Parte del secreto del buen envejecer radica en la juventud interior y en la actitud personal
¿Cómo prepararse para la última etapa de nuestra vida? Envejecer no es fácil para todos. Es un proceso que comporta numerosas pérdidas, pero también ganancias. Incluso, en el peor de los escenarios, la dependencia total, es posible descubrir una forma de crecer, de sublimarse y de sentirse bien. Se suele hablar de los factores que contribuyen a mantener la longevidad física pero, ¿son suficientes? Los expertos sostienen que no bastan y revela algunas de las claves psicológicas fundamentales para envejecer bien y tener una vida longeva.
# Por CLARA BASSI
# Fecha de publicación: 2 de agosto de 2009
Longevidad con juventud
Envejecer bien es una suerte que, en parte, depende de la actitud de cada persona. Envejecer no es lo mismo que ser viejo, un estado del espíritu que consiste en ver la vida con tristeza y amargura. Una persona se puede sentir vieja a los 60 años y joven a los 80. Éste el mensaje con el que arranca "La suerte de envejecer bien. La plenitud de la vida", obra de la psicóloga y psicoterapeuta Marie de Hennezel.
En 2050, por cada niño habrá tres personas con más de 60 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El número de "seniors", como denomina Hennezel a los mayores, sigue al alza de forma imparable. Mientras en unas sociedades el miedo a la vejez y al deterioro físico se contagia y los ancianos son percibidos como una carga, en otras son considerados auténticos tesoros. Esto es lo que sucede en la isla japonesa de Okinawa, que cuenta con numerosos habitantes centenarios.
La larga vida de los ancianos de Okinawa, designada por la OMS como región de la longevidad, no se explica sólo por la genética, ya que se ha comprobado que cuando sus habitantes abandonan la isla disminuye su esperanza de vida. Tampoco se justifica por el buen clima y los sanos hábitos nutricionales que siguen, basados en comer poco y lento, tomar alimentos sanos como el pescado, la soja, el arroz o las algas ricas en yodo y calcio, y evitar pasteles y golosinas, expone Hennezel.
El bienestar psicológico, ser felices en esta etapa de la vida, es crucial para envejecer bien y vivir más tiempo
La admirable longevidad de estos japoneses se debe también a su bienestar psicológico. Son ancianos socialmente activos, optimistas frente a los problemas y se sienten felices de ser viejos, sin tener la sensación de que son un peso o una carga para la sociedad. "El calor de nuestro corazón impide a nuestro cuerpo oxidarse", dicen. El mensaje parece claro: la longevidad no está condicionada sólo por la genética y los hábitos saludables. El bienestar psicológico, ser felices en esta etapa de la vida, es crucial para envejecer bien y vivir más tiempo.
Envejecer no es una debacle
"Envejecer no es una debacle ni una edad dorada. Es una etapa tan rica y digna de ser vivida como las otras, apasionante de vivir, con sus alegrías y sus dificultades. Da problemas, por supuesto, a todos los niveles: económicos, sociales, psicológicos", pero contra esta realidad Hennezel aboga por un realismo positivo que consiste en mirar estos problemas de frente y saber anticiparse a ellos. Esta psicoterapeuta afirma que envejecer es "un arte contradictorio: por una parte es un naufragio, por otra, una progresión".
Es un naufragio porque comporta numerosos duelos por la pérdida de la energía vital, la juventud perdida, la esperanza de vida, la salud (aparecen los achaques), familiares y amigos de la misma edad que fallecen, el trabajo y el éxito profesional, la autonomía personal, hasta la independencia económica.
No obstante, en el peor de los casos, Hennezel sostiene que es posible experimentar un importante crecimiento interior y aprender a saborear la vida de otra forma, puesto que envejecer también es una ganancia en términos de experiencia, sabiduría, crecimiento interior y espiritual. El objetivo en la vejez no debe ser buscar el éxito y el reconocimiento exterior, sino que la satisfacción viene cuando se madura interiormente.
"Entre la renuncia a la juventud y la aceptación de la muerte hay un tiempo en el que nos podemos sentir profundamente felices y libres. Ese tiempo es la oportunidad que tenemos de conocer aspectos de nosotros que desconocíamos, de ver, sentir y amar de otra manera", expone Hennezel.
LO PEOR: LA DEMENCIA Y LA DEPENDENCIA
Es obvio que cumplir años pasa factura a nuestro organismo y que hay circunstancias que agravan la situación. La soledad -entendida como aislamiento- multiplica por dos el riesgo de padecer Alzheimer, una enfermedad cuya evolución en los próximos años se compara con un tsunami. En cuanto a la inmovilización de los ancianos, estudios realizados en Estados Unidos demuestran que las personas con restricción física (sujeciones) tienen un porcentaje de muerte ocho veces mayor que otras a las que se les ha respetado la libertad de movimiento.
