Son variados los motivos para que la literatura hable de los viejos y los vuelva centrales en las historias. De eso hablaron ayer los escritores Federico Jeanmaire, Martín Kohan y Ariel Magnus -coordinados por la periodista Patricia Kolesnicov- en la charla auspiciada por Clarín y Revista Ñ, "Cuando la vejez es protagonista", que dieron ante un centenar de visitantes, la mayoría, viejos.

Los tres se sirvieron de los personajes de sus obras: Más liviano que el aire, de Jeanmaire, está protagonizado por una mujer de 93 años; La abuela y Cartas a mi vecina de arriba, de Magnus, también cuentan la historia de mujeres de más de 70 años; y Kohan se sirve de Lito Giménez, de más de 80, para Cuentas pendientes.

El gran interrogante fue cuál es el aporte de la vejez a lo que se cuenta. Kohan explicó que para su historia necesitaba un fracasado, y que entonces la edad de Giménez le servía porque ya no tenía margen de maniobra: "Una característica que define a los viejos, que además ven su vida como recapitulando, en forma integral", contó. Jeanmaire comentó que lo más seductor de un personaje "es que es un gran recipiente humano que guarda muchísima información y experiencia". Y Magnus argumentó: "La diferencia de edad entre un viejo y un joven genera una mutua incomprensión que le da tensión a la historia".

Eso sí, cada uno también definió a su viejo literario. Kohan lo explicó como el que ya dejó de tener a su cuerpo como aliado, y ahora lo tiene como enemigo, hasta que se sucumba ante ese rival.

En algo coincidieron el público y la mesa: viejo es la palabra más linda para hablar del tema, y no eufemismos como "abuelo", como ejemplificó Jeanmaire. Una mujer coincidió: "Abuelita es peor".

http://www.clarin.com/diario/2010/05/06/sociedad/s-02191949.htm