaela Urdinez
De la Fundación Diario LA NACION
Contactos
* Obra del padre Mario: http://www.padremario.com/noticias/index.htm
El padre y la iglesia
–¿Cómo era el vínculo del padre Mario con la Iglesia?
–Tenía una amplitud y un sentido de la no discriminación muy amplio. Creía que Dios era único y que las religiones eran distintos caminos para llegar a él. Tenía una relación conflictiva con la Iglesia, pero hay que recordar que a él no le interesaba mucho lo burocrático. Se ordenó como sacerdote en Italia y se vino para la Argentina sin pedir permiso.
–¿Cuándo descubrió su poder curativo?
–Comenzó como capellán del hospital de Rosario. Lo destinaron a distintos hospitales y allí se le manifestó el don. Cuando entró en un cuarto y vio a un enfermo, y supo lo que tenía. Cuando les empezó a impostar las manos y ver que se mejoraban se dio cuenta de que tenía un don. Los médicos decían que era tal el don del padre que ellos lo consultaban sobre sus pacientes. Creo que el don de videncia lo tenía él y que el de curación se lo daba Dios.
–¿Cómo convivía con su don?¿Lo sufría?
–El siempre consideró que Dios le había dado ese don. Así que todos los que dicen que son sus discípulos son unos mentirosos. Es imposible que él les pase el don.
–¿Cómo era un día en su vida?
–Empezaba a las 4 de la mañana, cuando las personas hacían cola en González Catán. Desayunaba y se venía a la Capital. Volvía a las 7 de la tarde con las piernas hinchadas. Si bien nunca se quejó, lo sufría físicamente; era asmático y además cargaba con todos los dramas, problemas y la angustia de la existencia. Recogía todo esto y volvía con ataques de asma.
–¿Cómo fueron sus últimos días?
–Estuvo en el Sanatorio La Trinidad. Hasta en sus últimos momentos me daba indicaciones sobre la obra. No podía hablar porque tenía una traqueotomía y entonces me escribía en un cuaderno dándome órdenes. Mientras estaba en el hospital llegó una chica de 17 años que había tenido un accidente. Llegó muerta al hospital. El padre quiso acercar sus manos a la chica y ésta resucitó. Entonces escribió en un papelito: “Con que estaba muerta, ¿no?” Hoy la chica sigue viva, aunque en silla de ruedas.
La obra en cifras
* 420 personas son las que trabajan (entre rentados y voluntarios)
* 2500 niños están en el Programa Escuela Socio Deportiva Alfredo Di Stefano
* 58.216 kg de alimentos repartidos anualmente
* 67.531 prendas y calzados repartidos anualmente
* 2904 alumnos en los distintos niveles educativos
* 3515 beneficiarios del Centro de Promoción y Asistencia Social
* 958 niños bajo el Programa de Padrinazgo
* 76 abuelos en el Centro de Atención para Mayores
* 193 asistentes a los Centros de Atención a Personas con Discapacidad
http://www.lanacion.com.ar/1005206