Gerontología - Universidad Maimónides

« Más de un millón de argentinos no saben que son diabéticos | Página Principal | Ciclo de Seminarios Gerontológicos »

Aprender a caminar... en la adultez

Un profesor de yoga neoyorquino propone trabajar sobre la postura para prevenir o tratar dolores musculares o articulares

Sara Eckel
The New York Times
Domingo 16 de noviembre de 2008

Al mudarse a Nueva York, Lynne Wu se dio cuenta de que su cuerpo no estaba preparado para caminar tanto como lo requería su nueva ciudad. "Al final del día, me dolían la espalda y los tobillos", dice la señora Wu, de 40 años. "No estaba acostumbrada a caminar tanto."

Cuando le contó su problema a una ex profesora de yoga de Ohio, ésta le sugirió algo inusual: ¿por qué no tomar clases para aprender a caminar?

Muchas personas se hubieran sentido insultadas por este consejo (¿no todos podemos hacerlo desde el año de edad?), pero a Wu le pareció una buena idea. "Odio hacer gimnasia -dice-. De modo que pensé: «¿Qué pasaría si pudiese caminar bien y hacer un ejercicio relajado y centrado en una ciudad como ésta?»."

En enero, Wu y su esposo, Rob Gilson, se anotaron en clases privadas de caminata con Jonathan FitzGordon, profesor de yoga y dueño del Centro de Yoga de Brooklyn. A lo largo de 10 sesiones, durante alrededor de siete meses, FitzGordon les enseñó a caminar con los pies paralelos, el peso bien distribuido y el cuerpo alineado.

Diez meses más tarde, Wu todavía tenía problemas con los tobillos, ya que estaba en los últimos meses de embarazo, pero su dolor de espalda desapareció y su manera de caminar cambió drásticamente.

Pocos creemos necesitar un curso para caminar, pero FitzGordon insiste en que la mayoría no tiene ni idea de cómo pisar, un problema que notó por primera vez en sus estudiantes de yoga. "Las personas llegaban con una postura terrible. Más tarde hacían un hermoso yoga, y escuchaban todo lo que decía acerca de la alineación. Pero en cuanto terminaba la clase, volvían enseguida sus malas posturas."

Para ayudar a sus estudiantes a hacer práctica en las calles, FitzGordon incorporó lecciones de caminata en sus clases de yoga. Hoy sus clientes son, en su mayoría, personas que visitaron a médicos, quiroprácticos y masajistas buscando alivio para el dolor muscular o de articulaciones.

Estos tratan de corregir todo el sistema de movimiento más que preocuparse por dolores de rodillas u hombros por separado. "El cuerpo es como una máquina -opina FitzGordon-. Cada parte tiene su propio trabajo, pero está todo conectado."

Sin embargo, a diferencia de un auto, nuestro cuerpo posee la habilidad de compensar si una parte se rompe. "Si se te pincha una rueda, no podrás ir a ningún lado -explica-. Pero si te lastimas el pie, puedes cojear y seguir adelante." Pero haciendo que toda la máquina pierda su alineación.
Para evitar una cirugía

Keith Kolber sufría de hernia de disco y estaba buscando una solución alternativa a la cirugía, cuando se anotó en clases particulares de caminata con Sherry Brourman, instructora de yoga y terapeuta física. Cuando lo observó caminar descalzo a lo largo de su estudio, Brourman notó que Kolber se ladeaba para evitar el dolor. Entonces, lo ayudó a lograr la alineación correcta.

"Con el tiempo, mi manera de caminar se volvió más natural, más fácil y curativa -explica Kolber, de 46 años-. Si sentía que mi espalda comenzaba a molestarme; hacía una caminata de una o dos millas, y me sentía mejor, porque sabía que estaba realizando las correcciones pertinentes."

Brourman explica que la mayoría de los problemas de postura ocurren cuando los músculos no hacen su trabajo. Por ejemplo, personas que no utilizan sus músculos del estómago cuando caminan fuerzan los de la espalda para compensar.

Lo correcto es realizar sutiles ajustes en el resto del cuerpo, como empujar la parte interior de los muslos hacia atrás y sacar el cóccix. Estos movimientos pueden parecer menores, pero no a todo el mundo le gusta que le digan cómo caminar.

El doctor Steven Haddad, cirujano ortopédico del Instituto de Huesos y Articulaciones de Illinois en Chicago, advierte que el ejercicio puede ayudar con ciertos tipos de problemas de los tejidos blandos, pero no puede corregir la mala alineación de un hueso o su deformidad. "No puedes obligar a tus huesos a ir en una dirección diferente de aquella en la que quieren ir."

Forzar el cuerpo a moverse en contra de sus normas y su estructura ósea puede incluso derivar en problemas más graves, según observa la doctora Susan Lewis, directora asociada de la Medicina Deportiva para Mujeres del Hospital Saint Francis de San Luis.

"Si te esfuerzas por estar incómodo, respeto eso", dice Lewis. Pero ambos especialistas están de acuerdo en que, si el objetivo es adquirir más fuerza, centrar el peso y evitar malos hábitos como encorvarse, las clases de movimiento pueden ayudar. Pero aprender a caminar bien es una cosa; dejar de lado hábitos de 30 o 40 años es otra.

La doctora Heidi Prather, profesora asociada de cirugía ortopédica de la Universidad de Washington en San Luis, opina que las personas con una buena base de yoga que se anotan en ocho o más sesiones podrán mantener las nuevas posturas basándose en su disciplina, pero esto es poco común en la población general.

"A veces, les digo a los pacientes que sus problemas son más cerebrales que físicos, que necesitan pensar acerca de cómo se mueven", explica Prather. "La mayoría no quiere hacerlo; sólo quieren una cura rápida."

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1070605&pid=5377771&toi=6277

Powered by
Movable Type 3.33