“Los usan como transportistas”
El presidente de la Federación Argentina de Gerontología y Geriatría (FAGG), Vicente Tedeschi, destacó que las bandas de narcotraficantes “usan a los adultos/as mayores como transportistas, como mulas”.
“Algunos/as caen por necesidades económicas, hay gente que está fuera de la ley buscando acrecentar su patrimonio; pero otros/as lo hacen para escudar o apañar a los hijos/as y nietos/as que tienen problemas de consumo de drogas”. Sin embargo sostuvo que tras una detención, “los/as mayores quedan desamparados porque la familia no sale a defenderlos”.
Por otra parte, Tedeschi destacó que dada la revolución demográfica del envejecimiento de la población -donde más personas llegan a la tercera edad y a la vez son más longevas, hablándose de una cuarta edad a partir de los 80- en las cárceles también se observó este fenómeno.
Población envejecida
“Cada vez hay más viejos en las cárceles porque los delincuentes han envejecido. En la Unidad 25 de la cárcel de Olmos, son todos viejos, pero no todos entraron (a la cárcel) siendo mayores, sino que muchos envejecieron allí”, señaló.
http://www.popularonline.com.ar/nota.php?Nota=518665&fechaEdicion=2010-05-16%2000:00:00
“Quedan pegados como perejiles porque no los saca nadie”
El defensor de la Tercera Edad porteña, Eugenio Semino, destacó que las bandas de narcotráfico reclutan adultos/as mayores “para usarlos como mulas, pero cuando caen, quedan pegados como perejiles porque después no los saca nadie”.
“Cuando son utilizados como transportistas, mulas y son detenidos/as, quedan abandonados/as, la familia no se hace cargo de ellos/as, el defensor oficial no le da bola, y muchos/as, aunque pueden ser beneficiados/as con prisión domiciliaria por tener 70 años o más, no tienen quien se la tramite o no tienen domicilio”, señaló.
Sin embargo, Semino remarcó que el reclutamiento de personas mayores por parte de bandas narcos es “mucho más frecuente de lo que se piensa, y no solo en Argentina, sino a nivel mundial”.
Señaló que “como mulas, transportistas, los viejos/as cobran poco dinero, y por lo general los buscan en barrios pobres, es un flagelo de la pobreza”.
Al respecto, el defensor de la Tercera Edad de la Ciudad recordó que “a fines de los ‘90 realizamos un trabajo en la cárcel de Villa Devoto, donde se buscó a todos los viejos que estaban diseminados en distintos pabellones y se los aglutinó en el pabellón 9. El tema era darle algunas condiciones dignas de vida porque el viejo, por su debilidad física y falta de recursos, es un paria dentro de la cárcel, a lo sumo que sea un líder de una banda”.
“Uno de los datos importantes del estudio fue que el 80 por ciento de los viejos habían sido mulas, y aún se debe de mantener esa cifra; y el segundo dato es que eran primarios, no eran viejos reincidentes, era la primera vez que estaban en una cárcel”, indicó. En ese trabajo, destacó, “se buscó darle condiciones mínima de vida dignas dentro de la cárcel, como por ejemplo, que tuvieran inodoros en vez de letrinas”. Asimismo agregó que se firmó un convenio con la Facultad de Derecho de la UBA “para encontrarles un domicilio y tramitarles las salidas, porque sino ese trámite no se lo hacía nadie”.
En tanto señaló que “los narcos se la venden fácil (a los/as mayores), ‘llevame este paquete a tal lado, no pasa nada’, y muchos/as caen por desesperación y falta de conocimiento de lo que realmente significa” ese delito; pero “cuando agarran a una mula es porque en realidad mandaron tres o cuatro y siempre sacrifican a una o dos para que pasen las otras, y a quien terminan sacrificando es al viejo/a”.
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