Gerontología - Universidad Maimónides

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Unos 300.000 ancianos españoles sufren algún tipo de maltrato

Según la semFYC, el maltrato más frecuente se debe a negligencias en el cuidado y atención de las personas mayores, que aglutinan el 49% de los casos

JANO.es · 27 Octubre 2008

Unos 300.000 mayores, alrededor del 5% de los ancianos españoles, sufre algún tipo de maltrato, que en la mayoría de los casos no denuncian por depender emocional o económicamente de su agresor, según advierte en un comunicado la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), remitido con motivo de la celebración de unas jornadas de actualización en medicina de familia desarrolladas en Málaga, organizadas por esta sociedad científica en colaboración con el Instituto de Formación Novartis.

Según la semFYC, el maltrato en las personas mayores se observa "en todas las clases sociales y distintos niveles socioeconómicos", además de que en más de la mitad de los casos los maltratadores "son los hijos", estando implicados los cónyuges en un 10% de las ocasiones.

Frente a ello, el coordinador del Grupo de Atención al Mayor de la semFYC y coordinador de un taller dedicado a cómo actuar ante el maltrato en los ancianos, Dr. Juan Manuel Espinosa, destacó que la cercanía y accesibilidad de los médicos de familia facilita la intervención sobre este problema. Además, vaticinó que el progresivo envejecimiento de la población contribuirá a que aumenten aún más los casos en los próximos años.

Según la semFYC, el concepto de maltrato incluye el abuso físico, que se registra en el 25% de los casos; el psíquico, en el 30%; y el sexual y económico, en el 30%. Con todo, esta sociedad médica sostiene en su nota que el maltrato más frecuente se debe a negligencias, que aglutinan el 49% de los casos; es decir, por fallos o por omisión en la provisión de cuidados que requiere la persona.

"Si como indican los estudios disponibles, hay un porcentaje importante de personas mayores que podrían estar sufriendo abusos o negligencias, eso significa que los médicos de familia tendremos en nuestro cupo un número significativo de pacientes con este problema, circunstancia que debemos tener muy en cuenta", señala el Dr. Espinosa.

En la misma línea, el director del comité académico de estas jornadas, el Dr. José Zarco, se refirió a la importancia de seguir trabajando para que la violencia que se produce en el hogar "deje de ser definitivamente un asunto doméstico y se perciba como un problema de salud pública".

"Para los profesionales sanitarios, son imprescindibles cursos y talleres, como el que se impartirá en esta jornada, si queremos dar una respuesta eficaz de abordaje e intervención desde el sistema sanitario", enfatizó.

Así, abogó por seguir creando herramientas que permitan a los médicos de familia identificar un caso de maltrato a través de la entrevista clínica, en un contexto de cercanía, confianza y conocimiento del medio. De hecho, alertó de que "se estima que sólo se detectan entre el 10 y el 15% de todos los casos existentes".

Al hilo de ello, pidió una mayor sensibilización del colectivo médico, ya que, según explicó, "tenemos que tener en mente el problema para ser capaces de detectarlo y, por tanto, de reducir las tasas de infradiagnóstico que se producen en los ancianos. Si no hay lesiones evidentes, los mayores difícilmente van a expresar este problema", reconoció.

Indicó que, para evitar una situación de maltrato antes de que se produzca, es preciso conocer los factores de riesgo que presentan tanto el potencial maltratador como el futuro maltratado, a lo que añadió que, en el caso de la persona mayor, las posibilidades de sufrir malos tratos aumentan a medida que empeora su deterioro físico y psíquico.

Otros factores importantes son, según el Dr. Espinosa, los antecedentes familiares. "En familias donde madres o padres han sido maltratadores, con más frecuencia ellos mismos van a recibir posteriormente abusos. Por otra parte, el aislamiento social, relacionarse sólo y exclusivamente con el cuidador, también eleva el riesgo de sufrir maltrato".

En los casos de negligencias, la semFYC sostiene que el signo más frecuente es el descuido, la falta de aseo (sobre todo en contraste con el cuidador o su entorno), la desnutrición o el uso de ropa inadecuada. En el maltrato físico, advierte de que los profesionales deben sospechar de las contusiones en las muñecas y hombros, de hematomas periabdominales, quemaduras, e incluso caídas de repetición y fracturas múltiples.

Cuando el abuso es de carácter psicológico, los mayores manifiestan sus miedos y temores con confusión, llanto injustificado o en forma de depresiones que no acaban de serlo. "A veces, acudimos al domicilio y observamos una vigilancia y cuidado extremos por parte del cuidador, demasiado pendiente de todo, y al mismo tiempo podemos descifrar en la mirada del anciano una petición de ayuda", advierte.

Según el Dr. Espinosa, "los cuidadores que dedican las 24 horas del día a atender a estos pacientes, que no tienen relaciones sociales ni desarrollo laboral posible, son los que tienen más riesgo, en un momento dado, de caer en el abuso de drogas y ansiolíticos y acabar maltratando a la persona que precisamente más quieren y a la que están dedicando su vida".

Con todo, puntualizó que el maltrato en el anciano "no tiene nada que ver con el maltrato de género". De hecho, señaló que el abuso al mayor "lo realiza casi siempre una mujer y sucede fundamentalmente porque hay un cansancio por parte del cuidador. Por eso, cuantas más ayudas reciba el cuidador, menos posibilidades de que se produzca el maltrato", concluye.

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