Son mujeres de 60 a 85 años. Realizan tareas solidarias, atienden a su familia y cuidan su salud como a los 40.
Marcela De Loredo
La Voz del Interior
La preocupación por el bienestar de quienes las rodean, la productividad y el aprendizaje constante, son el motor de empuje de estas 15 mujeres, de entre 60 y 85 años, que parecen por completo dispuestas a dar y a disfrutar.
Por esas características, consideradas “excepcionales”, fueron seleccionadas para ser partícipes de una investigación sobre la “generatividad” en personas mayores. El estudio se desarrolla en el Centro de Promoción del Adulto Mayor (Cepram), donde estas mujeres se conocieron.
¿Pero qué características comunes tienen estas señoras que las llevan a vivir la vida con tanta plenitud?: la capacidad de cuidarse y de cuidar al otro, disfrutando de cada momento, parece ser la clave.
Son las 16 y el sol descarga todo su rigor sobre las desiertas calles de barrio General Paz. Pero ellas desafían el clima y se presentan para revelarle a La Voz del Interior aquello que las mantiene tan activas y motivadas.
Hablan de su familia, los nietos, sus hobbies, los estudios que cursan y las actividades solidarias que realizan. Debaten sobre valores, elecciones, y formas de vida.
Es un placer escucharlas. Bromean, se ríen, opinan, debaten y acuerdan. Tienen una vitalidad que cualquiera envidiaría, incluso las generaciones más jóvenes.
Un poco de teoría. La generatividad es un concepto psicológico desarrollado por Erik Erikson –psicólogo estadounidense de origen alemán–, y hace referencia al deseo de cuidar a las siguientes generaciones, de crear y de producir cosas.
Según esta teoría, la generatividad se hace presente en el adulto medio y tiende a disminuir en la vejez. “Normalmente ocurre que los ‘viejos’ invierten más energías en preocuparse por sí mismos, su cuerpo y los achaques de la edad que por el prójimo”, explica Andrés Urrutia, psicólogo y codirector de la investigación. “No obstante –enfatiza– no es el caso de estas mujeres, que han encontrado la manera de utilizar esa energía en cuidar y guiar a los demás”.
“Tenemos una vida plena”, sintetiza Graciela. El resto asiente y Beba toma la palabra: “Queremos gozar de la vida”, remarca, resumiendo el sentimiento común que reina en el grupo.
Urrutia cuenta que el estudio les permitió encontrar ciertas características comunes en las distintas etapas de la vida de estas mujeres. Algunas de estas son: infancia con padres numinosos (que impulsaron su desarrollo), junto a un involucramiento temprano con los otros; y una adultez con fuerte presencia de voluntariado, involucramiento con niños y productividad.
Para el psicólogo, las personas generativas llegan a la vejez mejor que quienes envejecen convencionalmente.
Desmitificar la vejez. La palabra “vieja” les causa gracia, y aseguran que “nunca” se van a sentir “viejas” mientras sigan teniendo proyectos. “Quizás ya no pueda treparme más al techo, pero puedo seguir haciendo muchísimas otras cosas”, indica Ana, de 61 años.
A pesar de su edad, ellas tienen responsabilidades y obligaciones por cumplir. Pero la diferencia está en que no es la sociedad la que se las impone, sino ellas mismas.
“Hay un deseo de generar que crea un compromiso con el otro, y no una respuesta a la demanda social”, aclara Andrés.
“Me gusta saber que hay gente que depende de mí y que tengo que cumplirles”, cuenta Yolanda, que a los 71 años cuida enfermos terminales en una fundación y se siente tan útil como a los 40.
Todas coinciden en la satisfacción de sentirse importantes para alguien. Y Alicia lo resume con una frase estremecedora: “Todo aquello que no hubiera ocurrido sin mí, da testimonio de mí”. Es así: tras hablar con estas 15 mujeres uno se queda con la impresión de que el secreto de la vitalidad es hacer que las cosas ocurran.
http://www2.lavoz.com.ar/09/02/22/secciones/sociedad/nota.asp?nota_id=492145