Gerontología - Universidad Maimónides

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En la tercera edad, tener amigos puede prevenir la demencia senil

Los vínculos personales, sobre todo los que generan una amistad entre pares, evitan el aislamiento social y los cuadros de depresivos y estimulan las conexiones neuronales que previenen la demencia senil, según afirmó la trabajadora social Olga Vega, especialista en vejez.

El Día
13.7.2008

Vega dirige el Area Comunitaria de la Escuela de Gerontología de la Universidad Maiomónides, la primera casa de altos estudios de nuestro país en dictar una licenciatura de grado en tercera edad, y se especializa en gerontología social.

La profesional afirmó que los vínculos personales entre pares son vitales para todos los grupos etarios pero en la tercera edad cobran particular relevancia, porque previenen patologías frecuentes en esta etapa como el aislamiento social, la depresión y la demencia senil, a la vez que alargan y mejoran la calidad de vida.

"Vivimos en una sociedad posmoderna con características líquidas como define (el sociólogo Zygmunt) Baumant, donde todo es flexible y se caracteriza por un individualismo exacerbado que nos priva del sentido de comunidad, de pensar en el otro", señaló.

"VINCULOS LIQUIDOS"

"Estas características atraviesan de alguna manera los vínculos que formamos -parejas que duran poco, convivencias que anteceden al matrimonio 'para estar seguros'-, en los que la responsabilidad hacia los otros es muy débil", continuó.

Esta suerte de "vínculos líquidos" que plantea Vega, parafraseando al sociólogo Baumant, también impactan sobre los adultos mayores que, además, entran "en el último cuarto de la vida" con algunas pérdidas en sus entornos sociales y necesitan volver a establecer nuevos lazos que trasciendan a la familia.

"El retiro laboral, el hecho de que los hijos se vayan de la casa materna y armen sus propias familias, la viudez, la muerte de algunos amigos, son acontecimientos que impactan fuerte y muchas veces no sabemos qué hacer, cómo reposicionarnos, qué proyectos generar, cómo restablecer los lazos que perdimos", explicó.

El aislamiento, el repliegue sobre uno mismo y sobre la familia son, según detalló, algunas de las respuestas más frecuentes después de los 65.

LA FAMILIA

"Y la verdad es que la familia no siempre es el vínculo más favorable ni para nosotros ni para los otros -agregó Vega-. A veces les pedimos a los hijos o a los nietos un tiempo y una dedicación que ellos no nos pueden dar y entonces, nos recluimos en la soledad y el aislamiento, dos patologías que pueden terminar en una depresión o en una demencia senil".

Los estímulos, el contacto con los otros, con los amigos, mantienen las conexiones neuronales activas. "La amistad, el afecto, el compartir experiencias con el otro que es un par, el recuerdo, son instancias que estimulan y dan identidad", destacó.

Inscribirse en un taller literario, tomar clases de teatro, participar en grupos de debate, estudiar computación son algunas estrategias válidas para conocer gente y planificar un viaje, festejar un cumpleaños, organizar una salida al cine y ampliar el círculo social.

"Salvo excepciones, generar nuevos vínculos después de los 65 cuesta un poco más que a otras edades, sobre todo para estas generaciones de adultos mayores que fueron formadas por parámetros muy rígidos y tienen ciertas reticencias para contactarse con desconocidos", indicó Vega.

COMPAÑIA

No obstante, afirmó, si se abren espacios y se la motiva, la gente se anima y esas señoras mayores que no van al cine solas "porque les enseñaron que las mujeres siempre tienen que salir acompañadas", por ejemplo, encuentran compañía en personas con los mismos intereses que ellas y con las que se sienten cómodas.

Muchas veces, señaló Vega, se animan e incluso, y forman nuevas parejas. "Hay que perder el miedo, el temor a lo desconocido y el prejuicio, que nos marca y nos condiciona", advirtió.

Armar otra pareja después de vivir 20 ó 30 años con la misma persona, sin perder los espacios ganados y frente al "qué dirán de los hijos", entre otros temores, son algunos de los desafíos propios de la edad.

"Y la sexualidad -apuntó Vega-. No es lo mismo estar al lado de un marido o la esposa que acompañó durante 40 años mi proceso de envejecimiento, que desnudarse frente a esta persona que me conoce hoy".

De todos modos, dijo, se animan. Somos seres biopsicosociales, concluyó: el medio social nos influye fuertemente y en muchos casos define la frontera entre la salud y la enfermedad.

http://www.eldia.com.ar/edis/20080714/revistadomingo32.htm

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