Disertación del Dr. Rene Knopoff, Director de la Escuela de Gerontología de la Universidad Maimónides en el 5º Seminario de Gerontología
Jueves 11 de Setiembre
Expo Medical
Centro Costa Salguero - Buenos Aires
Cuentan las historias o las leyendas que en la más remota antigüedad los seres humanos vivían 600 a 900 años. Algunos dicen que no hay pruebas ciertas de ello, otros que la manera de contar los años en ese entonces era distinta de la actual.
Lo cierto es que desde que tenemos memoria y conocimiento histórico los seres humanos envejecían más tempranamente que ahora.
Los hallazgos arqueológicos del Antiguo Egipto, hace 5.000 años, revelan huellas de patologías de desgaste en edades más jóvenes que las actuales. Las normas sociales de la Esparta del Siglo V antes de Cristo determinaban una expectativa de vida de no más de 30 años.
Esta expectativa de vida, en la época del Imperio Romano, era de 21 años. Durante los siglos siguientes, la duración de la vida mostró avances y retrocesos, en los que influyeron fenómenos naturales no controlados, guerras, enfermedades y normas sociales.
Entre las enfermedades las hubo endémicas y epidémicas. De las primeras recordemos la lepra en los albores de la era cristiana, el paludismo en las zonas pantanosas de Asia, Africa y Europa hasta el 1.700.
Entre las epidemias, la peste bubónica y el cólera debido al agrupamiento poblacional en ciudades sin agua corriente ni cloacas en la Edad Media, la viruela y la sífilis en el 1.500 y 1.600, tras el descubrimiento de América y el relajamiento de normas morales producidos por el traslado de los varones en gran cantidad, lejos de su grupo familiar continente. En esta área de normas y valores sociales están el alcoholismo, la desigual distribución de los bienes, con su secuela de desnutrición y muerte infantil y malnutrición y pobreza a los sobrevivientes.
Lo que acaeció en la Francia e Inglaterra de los siglos XVII y XVIII en las que las damas cortesanas no amamantaban a sus hijos pues estaba mal visto. Esto lo hacían las madres plebeyas, con lo que descuidaban a sus hijos y su consecuencia, el importante aumento de la mortalidad infantil.
Estos altos y bajos de la expectativa de vida de los seres humanos se siguió produciendo hasta hace aproximadamente sesenta y cinco años.
A partir de entonces comenzó un aumento ininterrumpido de la expectativa de vida en casi todos los países, salvo en los que padecieron guerras o estuvieron sometidos a regímenes económicos, políticos y sociales muy desacertados.
¿A qué se debió? Coincidieron varios factores.
Progresos en las técnicas de organización empresarial y producción agrícolo ganadera industrial y pesquera que permitió aumentar el rinde en las zonas explotadas, incorporar zonas inproductivas y mejorar procesos productivos, lo que alejó el viejo temor malthusiano que pregonaba la necesidad de detener el crecimiento poblacional, pues la producción de alimentos no iba a acompañar el aumento del consumo.
Una época de bonanza en la economía europea, la que se fue extendiendo a gran parte del resto del mundo, junto con una ideología socioeconómica que permitió extender el acceso de los beneficios de la explosión productiva agrícolo ganadera e industrial a vastos sectores sociales, a los que incluyeron en el mercado de consumo.
Progresos científicos que permitieron dominar muchas de las patologías infecto contagiosas.
El avance fenomenal de los medios de comunicación que permite conocer lo que ocurre o puede ocurrir en el otro extremo del mundo, en el mismo momento en que sucede.
Todos estos factores están incidiendo en nuestra realidad planetaria: la explosión demográfica de las personas mayores.
¿Estos es bueno o es malo?
¿Es beneficioso o es perjudicial?
Depende de como nos preparemos. De como actuemos. Como ocurre con casi todos los progresos humanos, podemos hacer que sea un beneficio o un obstáculo.
Sucedió con los aviones, que en un principio se usaron para la guerra, y luego se vió la utilidad de su uso comercial y de interrelacionar zonas distantes. Con la fisión atómica, que se utilizó primero para la destrucción y luego se vio su utilidad para el progreso de la Humanidad.
En primer lugar si uno le pregunta a cualquier persona, ¿quiere vivir más años?, le contesta casi siempre: si. Inmediatamente a esto agrega: pero quiero vivirlos bien, sin deterioros importantes.
Es decir, se nos presenta un desafío.
