Llevan 90 años casados, tienen 112 y 110 años, juntos han visto caer al Imperio Otomano y nacer nuevos países y su máxima aspiración sigue siendo seguir unidos hasta la muerte.
La historia de amor de la centenaria pareja que forman Abdullah y Elif se ha convertido en un símbolo del amor perdurable en Turquía.
Abdullah Adigüzel, nacido en 1898, y su esposa, Elif, nacida en 1900, se enamoraron en su juventud y aseguran no haber tenido ni un sólo problema matrimonial en toda una vida de convivencia.
"Nos queremos mucho. Nunca hemos tenido problemas durante 90 años. Sólo tenemos un último deseo: tenemos que morir juntos. Porque si uno de nosotros muere, el otro sentirá que ha perdido la mitad de sí mismo", explicó Elif a la agencia turca Anadolu.
El hijo más joven de la pareja, Ismail, de 60 años y que vive aún con ellos, asegura que sus padres son un "ejemplo de amor" y de "matrimonio perfecto", no sólo para la familia sino para todo aquel que los conoce.
"Siempre han sido fieles a ellos mismos. Nunca he visto que se hiciesen daño el uno al otro. A menudo dicen que si uno de ellos muere, el otro le seguirá" explica el hijo.
Elif, mucho más habladora que su marido, afirma que se "casaron por amor".
Un amor que tiene visos de continuar aún por mucho tiempo: "Mi marido no oye bien desde hace unos años, pero ése es el único problema de salud que tiene. En mis 110 años de vida, la única operación que he tenido ha sido de cataratas", ha explicado Elif.
La mujer dio a luz diez hijos, de los que viven siete. La familia sigue aumentando y suma 113 miembros entre nietos y bisnietos y, cada año, en ocasiones especiales y durante las fiestas religiosas, todos se juntan en el pequeño pueblo de Yazibasi en la provincia oriental de Malatya, donde viven Elif y Abdullah.
El hombre cumplirá 113 años el próximo mes y conserva vivos recuerdos de los tiempos muy pasados. Tanto él como su mujer nacieron cuando su país era aún Imperio Otomano y juntos han vivido la caída de los sultanes, la fundación de la moderna República de Turquía y varias guerras.
Por ejemplo, Abdullah se acuerda perfectamente de la Primera Guerra Mundial y de cómo, unos años después, en 1920, hizo el servicio militar en los Dardanelos, y hubo de cavar nuevas trincheras donde aún permanecían vivos la destrucción de una de batallas más sangrientas de la Primera Guerra Mundial.
"Estoy muy feliz con mi mujer. Ambos nos hemos apoyado en todo a lo largo de nuestras vidas", cuenta.
Los apacibles ancianos turcos creen que el secreto de su larga vida está en su alimentación natural y saludable.
"Comemos cosas del pueblo. Antes, todo tenía su propio sabor. Pero en los últimos años ya no encuentro esos viejos sabores. He dejado de comer verduras porque huelen a medicinas. Ya hasta me parece que el pan que cocemos en casa no sabe igual que antes", explica Elif.
Probablemente hay un gran amor en la pareja de Yazibasi, pero también es cierto que, en los pueblos de la Anatolia rural, los matrimonios lo son hasta que la muerte separa a los cónyuges, como demuestra uno de los refranes de esa geografía: "Entrarás a casa de tu marido con un blanco vestido de novia, pero sólo saldrás envuelta en una blanca mortaja".
Sin embargo, a la historia de la Elif y Abdullah, quizás le pegue más el deseo que se formula a las parejas en las bodas tradicionales de Anatolia: "Bir yastikta kocayin" o, lo que es lo mismo, "Envejeced con vuestras cabezas sobre una sola almohada".
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