El inicio de la primera asamblea plenaria del Episcopado comenzó con una misa en la Catedral y, en el sermón, Bergoglio no hizo alusión alguna a la responsabilidad de los "pastores" ni, como es su costumbre, a las lecturas del Evangelio del día. Tampoco aludió a las seis jornadas de trabajo que les esperaba al centenar de obispos activos y retirados de todo el país.

En una brevísima homilía, la máxima autoridad de los obispos en el país se abstuvo de tocar otro tema que no sea el pedido de oración por el país y por "nuestros mayores y nuestros hijos", a quienes "una concepción errada de la patria deja de lado" y porque no son suficientemente cuidados" ni "respetados".

Además, Bergoglio rogó que "el eficientismo, el consumismo, el hedonismo no los transforme en material de experimento y de descarte de un presente egoísta" y pidió a las autoridades, sin mencionarlas -habló de "la Patria"- que reconocieran la dignidad y fomentaran los derechos de niños y ancianos.

Tampoco mencionó directamente el término "pobreza", eje de una larga polémica que seguramente atravesará la reunión de obispos que hoy comienza en Pilar. Pasado mañana, está prevista una presentación de la Comisión de Justicia y Paz del Episcopado, en la que su presidente, Eduardo Serantes, describirá las vicisitudes que hicieron fracasar la semana última el intento de dar a la sociedad un documento titulado "La pobreza, problema de todos", firmado por la Iglesia y por organizaciones sociales y empresarias.

"Quisimos comenzar la asamblea en esta Catedral, a pocos metros del Cabildo, para rezar por la Patria en el comienzo de la conmemoración del Bicentenario de la independencia", afirmó Bergoglio.

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