Sentada en un cómodo sillón verde del Instituto Nacional del Teatro, espera Lydia Lamaison. En el aire del edificio se respira el peso de la historia; a pocos metros brillan las batas y los pañuelos de seda de Carlos Gardel. El marco perfecto para escuchar a esta mujer, que en dos meses cumplirá 94 años, y que se ha convertido en un clásico de la televisión y del teatro argentino.

Recordada por las señoras mayores como la villana de las novelas y, por las más jovencitas, como la generosa abuela de Andrea del Boca y de la chispeante Natalia Oreiro, Lydia vuelve a lo que sabe: a llenar de lágrimas los rostros de las fieles seguidoras. En esta ocasión, Mujeres de nadie .

Desde ayer, su presencia se hizo sentir en la pantalla de Canal 13 cuando apareció como la madre de Luisa Kuliok; presa de una terrible enfermedad: el mal de Alzheimer. Así la veremos en la tira de Pol-ka, que ha logrado superar la barrera de la primera temporada, envuelta en un submundo de enfermeras que habitan en el imaginado hospital Benito García.

"Mi personaje aparece cuando Raquel (Luisa Kuliok) va a visitar a su madre, que está ida. Pero después, la anciana encuentra un pañuelo de su hija y el perfume le devuelve los recuerdos.

La actriz, que se arrimó por primera vez a un escenario en 1938 de la mano de Juan B. Justo -director de teatro independiente-, cuenta desde sus eternos labios pintados de rojo: "Nunca más me bajé de las tablas; trabajé ininterrumpidamente, año tras año".

Lamaison dice que únicamente se retirará de la actuación cuando "el que está arriba" le dicte: "Basta". Luego, medita un poco mejor la pregunta y, con una sonrisa, esta vez triste, responde: "El día que me quede poca memoria; quizá por orgullo, porque no quiero que me tengan lástima".

Nada más lejano para esta legendaria actriz, que segura de su extensa y fecunda trayectoria, declara: "Soy una pionera de la televisión, de cuando se hacía en vivo y había que saberse la letra y hacerlo todo de un tirón".

El medio televisivo, que durante más de 54 años la ha visto crecer en populares novelas como Celeste siempre Celeste y Zíngara , en las que acompañó a Andrea del Boca; o en Muñeca Brava , donde estuvo junto a Natalia Oreiro, la vuelve a recibir.

De aquellas épocas recuerda: "Con Natalia Oreiro éramos muy compinches; teníamos los mismos códigos y, con permiso del director, los utilizábamos en el set".

Es que se jacta de llevarse muy bien con los jóvenes. "Será porque, a pesar de mis años, me siento joven; me siento actualizada y aprendo el idioma de los adolescentes", cuenta, con una amplia y contagiosa sonrisa, mientras acomoda un gorro multicolor sobre su cabeza.

En Mujeres de nadie estará acompañada por el sólido equipo femenino que conforman Laura Novoa, Luisa Kuliok, Carina Zampini y Eugenia Tobal, las cuatro protagonistas de la telenovela, a las que se unirá durante tres capítulos.

Sobre su primera experiencia en el set cuenta: "Mis compañeros me cuidan demasiado; me quieren convertir en una vieja chocha", se queja, entre carcajadas. "Me sientan, me traen; yo no dejo que me ayuden porque puedo", exclama con sus ojos transparentes bien abiertos.

"De no ser actriz, hubiera sido bailarina. Bailo salsa... bailo todo. Si hay una fiesta, soy la primera en pararme", dice. Y no es difícil imaginarla en el centro de la pista de un casamiento, agitando los brazos y enfundada en un elegante y colorido vestido. Porque si hay algo que a Lamaison no le falta es energía. "Descanso cuando trabajo. Hay que estar siempre en movimiento", predica, y su voz adopta repentinamente un tono didáctico.

"Tengo una obra de teatro entre manos", adelanta la actriz que no puede ni quiere estar mucho tiempo quieta. Porque Lamaison, que hasta hace poco hizo televisión y teatro en simultáneo, no quiere dejar que los años pasen sin dejar su huella.

Victoria Pérez Zabala

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