Trabajar, querer, comer dulces, rezar, escuchar música e incluso fumar son algunos de los hábitos de un grupo de centenarios cubanos que se ríen cuando se les pregunta por el secreto de su longevidad y afirman que en este mundo se está hasta que Dios quiera.
La Nación
Sábado 29 de mayo de 2010
"Siempre me hacen esa pregunta. No hay secreto, aquí estamos de paso, yo tengo lo que Dios me dio para vivir, y espero que sea mucho más", dice Arcadio Radillo Arola, anciano de 102 años que vive en La Habana y disfruta tocando el tres.
Iluminada Cedeño, ex comadrona de 100 años que los cumplió en enero pasado, expresa que nunca pensó alcanzar esa edad porque siempre tuvo que trabajar mucho. A Cedeño le gusta atender la casa, cantar, jugar a las cartas y al dominó.
Para María Antonieta Esteva, de 101 años, "el secreto es tomar la vida con calma, no pensar en la muerte, hacerse querer, beber mucha leche y comer dulce, pero no en exceso".
Luisa Velaz, de 101 años, cuenta que cada día se levanta temprano para barrer la casa y come de todo, aunque no cocina, porque de eso ya se olvidó.
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