Hoy cumple 95 años. Dice que no es optimista, sino realista. Y avisa: "Van a tener que aguantarme varios años más".
Clarín
5-8-2009
Da la sensación de que la mujer que asomó al mundo con la Primera Guerra Mundial y en el mismo año en que nacieron Julio Cortázar y Adolfo Bioy Casares, vive tanto y tan bien porque se empeña en esa meta. Lydia Lamaison cumple hoy 95 años y mientras trabaja como hormiguita en la vicepresidencia de La Casa del Teatro ("Soy la Julio Cobos del lugar"), proyecta un unipersonal para 2010 y aguarda el estreno del filme Mentiras piadosas. "Amo la vida. Quiero entrar en el Guinness", avisa.
"Cumplo mis primeros 95 y por supuesto que quiero pasar los 100. No sería raro porque mi abuela murió a los 98 y mi mamá a los 92. Eso sí, me gustaría llegar lúcida como ahora. La lucidez es una de las cosas más terribles por perder. No sólo por uno sino por los demás. No quisiera que dijeran Pobre Lydia, tan brillante que era", suelta en una habitación casi centenaria, como ella. Sus piernas no se quedan quietas. Van y vienen como para ratificar su "milagro" de juventud en la vejez. "¿Ves que estoy fuerte y tengo buena voz? Ya no puedo pedir más. O sí, mi deseo de cumpleaños es que todo siga como hasta ahora".
¿Por qué le gusta tanto vivir?
No sólo por mi vocación, sino por todo. La vida tiene tanto para ofrecerte: estudiar, trabajar, moverse, viajar, leer, opinar. Es maravillosa. Yo no soy optimista, soy realista. Y no soy nostálgica. Fijate que selecciono los recuerdos mucho. Puedo recordar, pero vivo hoy. Y si el futuro viene, que venga. Esa es una fórmula interesante para vivir.
¿Usted es de los que creen que a cierta edad es uno el que elige cuando irse?
No sé. Yo creo que el destino quiere que yo todavía haga. Y van a tener que aguantarme varios años más. Amo tanto la vida, que no quisiera morirme todavía. No me aferro, pero vivo sin complicarme la existencia. Y mi fervor por el teatro es cada vez mayor. Tengo proyectos. Pienso que puedo hacer más cosas.
¿Qué proyecta?
Un unipersonal. Pero no sobre mi vida. ¿Para qué, si es privada? Me gustaría hacer un personaje, desdoblarme, encontrarle el alma. Sería para el año que viene. Voy a recurrir a alguien que escriba lo que pienso. Pero algo con humor. Ya he hecho tanto drama... Y pronto se estrena Mentiras piadosas, de Diego Sabanés, con Marilú Marini.
La misma actriz que fantaseó con ser monja, pero finalmente fue maestra, concertista y hasta estudiante de Letras, advierte -atención productores- que quiere volver a la TV. Su último trabajo fue el año pasado en la telenovela Mujeres de nadie, y ahora espera por "un personaje que me deje un buen sabor". "A la tele de hoy la selecciono bastante. No me gusta el lenguaje de palabrotas. Y es aburrido que hablen tanto de sexo. Pasó de moda. ¡Ojo que yo no soy puritana!", alerta.
Jura que ya una "bruja" le había advertido "que iba a ser artista, a ganar premios, a casarme a los 33 y hasta a ser muy longeva". Compartir una tarde con ella implica caer pasmado ante el listado de nombres míticos con los que llegó a compartir un café o un encuentro. "Conocí a Federico García Lorca, a Quinquela Martin, a Pablo Neruda, a Jean Paul Sartre...", se jacta clavando esos ojos azules furiosos. Vive sola desde que enviudó (sus sobrinos están radicados en Europa), pero no siente pena por ella ni la despierta ante los demás: "Soy solitaria, pero no siento soledad. Hay dos cosas que nunca sentí: soledad ni aburrimiento".
Medita en sus tiempos libres, come sano, conversa con su "entrañable amiga desde 1942" Hilda Bernard y no esconde demasiadas recetas más que "vivir". "Arriba hay un titiritero que maneja los hilos y decide Esto lo vas a hacer, y esto ya no".
A usted la maneja bastante bien...
No me puedo quejar, a mí el titiritero me quiere.
http://www.clarin.com/diario/2009/08/05/um/m-01971803.htm