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Leer para Sanar

La lectura de un cuento o una novela puede ser un gran aliado en la recuperación de un paciente. En hospitales de la Argentina y España, ya existen actividades que promueven la literatura con fines terapéuticos.

Revista Nueva

La lectura puede ser crucial en etapas de la vida en las que debemos reconstruirnos. Cuando fuimos golpeados por una enfermedad, accidente o por una pena de amor, cuando hemos perdido nuestro empleo, cuando atravesamos una depresión o crisis psíquica. Todas esas pruebas que conforman nuestro destino, todas esas cosas que afectan negativamente la representación que tenemos de nosotros mismos y del sentido de nuestra vida”.
Tal es el testimonio de Michèle Petit, antropóloga francesa, célebre por sus investigaciones sobre los beneficios de la lectura en situaciones de crisis. “En la lectura”, insiste, “hay otra cosa más allá del placer, que depende de un trabajo psíquico. Esto nos permite volver a encontrar un vínculo con aquello que nos constituye, que nos da lugar, que nos da vida”.
Poemas, novelas románticas, best-sellers, cuentos. Leer implica sumergirse en otro mundo, entrar en un estado de ensoñación y fantasía, en un espacio que aleja al lector de la estrechez, la soledad y la rutina.
Esta vivencia es especialmente importante para quienes ven sus hábitos interrumpidos por la aparición de una enfermedad y deben permanecer recluidos durante un tiempo. En la habitación de un hospital, las horas se miden en revisiones y análisis, y muchos pacientes caen en profundas depresiones. Sin embargo, en distintos lugares del mundo, esfuerzos individuales de médicos, familiares y voluntarios levantan el ánimo del enfermo mediante un recurso tan sencillo como antiguo: una buena historia.

La literapia
En la Argentina y en España, esta iniciativa ha logrado plasmarse en un proyecto organizado, con un marco teórico y objetivos concretos. En el caso español, el Hospital Policlínico La Rosaleda, situado en Santiago de Compostela, desarrolla un programa llamado literapia. Según su definición, consiste en el empleo de la lectura y la escritura para aliviar el sufrimiento generado por la enfermedad, mejorando la calidad de vida y readaptación del paciente.
El motor de esta idea fueron las inquietudes de un grupo de profesionales procedentes del ámbito de la Literatura, Medicina, Ciencias de la Educación y Periodismo. Entre ellos se encuentran la Dra. Angela Torres Iglesias, psiquiatra, y el farmacólogo Dr. Manuel Freire-Garabal Núñez, ambos profesores de la Universidad de Santiago de Compostela. “La iniciativa comenzó a implantarse en el 2007”, explican. “Tras establecer un marco conceptual sólido, comenzamos a aplicar el proyecto piloto en pacientes infantiles con distintas patologías y en adolescentes con trastornos de la conducta alimentaria. Hoy tenemos diseñado un protocolo para desarrollar en pacientes adultos de La Rosaleda que están en tratamiento con diálisis debido a una enfermedad renal crónica. Este protocolo también se realizará en pacientes con cáncer de otros hospitales”.
Para los especialistas de La Rosaleda, lo más interesante de la literapia es la búsqueda conjunta que médicos y literatos emprenden para seleccionar textos, monitorear su lectura y, finalmente, valorar sus resultados en la recuperación del paciente. Ellos insisten en la enorme importancia de la lectura como proceso en el que intervienen todas las facultades del que lee. Así, éste reacciona ante el estímulo del texto poniendo en juego su sensibilidad, su memoria y su cultura, porque “una obra literaria no significa lo mismo para todos los que la leen; cada lector encuentra cosas parcialmente diferentes”.
La literapia ha sido recibida con éxito no sólo en el ámbito sanitario español, sino en el editorial. De hecho, La Rosaleda ha conseguido donaciones de fundaciones y editoriales, como Christopher Little (editora de J.K. Rowling), Salamandra o Galaxia. Y está lanzando una nueva colección de libros escritos por los niños enfermos que acuden a la escuela infantil del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela.

