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Cifras alarmantes para la diabetes

Es una de las principales afecciones del mundo que afecta a millones de personas, pero para la que hay tratamientos y un reconocimiento legal. Según los resultados de los estudios realizados por la ONU, la proyección de personas afectadas para 2025 trepará a 360 millones.

Por Patricio Cavalli
Mercado
LUN 14 DIC 2009

“Ha sido impactante reconocer que en 1985 había 30 millones de diabéticos en el mundo y que esta cifra creció a 177 millones en 2000 y de allí a 246 millones en 2007 –dice el Dr. José Esteban Costa Gil, presidente de la Sociedad Argentina de Diabetes–. Entre 7 y 8% de los argentinos de 18 a 70 años tiene diabetes. Lo alarmante es que más de la mitad de ellos, no sabe que la padece; y no hay diferencias notables entre hombres y mujeres”.
Según Costa Gil, de acuerdo a los resultados de los estudios realizados por la ONU, la proyección de personas afectadas para 2025 trepará a 360 millones.
“La magnitud del aumento del número de personas con diabetes en el mundo, se ha reflejado en la actitud de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que la considera como pandémica y declaró al 14 de noviembre como el Día Mundial de la Diabetes”.
La calificación de pandemia muestra la gravedad de la situación: “Por primera vez una enfermedad que no es infecciosa la recibe”, explica.
Las formas comunes de diabetes pueden aparecer a cualquier edad, explica. Sin embargo, la diabetes tipo uno predomina en niños y en adolescentes y la del tipo dos en adultos (y aumenta su frecuencia en la medida que se envejece). Esta última tiene también un fuerte vínculo con la obesidad. Es notable que como consecuencia del incremento de la obesidad infantil, haya niños también con diabetes tipo dos.
La diabetes afecta principalmente los vasos sanguíneos pequeños de los ojos y los riñones; los nervios periféricos (que transmiten la sensibilidad y dan órdenes a los músculos, por ejemplo); pero también los vasos de calibre mediano como las arterias del corazón (coronarias); de las piernas y las del cerebro.
“Todo está relacionado con la glucemia elevada y la situación empeora en la medida que está más alta y se mantiene así por mayor tiempo. En la diabetes tipo dos, suelen coexistir además de la obesidad, el aumento de la presión arterial y las alteraciones de las grasas de la sangre, como son el colesterol y los triglicéridos, lo cual acelera la enfermedad en las arterias”, explica Costa Gil.

Estilo de vida
Y si bien hay factores hereditarios, los hábitos y el estilo de vida de las personas influyen en su desarrollo. “La diabetes es consecuencia de un fallo en la insulina. Pero la manera en que se enferma la célula que fabrica la insulina es distinta en los diferentes tipos de la afección. Principalmente la diabetes tipo dos tiene una fuerte heredabilidad, pero el increíble aumento de su prevalencia en la comunidad se relaciona hoy con la obesidad, con los cambios en los hábitos alimentarios”, explica el especialista.
La “globalización” nutricional; comidas rápidas; sobreoferta de alimentos calóricos; snacks; desorden en la distribución con la cena como única comida y el sedentarismo, son algunas de las principales causas de la dolencia. Y el panorama no mejora. “Hay un sinnúmero de factores sociales, económicos, culturales, educativos y comerciales que no permiten vislumbrar una desaceleración en el crecimiento de las epidemias de obesidad y de diabetes”.
Pero, a diferencia de otras dolencias modernas, el tratamiento de la diabetes parece avanzado. “Los medicamentos son las clásicas tabletas orales, las nuevas incretinas y la tradicional insulina. Existen además recursos que permiten conocer al diabético la glucosa con una gota de sangre a través de tirillas y aparatitos para leerlas (glucómetros). El crecimiento del arsenal terapéutico y de sus planes de aplicación, es permanente y fascinante”, dice.

Educación diabetológica
Además de los tratamientos con fármacos, hay medidas no farmacológicas que pueden seguirse. “Siempre son básicos los cambios en el estilo de vida –dice Costa Gil–. Entre estos se cuentan una alimentación adecuada; actividad física; adelgazamiento en los diabéticos tipo dos; y el abandono del tabaquismo en quienes fuman”.
Todo esto se enmarca dentro de lo que se denomina “educación diabetológica”, que suma las técnicas y conocimientos que permiten al paciente instruirse y entrenarse para el manejo de esta enfermedad, denominada de autogestión.
Si bien los síntomas clásicos de la diabetes son orinar mucho (incluso durante la noche), la sed, y la pérdida de peso con conservación o aumento del apetito, el hallazgo de la diabetes tipo dos puede ser absolutamente casual, durante un análisis de rutina, dado que los síntomas pueden ser tan leves que pasan prácticamente desapercibidos. De ahí la importancia de chequeos médicos regulares.
En el otro extremo, se ubica el debut de la diabetes tipo uno, con un cuadro severo que se denomina cetoacidosis, que es una emergencia médica y que requiere de internación inmediata en cuidados intensivos.

Señales tempranas
Hay algunos síntomas especiales, señales de alerta temprana a tener en cuenta también. Según el médico, debe prestarse ocasión a infecciones rebeldes o cicatrices que tardan en curar. Hay niveles de la glucemia que no llegan a ser de diabetes, pero tampoco son normales e indican un riesgo más alto de sufrir diabetes en el futuro (se conocen como glucemia en ayunas alterada y tolerancia a la glucosa alterada). “Existen evidencias científicas que demuestran que en este estado, con cambios en el estilo de vida se puede retardar o evitar el inicio de la diabetes. De allí la importancia de la detección y del diagnóstico temprano”, explica.
Según Costa Gil, “...se debe llevar rápidamente a la consulta a un niño o a un adolescente con los síntomas clásicos –explica Costa Gil–. Siempre es conveniente realizar un análisis de la glucemia después de los 45 años de edad para la pesquisa o detección. Para la diabetes tipo dos, esto es imprescindible en quienes se reconocen como “población vulnerable”, pues tienen elementos que la hacen susceptible o de mayor posibilidad de padecer diabetes: tener familiares de primer grado con diabetes, obesidad, mujeres con antecedentes de haber tenido diabetes en un embarazo o hijos que pesaron más de cuatro kilogramos al nacer, aquellos que tiene presión alta, trastornos en las grasas de la sangre, etc.”.
El diagnóstico de la diabetes –y esta es la buena noticia– es simple y económico: un análisis de la glucemia. Sólo en algunas circunstancias se efectúa un estudio especial que se llama prueba de tolerancia a la glucosa oral.
En todos los hospitales, clínicas y sanatorios se pueden realizar el análisis de la glucemia. Existen además, servicios que cuentan con equipos de salud especializados en asistir a personas con diabetes y leyes de protección y programas especiales de atención al diabético en la Nación (Ley 23.753 - Decreto reglamentario 1271) y en la mayoría de las provincias de nuestro país.
Por una vez, parece que el sector privado y el Estado nacional se han puesto de acuerdo en proteger a la población de la enfermedad.

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