El ejercicio físico supervisado mejora la calidad de vida y reduce la demanda de oxígeno en pacientes con EPOC
Fabiola Czubaj
La Nación
Martes 20 de enero de 2009
Las personas con una disminución de su capacidad respiratoria de hasta poco menos del 90% aseguran que hacer ejercicio físico tres o más veces por semana les mejora la calidad de vida. "Tengo 64 años, pero me siento como de 14", no tarda en afirmar Luis Arpesella, un ex gran fumador que depende de una mochila con oxígeno líquido para convivir con la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Aunque su capacidad respiratoria es del 14% -era del 24% en 1997, cuando recibió el diagnóstico-, tres días a la semana cumple una rutina de ejercicios aeróbicos y musculación durante una hora y media apenas se levanta. Además, baila tango y hace teatro. "Llegué a fumar hasta tres atados y medio de cigarrillos por día", recordó sobre la adicción que abandonó recién un año después del diagnóstico.
"El drama de esta enfermedad es que produce fatiga ante cualquier movimiento, lo que hace que uno no quiera hacer esfuerzos para no sentirse agotado. Pero si uno no se mueve, siente cada vez más cansancio con menos movimiento y comienza así un círculo vicioso", agrega.
Justamente para contrarrestarlo, el ejercicio supervisado los primeros cuatro meses después del diagnóstico es parte de la terapia de rehabilitación respiratoria para los pacientes con esta enfermedad que progresivamente obstruye la llegada de aire a los pulmones.
Caminar en una cinta, usar una bicicleta fija, hacer ejercicios para tonificar los músculos de las piernas, los brazos y el tórax, hacer yoga o aquagym, aunque no hay una posición médica definitiva sobre el uso del agua para la rehabilitación, son algunas de las actividades útiles para mantener la enfermedad controlada junto con la terapia farmacológica.
Así quedó demostrado cuando 70 pacientes del país, con y sin mochilas de oxígeno, hicieron una clase supervisada de yoga durante de 30 minutos en un encuentro en el Jardín Japonés. "Está demostrado que la actividad física mejora la calidad de vida", confirma la bioquímica Sonia Iujvidin, secretaria de la Fundación Argentina de Asistencia al Paciente con EPOC (Fundepoc), que organizó la reunión el 19 de noviembre pasado.
Como Arpesella, que es vicepresidente de Fundepoc, Iujvidin le dedica tres días de la semana al ejercicio. Con la aprobación de su médico, indicaciones precisas y un certificado de aptitud física, en invierno va a un gimnasio cerca de su casa para caminar en la cinta y usar la bicicleta fija. En el verano, opta por la gimnasia acuática porque, dice, se cansa menos y hasta le alivia el dolor de espalda.
Pero ella es un caso excepcional porque conoce muy bien cada señal que le da su organismo para no cometer excesos. En 2002, a los 40 años, recibió el diagnóstico en el hospital y en 2003 tuvo una cirugía de pulmón. Nunca usó oxígeno. "Para poder operarme -recuerda Iujvidin-, el médico me indicó hacer rehabilitación en el gimnasio del hospital [María Ferrer] durante tres meses. Me dijo que para mejorar la calidad de vida tenía que hacer actividad física. Eso me asustó un poco y empecé a ir al gimnasio."
En ese momento, su capacidad respiratoria era del 45% y hoy está por debajo del 30 por ciento. "Pero me siento mucho mejor que cuando me diagnosticaron la EPOC -dice-. En ese momento, no podía caminar ni dos metros en invierno porque me agotaba."
Dejó de fumar recién cuando el médico que le confirmó el diagnóstico le dijo que la enfermedad no tenía cura y que, de no cuidarse, la única solución era el trasplante pulmonar. "Enseguida fui a ver al cardiólogo, que hizo que me cayera definitivamente la ficha -comenta-. Entonces, me compré el último atado de cigarrillos, que me duró como un mes, y prometí que cuando lo terminara no volvería a fumar. Así fue."
Tabaco: la causa principal
La exposición al humo de cigarrillo es la principal causa de la EPOC (entre el 80 y el 90% de los casos). El resto se debe a causas genéticas o la contaminación ambiental. En nuestro país no hay cifras definitivas, pero se estima que un 8% de la población padece esa enfermedad respiratoria, cuyos signos son la falta de aire (disnea), la fatiga, la tos, los silbidos o sibilancias y un aumento de la cantidad de flema.
La rehabilitación respiratoria está indicada para reducir esos síntomas y mantener la máxima independencia de la que pueda gozar cada paciente con enfermedad respiratoria crónica, además de disminuir la cantidad de hospitalizaciones. Pero según el Nuevo Consenso Argentino de Rehabilitación Respiratoria, publicado en 2008 por la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria en la revista Medicina , apenas el 49% de los neumonólogos la pondría en práctica.
"Como recomendación general, antes de ingresar en un programa de rehabilitación respiratoria, los pacientes deben estar tratados en forma óptima desde el punto de vista farmacológico y no farmacológico", indica el consenso dirigido por el doctor Martín Sívori, director del Programa de Rehabilitación Pulmonar del Hospital Ramos Mejía.
Y agrega: "Debe indicarse en todos los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas que causen disnea y afecten la calidad de vida". En los candidatos a un trasplante pulmonar, salvo aquellos con hipertensión pulmonar grave o un síncope previo, el consenso indica que la rehabilitación respiratoria "es obligatoria". Los trasplantados, agrega, "deben ser incluidos en programas de mantenimiento".
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1091508