Es una situación nueva. Y como toda situación nueva, trae problemas. Problemas que pueden ser resueltos, pero que hay que conocerlos, trabajarlos y difundirlos para superarlos.
Para entendernos definamos qué se entiende por envejecimiento individual y por envejecimiento poblacional. El primero es la cantidad de años que se calcula puede vivir una persona. Se mide por la expectativa de vida.
En cambio, el envejecimientopoblacional es el porcentaje de personas mayores en relación con las de edades jóvenes. Es un porcentaje.
Se considera que una población está envejecida cuando más del 7% de la misma tiene 65 años ó más. Población madura cuando este porcentaje es del 4 al 7% y población jóven cuando es menor al 4%.
En Argentina, alrededor del 10% tiene 65 años y más. En la Capital Federal llega al 17%. Incide en el envejecimiento individual la natalidad, la mortalidad y las migraciones.
A medida que aumentan la industrialización, la población urbana, los años de escolaridad y la incorporación de la mujer al ámbito de trabajo rentado disminuye la natalidad. Todo esto se produjo con fuerza en casi todo el mundo a partir de la post guerra mundial (1945).
Al mismo tiempo los avances científicos que permitieron conocer y dominar la forma de accionar de numerosas enfermedades, ayudó a evitar muertes prematuras, a extender los años de vida.
Estos dos factores, disminución de la natalidad y aumento de la longevidad explican el envejecimiento poblacional.
Pero decíamos que esta situación nueva, presenta nuevos desafíos. ¿Cómo son las necesidades de los mayores en relación con las de los otros grupos etareos? ¿Son las mismas?
¿Qué problemas y que beneficios distintos se pueden presentar en el ámbito individual y social?
¿Qué recursos económicos y humanos necesitaremos?
Los recursos requeridos los abordará el Prof. Raúl Drelichman.
La formación de personal humano capacitado, la Dra. Graciela Zarebski.
Yo abordaré sólo los posibles problemas que pueden presentarse en el individuo y en la sociedad con motivo de esta explosión de la longevidad.
En el plano individual, en este grupo etareo hay disminución de las patologías infecto contagiosas.
Las que se producen más frecuentemente son por desgaste , por disminución de la inmunidad, por fallas en las replicaciones celulares y por acumulación de endotoxinas. Así vemos aumentar las artrosis, las demencias, las alteraciones en los órganos de los sentidos, la osteoporosis, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la dislipidemia y la neumonía en las últimas etapas de la vida.
Además, las enfermedades que acaecen en las distintas edades cuando las padecen personas mayores se presentan con distinta sintomatología. Por lo general, es oligosintomática.
La infección, que en los niños cursa con fiebre violenta, aca puede hacerlo sin fiebre.
Las dosis de los medicamentos no es igual la que se da a los ancianos que en otras edades, dado que el funcionamiento hepatico y el renal son diferentes, lo que produce menor metabolización y degradación de los medicamentos suministrados.
En el plano psicológico también la forma de aparición y desarrollo puede variar en relación a la encontrada en otras edades.
En lo social, el aumento en número y en porcentaje de las personas mayres, puede producir:
1. Una disminución de la población económicamente activa.
2. Un aumento en el gasto previsional
3. Un aumento en el gasto en salud
4. Una disminución de las personas del grupo familiar que pueden atenderlos, con lo que aumenta el gasto social.
5. Disminución de la dinámica productiva y de crecimiento e innovación.
ACCION A EMPRENDER
Toda esta visión apocalíptica de lo que puede pasar ¿es ineludible?
No
Para evitar y/o amortiguar los cambios desfavorables y trasnformarlos en favorables es menester conocer el proceso de envejecimiento y sus posibles desvíos bio psico socioambientales y preparar al individuo y a la sociedad para la nueva era que ya está instalada.
¿De qué forma?
En primer lugar, empezar desde las etapas tempranas de la vida para llegar a una longevidad saludable.
Sabemos que la masa osea se forma en los primeros años de la vida, que las normas y valores se instalan temprano en la formación del ser humano, que los hábitos alimenticios que influirán en nuestra salud o en la aparición de enfermedades también se forman en edades tempranas, al igual que el hábito de actividad física e intelectual.
Es importante que tengamos claro qué significa alimentación saludable.
No es comida cara.
Simplemente, introducir la costumbre de ingerir 2 ó 3 frutas por día, ensalada de 4 ó 5 colores dos veces diarias, algo de carne, cereales y harinas.