¿Cómo combatir la demencia senil y la dependencia física total? Por un lado, la demencia senil y la enfermedad de Alzheimer pueden tener relación con el hecho de no estar en paz con el pasado, es una regresión a la infancia en la que el individuo se desprende de toda la educación y cultura recibidas y vuelve a su estado más esencial. En cierto modo, es una forma de protegerse contra la muerte y de prepararse para ella.
En el caso de la dependencia física, Hennezel propone a las personas afectadas que cambien su forma de convivir en esta situación y recuerden su época de bebés y su primera infancia, momento en el que los niños disfrutan al dejarse alimentar, asear y cuidar por sus adultos. Los ancianos que han perdido la autonomía personal deben aprender a regocijarse con el cuidado de los demás y a dejarse amar, a juicio de esta psicoterapeuta.
Las claves psicológicas para envejecer bien
Un estudio llevado a cabo por Robert Dilts, autor de numerosas obras de programación neurolingüística (PNL), identificó en varios ancianos de más de 80 años activos y con buena salud, cuáles son las claves psicológicas para gozar de una buena vejez. El estudio, llevado a cabo en Nijmegen (Países Bajos), constató que la capacidad de sentirse feliz y encontrarse bien físicamente puede darse en personas con formas de ser, creencias y modos de vida muy diferentes.
Capacidad de sentirse feliz
Pero, ¿qué tienen en común estas personas? En primer lugar, se caracterizan por una mentalidad libre y un gran sentido de la tolerancia. Son optimistas, se toman con deportividad las pruebas de la vida, como una oportunidad para aprender en lugar de cómo un fracaso, y defienden la importancia del buen humor. En segundo lugar, citan el matrimonio como uno de los momentos más trascendentales y la pérdida del cónyuge, como una de las pruebas más duras. No obstante, han sabido superar este duelo y experimentar, incluso, cierta presencia protectora de la persona fallecida.
Los ancianos longevos tienen una mentalidad libre y un gran sentido de la tolerancia, son optimistas y defienden la importancia del buen humor
Tampoco tienen un gran miedo a la muerte. "Son conscientes de que su vida está limitada, pero viven como si dispusieran de todo el tiempo del mundo", explica Hennezel, "y son capaces de pensar en futuro, mientras que la gran mayoría de ancianos viven anclados en el pasado". Están reconciliados con todo lo vivido y afirman que no cambiarían ni un solo acontecimiento, ni siquiera los más duros y difíciles.
Interpretan la vejez como una liberación, un periodo en el que llevar a la práctica todo lo que no han podido hacer durante la juventud. Desprovistos de numerosas preocupaciones y obligaciones, disponen de tiempo para dedicarse a sí mismos y a lo que les gusta.
Otra de las claves que apunta Hennezel es que los ancianos longevos no son seres solitarios, sino que tienen una vida afectiva rica. Esto no significa que desconozcan los ratos de soledad, pero huyen del aislamiento. La belleza y atracción de los ancianos ya no depende de su apariencia externa, sino de su alma. Se da la circunstancia de que muchos de ellos tienen un cuerpo muy disminuido y han perdido numerosas facultades, pero su expresión facial es radiante. Estar disponibles cuando los demás necesiten su compañía y consejo es su mejor baza para no estar solos.
Por último, la autora defiende que se debe mantener la alegría. En hebreo, la misma palabra "guil" significa edad y alegría. Los dos peligros principales que se deben vencer para vivir con alegría son: el aburrimiento (ese sentimiento habitual según el cual la vida es más de lo mismo) y la tristeza.
PREPARARSE PARA EL FINAL
Entre los 55 y los 80 años (hay personas y circunstancias muy heterogéneas) hay que hacer balance y firmar la paz con el pasado histórico de cada uno, dice Marie de Hennezel, quien afirma que es posible que el desarrollo de la demencia senil pueda relacionarse con el hecho de no estar en paz con la historia propia. Acudir al psicoterapeuta en algún momento crítico del proceso de envejecimiento puede ayudar a la persona que entra en la vejez a liberarse de emociones reprimidas, recuerdos dolorosos y perdonarse a sí misma. De esta forma, la persona gana tranquilidad y una perspectiva más amplia de la vida que le permite afrontar mejor la ancianidad.
El miedo a sufrir una enfermedad grave y a la muerte es inherente al ser humano, pero se puede disminuir. Cada vez se vive más tiempo y la ciencia dispone de recursos para proporcionar una prórroga. Se vive más años y con más calidad de vida. "La vida se alarga, mientras que el tiempo de sufrimiento se acorta", explica Hennezel.
La preparación mental y espiritual es fundamental para alcanzar este momento con sosiego. La principal tarea de los que se hacen mayores es aspirar al gran desapego, a estar en conexión con su yo más profundo. Esto se logra con ejercicios de respiración y de meditación, dos prácticas muy extendidas en las culturas orientales. "Se calcula que diez minutos de meditación, durante dos o tres meses, hacen bajar dos puntos la tensión sin ningún medicamento", según el científico francés Joël de Rosnay. Todas estas técnicas preparatorias pueden servir para vivir una vejez feliz y plena y un final sereno.
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