Una biblioteca hecha a pulmón
Al otro lado del planeta, un grupo de residentes del porteño Hospital Tornú puso en marcha un proyecto de características similares a las de La Rosaleda. Desde el pasado mes de abril, este equipo saca adelante la biblioteca de las Unidades 5 y 6 del área de Clínica Médica. Son especialistas en Terapia Ocupacional, Educación para la Salud y Servicio Social, y, sumando un esfuerzo extra a sus actividades cotidianas, acercan libros, diarios e historietas a los pacientes, mejorando, poco a poco, su calidad de vida.
–¿Cómo surgió la idea de realizar la biblioteca?
–Cuando una persona está internada, sufre un desacondicionamiento. Viene con una rutina previa que se anula completamente; no se mueve, se queda todo el día en la cama, lo cual la afecta en lo físico y en lo anímico. Además, tiene mucho tiempo libre, sobre todo a la tarde y los fines de semana. Entonces se angustia, demanda más a los enfermeros, a la noche está más inquieta; todo ello hace que su recuperación se entorpezca, porque entra en un cuadro depresivo.
Desde cada disciplina, cada una de nosotras recurría al libro como una herramienta más, como algo personal para ayudar al paciente y generar un vínculo con él. Gracias al apoyo del Dr. Diego Brosio, jefe de la Unidad, y al trabajo diario de todos, esto se concretó en una biblioteca que puede ser usada tanto por los pacientes como por sus cuidadores. Para ello, estructuramos un marco teórico y formamos un equipo interdisciplinario de promoción de lectura que deberá realizar, a los 6 meses o al año, una evaluación de los resultados.
–¿Qué actividades llevan a cabo con los pacientes?
–Realizamos una recorrida por las salas, les contamos que está funcionando la biblioteca y observamos qué vínculo tiene cada uno con la escritura o con la oralidad. Si la persona está interesada en leer, le avisamos a un familiar que se acuerde de traerle un libro o le llevamos un libro de la biblioteca.
–¿Cómo resuelven los problemas que pueda tener un paciente para leer?
–Hay mucha gente mayor con deterioro cognitivo, por lo que se intenta adaptar el material; un cuento corto, de una hoja, donde la persona no sólo pueda leer, sino trabajar algunas funciones cognitivas superiores por medio de la lectura. Además, en caso de necesidad de anteojos, iniciamos los trámites para su fabricación o hablamos con los familiares para que los traigan. Y si no pueden leer por su cuenta, se habla con la familia o los voluntarios, se intenta adaptar el libro, agrandar las letras mediante fotocopias, mejorar la postura, poner un atril. Por otro lado, a veces intentamos que se sienten al borde de la cama durante la lectura para empezar a reacondicionarlos a nivel físico.
La lectura, un espacio de intimidad
Una perspectiva de salud integral que no sólo abarque la ausencia de enfermedad: este es el concepto clave detrás del proyecto de la biblioteca. Así como la salud no puede englobarse totalmente mediante conceptos científicos, lo mismo sucede con el sufrimiento de cada persona. Para el equipo de residentes del área de Clínica Médica, la literatura permite un acercamiento a cada experiencia singular.
“En las internaciones, el paciente sufre una fragmentación; cada parte de su cuerpo es atendida por un médico distinto y responde a estímulos diferentes”, afirma Liliana González, médica psiquiatra y miembro del grupo de residentes. “Nuestro objetivo es tomar la función reparadora de la lectura cómo ayuda a construir un espacio de intimidad, aunque se esté compartiendo un espacio público donde uno está literalmente desnudo y perforado por tubos”.
Así, el hecho de acercarse a un paciente con algo que lo involucre en su totalidad va teniendo efectos en cómo se presenta clínicamente. “En muchos casos, los libros los ayudan a pautar sus tiempos; les permiten pasar el día sin caer en el sueño, que es lo habitual durante las internaciones”, explica. “Los pacientes nos piden: ‘dame algo que sea divertido, algo alegre, para no dormirme’. Esto, sumado a un encuadre de visitas con días y horarios regulares, mejora su estadía en el hospital”.
Otra de las consecuencias de la lectura es que también estimula a los familiares del enfermo a acercarse a los libros, fortaleciendo el vínculo entre ambas partes. De este modo, no sólo ayuda al paciente a reconstruir un cuerpo y un espacio, sino que se convierte en un puente hacia otra persona, un lugar donde encontrar la fuerza necesaria para salir de la enfermedad.

http://www.revistanueva.com.ar/numeros/00898/nota/3

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