Pocos fritos, pocas grasas. Esto es todo.
Como la obesidad es una adicción dificil de superar una vez instalada, evitemos su aparición.
El peso es un equilibrio entre lo que ingerimos y lo que quemamos.
Por eso es importante una actividad física. Algún deporte, algún hobby. Algo que nos guste hacer, instalado de chico, es más facil. Es importante que sea placentero, por varias razones.
En primer lugar, para que lo hagamos. Lo que no nos gusta, dejamos de hacerlo al poco tiempo. En segundo lugar porque cuando lo que hacemos es placentero, el organismo segrega sustancias ligadas al placer que mejoran la circulación y la oxigenación y combaten el stress.
¿Qué actividad física y cuánto?
Según las edades: un deporte, caminatas, natación, etc, etc.
Lo conveniente, que sea hecho periódicamente, que insuma 5 hs semanales como mínimo para mantener un adecuado tono muscular.
En lo psicológico, tener una mente y un espíritu abierto a miradas y valores distintos a los nuestros, respetar opiniones distintas.
Tratar de entender al otro aunque mantengamos nuestros valores, nuestra forma de ver y pensar.
Es probable que así nos sea más facil adecuarnos o entender las normas y valores cambiantes a lo largo de los años o en lugares distintos.
Conocer los factores de riesgo de las principales situaciones que pueden llevar a disarmonías y conflictos en lo social y a patologías en lo biológico y psicológico.
Por último entendernos como seres trascendentes, con una razón de ser en la vida.
Busquemos nuestro objetivo de vida. Tendamos hacia la estrella aunque nunca lleguemos a ella. Muchas veces la vida es el camino, no la meta: el proceso, no el resultado.
Este último vendrá solo y tal vez nunca lo veamos.
Busquemos lo mejor de nosotros.
Forjemos vínculos amigables que servirán y nos servirán de sostén, de apoyo y de estímulos que nos permitan desarrollarnos como personas.
Interactuemos con el medio. No existe el Robinson Crusoe. El individuo aislado. Si nos aislamos, corremos el riesgo de empobrecer nuestra información y nuestro intelecto, de limitarnos.
Cuando esto sucede, uno no mantiene lo que tiene. Cada vez tiene menos.
Es la conocida parábola de los denarios. Demos y recibiremos. Pero demos por el solo hecho de dar. Así, sin buscarlo, creceremos. Nos sentiremos más plenos. Nos realizaremos mejor como personas.
Coincidiendo con la explsión de la longevidad, la Humanidad está viviendo un siglo de enormes transformaciones.
El ritmo de la aparición de descubrimientos y avances científico tecnológicos se acelera cada vez más. Estos avances implican cambios. Cuando estos ocurren y en la forma acelerada que los estamos viviendo, pueden producirnos vértigo.
Estamos parados en un piso de normas y valores estables, y de golpe estos cambian, lo que nos crea inestabilidad e inseguridad.
Si o si buscamos aceleradamente adaptarnos a estos cambios. Retomar el resuello que nos cortó la vertiginosidad del mundo actual.
¿Hay razones que expliquen o relacionen el sincronismo en la aparición de estos dos hechos: : el aumento explosivo y acelerado del proceso de envejecimiento y de los avances científico tecnológicos?
Podemos encontrar razones lógicas y teleológicas.
Las lógicas:
El aumento de los años de formación produce una inserción social más tardía. Esto implica más gastos. Unido a la expansión del concepto de igualdad de oportunidades sociales y laborales a la mujer, que la introdujo crecientemente en el mundo del trabajo, determinó que hombres y mujeres inicien su vida familiar más tardiamente. Su consecuencia, menor cantidad de hijos
Además, los avances tecnológicos y organizacionales mejoraron la posibilidad de sobrevida, agregando años útiles.
Desde un aspecto teleológico se puede pensar ¿qué pasa con la especie humana? ¿puede tolerar velocidad creciente de cambios en forma indefinida sin sufrir trastornos básicos en su organización social, en sus formas básicas de vida?
Los jóvenes, mayoritariamente son más proclives a cambios radicales frecuentes, a convivir con la vertiginosidad.
Los mayores suelen preferir las situaciones más estables. ¿No será que, como especie es un mecanismo de defensa que busca un piso algo más estable, un marco de normas y valores más perdurable?
Esta sería una razón más para buscar una comunidad más armónica, que integre a todos sin exclusiones de edades ni de otro tipo.