La población de nuestro país creció muy lentamente desde la época de la conquista hasta fines del siglo XIX. Las tribus indígenas dispersas existentes en nuestro territorio sumaban alrededor de 400.000 habitantes radicados mayormente en el noroeste.
El ejército español que realizó la conquista de América fue escaso. Se calcula que no más de 8.000 soldados españoles participaron en toda la conquista de América. De ellos sólo 1.000 españoles incorporaron nuestro país al mundo político y cultural de Europa.
Dr. Rene Knopoff
Director de la Escuela de Ciencias del Envejecimiento
Entre 1558 y 1806 ingresaron al país 60.000 negros para paliar la escasez de mano de obra indígena. A fines del siglo XVIII de los 200.000 habitantes del Virreinato del Río de la Plata del 5 al 10% eran españoles, el 30% negros. Los demás se repartían entre criollos blancos, indígenas, mestizos y mulatos.
En 1850 había un millón de habitantes de los cuales el 70% era mestizo, el 12% indio, el 14% mulato y el 3% extranjero.
La población negra fue diezmada tras las luchas por la independencia del país y en la epidemia de fiebre amarilla que asoló Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX.
A partir de 1880, la organización política ideada fundamentalmente por Alberdi y Sarmiento, a la que se adhirieron los que constituyeron la élite gobernante y empresarial, favoreció la llegada al país de numerosos inmigrantes europeos, italianos en primer lugar, luego españoles, polacos, judíos, alemanes, etc. Entre 1880 y 1930 ingresaron al país 4.000.000 de europeos. En el censo de 1914 el 30% de la población era inmigrante. Vinieron con sus pautas de vida y enriquecieron la sociedad con nuevas visiones en lo social, lo laboral, lo educativo, además de lo genético propiamente dicho. La población migrante fue población joven predominantemente. A partir de 1946 el país comenzó una etapa de industrialización. Se fue desarrollando en grandes centros urbanos, fundamentalmente Buenos Aires, Córdoba y Rosario y sus zonas aledañas, que constituyeron el Gran Buenos Aires, el Gran Córdoba y el corredor San Nicolás, Rosario. Las industrias allí instaladas requirieron mucha mano de obra, con el consiguiente rápido incremento poblacional, no acompañada con los servicios de agua corriente, cloacas y viviendas dignas, al mismo tiempo.
Este modelo de desarrollo es el de megalópolis, las que producen asimetrías con el interior del país y en su mismo seno, con distintas velocidades de crecimiento y desarrollo.
A partir de 1955 vinieron inmigrantes de los países vecinos, fundamentalmente paraguayos, bolivianos, uruguayos y peruanos, los que fueron constituyendo minorías numéricamente importantes.
Argentina, merced a la acción de Sarmiento desarrolló un nivel educativo muy avanzado previamente a la etapa de industrialización.
Asimismo, ocurrió tempranamente en su desarrollo la concentración de la población en ciudades.
Estos dos factores, aumento del nivel educativo, en especial en la mujer y predominio de población urbana trajo como consecuencia una temprana baja de la natalidad.
¿A qué se llama en demografía población joven, población madura y población envejecida?
Población joven es la que tiene menos de 4% de mayores de 65 años y más.
Población madura la que tiene del 4 al 7% de 65 años y más.
Población envejecida, cuando más del 7% de la población tienen 65 años y más
Influyen en el envejecimiento poblacional la natalidad, la mortalidad y las migraciones.
La baja de la natalidad es el factor más importante en producir el envejecimiento poblacional.
Si hay menos hijos, proporcionalmente habrá más mayores. El envejecimiento poblacional es cuestión de porcentajes, tal porcentaje de viejos en relación con los demás.
Históricamente las poblaciones humanas fueron nómades primero, las que se alimentaban de la caza y de la pesca.
Luego, cuando adquirieron conocimientos de cultivar y producir alimentos y de criar animales, se hicieron sedentarios. En estas dos etapas la mortalidad, y en especial la de los primeros años de vida era alta , y la fecundidad también.
A medida que se desarrollaron las ciudades y mejoraron los servicios de provisión de agua y de excretas creció la oferta de servicios de salud y educación, disminuyó la mortalidad, en especial, la de los primeros años de vida.
En zonas rurales el hijo era una herramienta de trabajo. En la ciudad no. El acceso a la vivienda era más costoso. Si bien había en ella más oferta de salud y educación, esta oferta tenía costos económicos adicionales. Todos estos factores fueron determinando la disminución de la fecundidad y , consecuentemente de la natalidad.
Esto sucedió en nuestro país en época temprana de su evolución social.
A partir de 1946 comenzó en Occidente, el ingreso de la mujer al mundo laboral fuera de la casa, lo que trajo su posibilidad de independencia económica y luego educativa.
Al poco tiempo, el descubrimiento de la anticoncepción oral la independizó de la vinculación relación sexual = embarazo.
Estos dos factores son hitos en la disminución de la fecundidad en la mujer, que es la que traía los hijos al mundo.
Reitero, en el mundo, en general, primero ocurrió la baja de la mortalidad, en especial en los primeros años de la vida, y luego, la tasa de natalidad.
En nuestro país fue a la inversa.
Las migraciones son, en general, fuente de rejuvenecimiento poblacional, pues, los inmigrantes suelen ser jóvenes y en etapa de procrear.
La inmigración en nuestro país cesó de 1930 a 1945 y luego resurgió, pero en porcentajes bajos.
El envejecimiento poblacional, lo notamos a partir de la segunda mitad del siglo XX.
En el censo de 1960 había un 6% de población mayor de 60 años, en el del 70 un 8%, en el del 80 un 10% , en el del 91 un 11,8%, en el 2001un 13,2% de 60 años y más. En 50 años la población total se duplicó pero la población de 60 años y más se cuadruplicó. La que más creció fue la de los de 80 y más años. Cerca de 10 veces en 50 años, constituyendo el 1,6% de la población del país.
En la ciudad de Buenos Aires es más del 3%. Uno de cada cuatro grupos familiares tiene una persona mayor de 80 años.
Todo esto trae nuevas situaciones. Para resolverlas debemos conocerlas. Para conocerlas debemos prepararnos, adelantarnos a lo que sabemos que ocurrirá para mejorar la calidad de vida, promover una longevidad saludable, disminuir las consecuencias que pueden causar deterioro y discapacidad. Mejorar los vínculos, las redes sociales de afecto, contención y preparación. Multiplicar los ámbitos de conocimiento de lo que ya está ocurriendo para desarrollar las potencialidades remanentes y disminuir los riesgos de discapacidades.