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La gran dama cumple 95 años

ebe de tener cientos de esos gorritos, que pueden ser muy sencillos o muy elaborados, pero que ella usa siempre, encasquetados hasta las cejas, y que la caracterizan tanto como los ojazos intensamente azules, chispeantes, y el timbre muy particular de su voz.

Por Ernesto Schoo
La Nación
Sábado 1 de agosto de 2009

Parece mentira que cumpla, el próximo miércoles 5 de agosto, 95 años. Porque Lydia Lamaison ostenta una frescura mental y física realmente asombrosa. Es la primera en lanzarse a bailar en cuanto, en una reunión, empieza la música. Es la última en marcharse del restaurante, al filo del amanecer, cuando come con colegas y amigos, y en la sobremesa se pone a desgranar anécdotas y ocurrencias: memoria, ingenio y filosa ironía, si se da la ocasión.
Parece mentira, pero es verdad: Lydia nació en Mendoza, en el año y el mes en que comenzaba la Primera Guerra Mundial. Siempre frontal, lo reconoce sin vueltas, ahora que es, desde hace muchos años, la abuela perfecta para los teleteatros, ya fuere como gran dama aristocrática, envuelta en pieles y perlas, o la modesta ama de casa que, de batón y chancletas, impone el sentido común y la autoridad de su experiencia. También en el teatro, que sigue siendo su primer amor, asume desde hace tiempo los papeles de la antiguamente llamada "característica". Como la inolvidable anciana ríspida pero tierna en el fondo, de Perdidos en Yonkers , la comedia de Neil Simon. O la conmovedora, magnífica protagonista de El libro de Ruth , de Mario Diament, con su carga de amores y pérdidas, alegrías y conflictos, en una labor de matices sutiles y vigor dramático excepcional.
* * *
Porque el vigor es de ella, es su característica personal. Lo ha mostrado también en cine, donde debutó en 1939 (cuando era, en los escenarios, dama joven del elenco de Blanca Podestá), en Alas de mi patria , dirigida por Carlos Borcosque. Hasta que encontró al director que la llevaría a la consagración definitiva: Leopoldo Torre Nilsson, quien la condujo en La caída (1959: premio a mejor actriz de reparto), Fin de fiesta y Un guapo del 900 (1960: premio a la mejor actriz). Los premios se acumulan en el estante, los ha tenido todos: María Guerrero, Florencio Sánchez, Pepino el 88, Santa Clara de Asís, Talía, Estrella de Mar, Konex de Platino? Es ciudadana ilustre de la ciudad de Buenos Aires desde 1997 ("aunque nací en Mendoza, me trajeron muy chica a Buenos Aires y me considero bien porteña"), y en 2005 fue distinguida por el Senado de la Nación.
Así como la vemos, menuda y de apariencia frágil, Lydia no tiene intención de parar la máquina. Por si fuera poco, ejerce la vicepresidencia de la Casa del Teatro, adonde se la ve llegar a diario, con el gorrito famoso, los ojos chispeantes y la espléndida sonrisa. La dama nos dará todavía más de una sorpresa.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1157136

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