El arquitecto Frank Lloyd Wright diseñó el Museo Guggenheim a los 90 años; David Ben Gurion, primer primer ministro israelí, aprendió por sí mismo griego antiguo para poder leer los clásicos en el idioma original; Benjamín Franklin inventó las lentes bifocales a los 78. Cuando Pablo Casals, famoso chelista, tenía 90 se le acercó un estudiante que le preguntó: "Maestro, ¿por qué continúa ensayando?" Casals respondió: "Porque progreso".
La Nación
Domingo 12 de julio de 2009
La edad mental es un tema que está empezando a escucharse y leerse cada vez más. Parecería que se está tomando conciencia de la importancia que tiene no dejar que el cerebro se oxide, ¿pero qué podemos hacer al respecto?
En la infancia nuestro cerebro se desarrolla en respuesta a las experiencias del mundo que nos rodea. Se desarrollan estructuras europsicológicas que incluyen nuestras imágenes o representaciones del mundo. Estas estructuras forman la base neuronal para todos nuestros hábitos y creencias.
Tienden a reforzarse con el paso del tiempo, y si se repiten se transforman en autosustentadas.
A medida que nuestra edad aumenta se nos hace cada vez más difícil hacer cambios con respecto al mundo, aun si los queremos hacer. Lo familiar nos resulta placentero, buscamos la compañía de personas que piensan igual que nosotros y las investigaciones demuestran que tendemos a ignorar o intentar desacreditar la información que no concuerda con nuestras creencias o percepción del mundo, porque nos saca de nuestra zona de confort pensar y percibir en modos no familiares.
Esta forma de actuar tiene un sustento neurobiológico. La persona de edad avanzada actúa para preservar las estructuras de su cerebro, y cuando hay una discordancia entre sus propias estructuras y el mundo trata de cambiar el mundo.
¿Podemos mantener nuestro cerebro joven, flexible y además mejorar la inteligencia? Reuven Feuerstein, médico neuropsicólogo discípulo de Piaget, desarrolló una metodología para estimular la inteligencia basada en un sistema de creencias que postula que toda persona que tenga la voluntad necesaria puede desarrollar su potencial.
¿ Esto quiere decir que los genes no tienen nada que ver? No. Estos determinan un techo para nuestra inteligencia, pero nadie tiene desarrollado su potencial como para estar usando su capacidad al máximo. ¿ Por qué? Porque nadie usa todas las áreas para las cuales tenemos funciones cognitivas (que nos permiten conocer) por más multifacético que sea. Y la naturaleza es muy eficiente en el uso de la energía: lo que no se usa se pierde.
¿Qué significa esto? Que las conexiones de nuestros circuitos neuronales que no usamos gradualmente pierden fuerza y terminan desconectándose, interrumpiendo así la transmisión del impulso nervioso que permite ejecutar la función en cuestión. Hasta hace poco se pensaba que este fenómeno era irreversible, pero ahí entra el fantástico descubrimiento de las neurociencias: la neuroplasticidad. Hoy se sabe que las conexiones perdidas se pueden restablecer o compensar mediante un adecuado entrenamiento. Nuestro cerebro está conformado por las vivencias que atravesamos.
Para volver a activar aquellas conexiones que se desactivaron, ¿qué requisitos debe cumplir el entrenamiento? Desafío y aprendizaje. Por eso la metodología de Feuerstein utiliza ejercicios que son un instrumento o excusa para trabajar determinadas funciones cognitivas. Decimos que el ejercicio es una excusa porque el foco no está puesto en el resultado, sino en el proceso que se hizo para resolverlo. Cuando tomamos conciencia del proceso producimos aprendizaje. El aprendizaje hace crecer al cerebro y promueve el fortalecimiento y la formación de nuevas conexiones neuronales. A mayor cantidad de conexiones, mejor performance intelectual.
Un ejemplo de aplicación de este tipo de entrenamiento es el que hacen los atletas estrella. Un Messi, un Michael Jordan, un Ginóbili, estudian con atención sus jugadas pasadas, aciertos y errores, y los de sus adversarios.
Este aprendizaje les permite en futuras jugadas anticipar su respuesta muy rápido, lo que a su vez consolida el aprendizaje y lo transforma en intuitivo. De la misma manera un ejecutivo, un operario, un empresario, pueden anticipar los resultados de una estrategia, evitar la repetición de un error, soportar la incertidumbre para poder mirar un problema desde distintas perspectivas y pensar soluciones alternativas para elegir la mejor y no la primera que le viene a la mente.
Entonces, ¿qué puede hacer una persona o una empresa para su gente? Tomar conciencia de que la juventud mental, que es un beneficio tanto para la calidad de vida como para la posibilidad de ser exitoso en una empresa, depende de la habilidad de aprender e innovar. Esa habilidad es desarrollable a través de metodologías que hoy están al alcance de muchos. Y como la motivación es muy importante es bueno aprovechar la edad en la que se goza de mayores libertades para hacer algo que siempre se quiso hacer.
Dra. Silvia Moos
Para LA NACION
La autora es directora de Klik Mental Fitness
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1149530